Hace 75 años
4 de junio de 1942
Segunda Guerra Mundial
Midway: punto de inflexión en el Pacífico
La moribunda Tercera República Francesa está atrapada y dividida en el
fuego cruzado de una guerra en que ha podido hacer mucho menos de lo que se
esperaba. Las tropas francesas libres, obedientes al general Charles De Gaulle,
resisten valientemente en Bir Hakeim el avance del “Afrika Korps”. El 29 de
mayo de 1942, una patrulla motorizada francesa, montada en un transporte
blindado “Bren”, fue sorprendida por una agrupación de tanques italianos M13,
que consiguieron aislar al pequeño blindado de sus defensas perimetrales. La patrulla
escapó por un pelo, gracias a la ayuda prestada por una incursión mandada por
el entonces capitán Pierre Messmer, que llegaría a ser Ministro de Defensa bajo
el gobierno del Presidente De Gaulle, durante la posguerra.
Pero las aguerridas tropas de De Gaulle, que luchan en todo el mundo,
tratando de salvar el honor de Francia, son impotentes para evitar nuevos
dolores y vergüenzas para su patria. Ese mismo 29 de mayo, una fuerte
agrupación de bombarderos británicos deja caer sus bombas sobre Gennevilliers,
al noroeste de París. El objetivo es la fábrica de motores de aviación “Gnome
et Rhône”. La masividad del bombardeo produce, sin embargo, que los civiles
franceses caigan víctimas de las bombas de su antiguo aliado, mientras sufren
la ocupación militar del más cruel de sus enemigos. A causa del bombardeo,
mueren 34 civiles y 167 resultan heridos. Es la hora más oscura de la larga historia
francesa.
En Libia, se desarrolla la Batalla de Gazala, que se convertirá en la
mayor victoria de Rommel y lo convertirá en una leyenda viviente, para amigos y
enemigos por igual. Por el momento, los alemanes intentan reducir la
resistencia francesa en Bir Hakeim y, al mismo tiempo, mantener la posición
ganada tras las primeras líneas defensivas de la “Commonwealth”. El 29 de mayo,
un convoy terrestre italiano consigue evadir a las fuerzas británicas y llega
con sus suministros hasta las fuerzas que luchan en el “caldero” que se ha
formado tras la Línea de Gazala. El general Neil Ritchie, jefe del 8º Ejército
Británico, todavía no se percata de que ésta es la fuerza principal del ataque
ítalo-alemán. Un poco más al sur, ese mismo día, los alemanes sufren un serio
revés, cuando el general Ludwig Crüwell, comandante de la 11ª División Panzer,
es tomado prisionero, luego de que su “Fieseler Storch” fuera derribado y
obligado a descender sobre territorio controlado por el enemigo.
El 31 de mayo, los británicos consiguen hacer llegar 50 camiones a la
apurada guarnición de Bir Hakeim, llevando agua, evacuando heridos y llevándose
un número importante de prisioneros, que estaban siendo custodiados en la fortaleza.
Hacia el final del día, los tanques del Eje atacaron desde la “caldera” hacia
el oeste, hacia la retaguardia de la Línea Gazala, en una posición defendida
por la Brigada 150ª del Ejército Británico. Los alemanes consiguieron romper su
resistencia al día siguiente, tomando 3.000 prisioneros y causando cientos de
bajas, que incluían al propio comandante de la brigada, brigadier Clive Haydon.
Con este movimiento, los alemanes consiguieron eliminar la última ruta de
suministros a Bir Hakeim.
