lunes, 26 de junio de 2017

Hace 100 años - 25 de junio de 1917 - Primera Guerra Mundial - Norteamericanos en Francia

Hace 100 años
25 de junio de 1917
Primera Guerra Mundial

Norteamericanos en Francia

Francia y Gran Bretaña cuentan con la gran ventaja de sus dominios y aliados de ultramar. Alemania y sus aliados, en cambio, cada vez son más semejantes a una fortaleza asediada que, al carecer del control de las comunicaciones marítimas, sólo puede contar con los recursos acumulados al interior de sus asediadas fronteras. Con todo, en los casi tres años de guerra que han pasado, el “II Reich”, la “Corona Dual” Austrohúngara, el “Zarato” de Bulgaria y la “Sublime Puerta” Otomana han conseguido causar serios problemas a la Entente. Pero las posibilidades de una victoria decisiva parecen lejanas y en Berlín lo saben, como lo demuestra la adopción de algunas medidas desesperadas, como la reinstauración de la guerra submarina sin restricciones, que arrastró a Estados Unidos a la guerra y ha enajenado muchas de las simpatías que contaba Alemania al estallar el conflicto en 1914.

El 19 de junio de 1917, el general Arthur Currie asume formalmente el mando de todas las tropas canadienses en Francia. Las tropas canadienses fueron consideradas por los alemanes como adversarios especialmente temibles y Currie es recordado como uno de los mejores comandantes del Frente Occidental. Tuvo la particularidad de ser el primer nacido en Canadá en alcanzar ese honor, además de haber ascendido desde el fondo de la jerarquía militar, como reservista, hasta convertirse en general a cargo de todo un cuerpo de ejército de uno de los dominios de la “Commonwealth”.

Al igual que los canadienses, los estadounidenses luchan en Francia con la tranquilidad de saber que sus patrias no serán dañadas por la locura de la guerra. Sus ciudades no serán destruidas por la artillería enemiga y sus hijos y esposas no pasarán hambre. El 25 de junio de 1917, desembarcan en Francia los primeros contingentes de tropas estadounidenses. Todavía son muy pocos y no harán otra cosa además de entrenarse. Para facilitar el transporte, llegan con poco equipo y usarán material de guerra franco-británico, en gran parte. Incluso si entraran en batalla, no son suficientes como para influir en el resultado de las batallas, pero su sola presencia es ya un signo de que la gran potencia norteamericana del otro lado del Atlántico ya está presente en el decisivo Frente Occidental, para desazón de los mandos alemanes, que no han conseguido frenar sus transportes con los submarinos y tienen el tiempo en contra para lograr una victoria decisiva, antes de que la inferioridad numérica y de recursos de Alemania sea demasiado manifiesta. Con el paso de los meses, los soldados del “US Army” serán cientos de miles, sumados en las trincheras a los “poilus” franceses y a los “tommies” de media docena de dominios del Imperio Británico. Decenas de miles no regresarían nunca a Estados Unidos. Y otros tantos, junto a sus hijos y hermanos menores, tendrían que cruzar el Atlántico otra vez, 25 años más tarde, para luchar contra el mismo enemigo, regando con su sangre los campos de la misma Francia.

Abajo, una fotografía de junio de 1917, que muestra a las primeras unidades de la “American Expeditionary Force” desembarcando en St. Nazaire, Francia. Han llegado como poco más que sus fiables fusiles “Springfield”. En los campos de Europa, la distancia recorrida en el océano obligará a las tropas estadounidenses a combatir con cañones, tanques, ametralladoras y aviones fabricados en Francia y en el Reino Unido. De todos modos, el gran país del norte ya es la primera potencia industrial