La batalla en África es realmente parte de una sola gran disputa por el
Mediterráneo. En tierra, luchan alemanes, italianos, británicos, indios,
australianos, neozelandeses e incluso contingentes de países ocupados por el
Eje, como Francia, Polonia y Checoslovaquia, integrados en el 8º Ejército. En el
mar, los británicos hunden algunos transportes italianos el 1 y el 2 de junio,
y consiguen reforzar las defensas de Malta con 31 “Spitfire”, que aterrizan en
la isla el 3 del mismo mes. Pero el “portaaviones imposible de hundir”, como es
muchas veces llamada la isla en medio del Mediterráneo, ha sido sometida a una
feroz ofensiva aérea, que disminuye significativamente su influencia en el
curso inmediato de la guerra. Por el momento, muchos de los suministros venidos
desde Italia llegarán hasta las tropas de Rommel y éste tendrá los recursos
para asegurar una gran victoria.
En los cielos norteafricanos, los alemanes cuentan con uno de los más
hábiles “ases” de la guerra. El 3 de junio, entre las 12.22 y las 12.33 horas,
el capitán Hans Joachim Marseille derriba seis cazas P-40 “Kittyhawk”. La “Estrella
de África” lleva su récord de victorias a 75 derribos y escribe una leyenda
comparable a la que Rommel está creando en tierra con sus “Panzer”.
El 4 de junio de 1942 es una fecha clave en el teatro de operaciones del
Pacífico. Ese día, los japoneses perdieron dos tercios de su fuerza aeronaval,
durante la primera y más decisiva jornada de la Batalla de Midway. El 29 de mayo,
contra todo pronóstico, el portaaviones “USS Yorktown”, muy averiado en la
Batalla del Mar de Coral, había sido reflotado y sacado del dique en Pearl
Harbor. Se le asignaron aviones y se le cargó combustible. Los japoneses, al
ignorar la reposición del “Yorktown”, esperaban encontrarse con sólo dos y no
tres portaaviones estadounidenses. El “Yorktown” sería una de las muchas
desagradables sorpresas que debería sufrir la “Rengo Kantai”, la “Flota
Combinada” de Japón, en la inminente y decisiva batalla. El 30 de mayo, desde
Honshu, Japón, zarpa la flota de transportes que lleva la fuerza de invasión de
las Islas Aleutianas, que los japoneses desean atacar al mismo tiempo que
Midway.
Los estadounidenses, gracias a sus eficientes servicios de inteligencia,
saben que los japoneses vienen e incluso saben que el objetivo principal es
Midway, la importante base naval norteamericana del Pacífico norte. El 2 de
junio, a 350 millas marinas al noreste de Midway, se reúnen los tres
portaaviones que Estados Unidos es capaz de desplegar en el Pacífico: “Hornet”,
“Enterprise” y el malherido, pero operativo y aún peligroso “Yorktown”. El “Lexington”
había sido destruido en la Batalla del Mar del Coral y su gemelo, el “Saratoga”,
venía en ruta desde California, donde se estuvo recuperando de los daños
sufridos en la misma batalla. De modo que tres portaaviones y su complemento de
aeronaves son todo lo que queda entre Japón y su destino como potencia
indiscutible del Asia-Pacífico.
En la mañana del 3 de junio, un patrullero “Catalina” descubre la
ubicación de la flota japonesa de transportes, al oeste de Midway. A las 12.30,
nueve “fortalezas volantes” B-17 despegan desde Midway. Llegan sobre la flota
japonesa a las 18.30 y dejan caer su mortal carga, pero todas sus bombas
fallan. Ese mismo día, una fuerza de submarinos japoneses se sitúa formando una
pantalla, para detectar cualquier movimiento de buques norteamericanos desde
Hawái hacia Midway. Los japoneses ignoran, sin embargo, que los portaaviones de
la “US Navy” ya pasaron sin ser detectados. Más al norte, aparatos de los
portaaviones japoneses “Ryujo” y “Junyo” atacan Dutch Harbor, Alaska, como
parte de la ofensiva sobre las Aleutianas. En respuesta, los estadounidenses
despacharon una fuerza de 5 cruceros y 4 destructores, que no logró dar con los
atacantes, debido al mal tiempo.
Antes de las 6.00 de la madrugada del 4 de junio de 1942, los “Catalina”
estadounidenses detectaron la fuerza de ataque principal de los japoneses. A las
6.30, las bombas de los aviones japoneses caían sobre las instalaciones del
atolón de Midway. Los cazas de los “Marines” lucharon con valentía, pero sus
aviones eran inferiores a los letales Mitsubishi “A6M Zero”. Los bombarderos
japoneses causaron severos daños, pero no lo suficiente como para dejar la base
de Midway fuera de combate. Los “Marines” perdieron 17 de sus 26 aviones,
mientras que la fuerza atacante había sufrido el derribo de 11 aparatos y otros
14 habían sufrido daños serios, algunos de los cuales no consiguieron llegar
hasta sus portaaviones. Tras terminar la lucha sobre Midway, los
estadounidenses respondieron con su primer contraataque: 6 torpederos Grumman “Avenger”
de la Marina y 4 Martin B-26 “Marauder” del Ejército. Una pobre coordinación
entre las dos ramas, la pésima calidad de los torpedos norteamericanos y la
pericia de los japoneses, convirtió el ataque en un rotundo fracaso. Casi todos
los aviones norteamericanos fueron derribados por las patrullas aéreas de
combate japonesas, y los portaaviones “Akagi” y “Hyryu” pudieron sortear los
torpedos lanzados con maniobras evasivas.
Mientras se producía esta primera réplica norteamericana, las cubiertas
de vuelo japonesas estaban repletas de aviones armados con torpedos, listos
para lanzarse sobre los portaaviones enemigos, según las órdenes del almirante
Isoroku Yamamoto, Comandante en Jefe de la Flota Combinada Japonesa. Sin embargo,
el almirante Chuichi Nagumo, que tenía el mando directo de los portaaviones,
dio la orden de lanzar un nuevo ataque, que destruyera definitivamente la base
de Midway, de modo que los equipos japoneses de apoyo tuvieron que empezar a
desmontar los torpedos de los aviones y reemplazarlos por bombas, para poder
atacar blancos en tierra. Pocos minutos después, el almirante Nagumo recibió
informes de que la flota enemiga había sido detectada, así que ordenó detener
el rearme de los aviones, hasta obtener mejor inteligencia.
Mientras Nagumo resolvía sus dudas y los equipos de cubierta de vuelo
corrían de un lado a otro con torpedos, bombas y combustible, 16 bombarderos en
picado de los “Marines” atacaron el “Hyryu”, sin causar ningún daño y perdiendo
la mitad de sus aparatos. Casi al mismo tiempo, una agrupación de 15 B-17 dejaba
caer 16 toneladas de bombas sobre la flota japonesa destinada a invadir Midway,
sin dar una sola vez en el blanco. Una nueva agrupación de los “Marines”, esta
vez, de 11 torpederos “Vindicator”, detectó y atacó el acorazado “Haruna”, sin
dañarlo. Más dramático, pero igual de inefectivo, fue el ataque del grupo de
torpederos Douglas “Devastator” del “Hornet”, que pierde todos sus aviones, sin
causar ningún daño a los portaaviones japoneses.
Hasta el momento, los ataques norteamericanos habían tenido poco efecto y
las bajas eran insosteniblemente altas. Por ejemplo, de 51 torpederos lanzados
desde tierra y desde los portaaviones norteamericanos, sólo 7 regresaron a sus
bases. Sin embargo, los constantes ataques mantuvieron a las cubiertas de vuelo
japonesas siempre lanzando y recuperando sus cazas, de modo que nunca tuvieron
el tiempo para ensamblar una efectiva fuerza de ataque que pudiera ser lanzada
sobre la flota estadounidense. El comandante de los portaaviones
norteamericanos, almirante Frank Jack Fletcher, tenía a sus navíos más lejos de
lo que quisiera, pero sabía que ahora tenía la oportunidad de atrapar a los
japoneses reabasteciéndose en sus cubiertas de vuelo, de modo que decidió
lanzar sus aviones al ataque nuevamente. Los cazas japoneses no habían tenido
oportunidad de reagruparse, luego de las últimas incursiones, de modo que los
bombarderos en picado norteamericanos no tuvieron que traspasar una cortina de
cazas para llegar hasta su objetivo.
A las 10.26 horas, el “Akagi” recibió dos bombas que penetraron bajo la
cubierta y lo dejaron cubierto en llamas. Una tercera bomba no lo alcanzó de
lleno, pero lo impactó lo bastante cerca, como para hacerlo imposible de
gobernar. Convencido de que no podía dirigir una flota desde un buque llameante
y carente de radio, el derrotado almirante Nagumo trasladó su estandarte de
combate al crucero ligero “Nagara”. Inmediatamente después del “Akagi”, los
bombarderos en picado alcanzaron el “Kaga”, que recibió cuatro impactos, uno de
los cuales despedazó el puente de mando. El “Kaga”, en cuestión de minutos, era
un infierno flotante, mientras explotaban los tambores de combustible y las
bombas y torpedos que habían quedado desperdigadas, a raíz de la inacabada
operación de rearme de los aviones japoneses. En la misma incursión, los
bombarderos estadounidenses alcanzaron también el portaaviones “Soryu”, que fue
alcanzado por las bombas de los aviones y luego fue atacado por el submarino
norteamericano “USS Nautilus”. Entre la noche del 4 de junio y la madrugada del
5 de junio, los tres portaaviones pesados japoneses estaban hundidos,
imposibles de ser salvados de las llamas y la destrucción causada por las
bombas.
En cuestión de minutos, sólo el “Hiryu” quedaba a flote, que lanzó un
contraataque a las 10.57 horas del 4 junio, pocos minutos después de que los
otros tres portaaviones japoneses fueran puestos fuera de combate. A las
órdenes del teniente Michio Kobayashi, 18 bombarderos en picado “Aichi D3A”,
llamados “Val” por los aliados, escoltados por 6 cazas, fueron lanzados desde
el “Hiryu”. Los pilotos japoneses dieron con el “Yorktown”, que había
sobrevivido en el Mar del Coral, pero que no tendría la misma suerte en Midway.
La nave estadounidense recibió tres bombas, que la dejaron fuera de combate,
aunque la mayor parte de los aviones japoneses fueron derribados por los
norteamericanos o recibieron severos daños. Un segundo grupo de ataque salió
desde el “Hiryu”, al mando del teniente Joichi Tomonaga, que dejó al “Yorktown”
prácticamente desahuciado.
Antes de quedar convertido en una ruina humeante, el “Yorktown” lanzó uno
de sus aviones de exploración, que detectó al “Hiryu” y radió su posición al
resto de la flota norteamericana. A las 17.03, 13 bombarderos en picado del “Enterprise”
atacaron al “Hiryu”, dejándolo fuera de combate, al igual que los otros tres
portaaviones pesados japoneses. Al día siguiente, sus inservibles restos
debieron ser hundidos por los torpedos de uno de sus destructores escolta.
Con cuatro de sus portaaviones pesados perdidos, es decir, dos tercios de
su fuerza aeronaval, Midway no fue sólo una derrota para los japoneses. Fue un
desastre en toda su extensión. Después de Midway, Japón cedería gran parte de
la iniciativa a la “US Navy”, que acabaría reconquistando el Pacífico, en una
dura campaña de tres años, que no terminaría sino hasta el lanzamiento de las
bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945. Midway fue el
punto de inflexión de la Campaña del Pacífico, tanto como El Alamein sería el
punto de inflexión en África del Norte, en julio-noviembre de 1942, y
Stalingrado, iniciada en agosto de 1942, tendría el mismo significado para el
Frente Ruso. El segundo semestre de 1942 sería el momento en que se cambiaría el
curso de la Segunda Guerra Mundial.
Abajo, se ve el momento exacto en que uno de los torpederos del “Hiryu”
consigue encajar su letal proyectil en la línea de flotación del “Yorktown”. En
el aire, se ven las detonaciones del nutrido fuego antiaéreo.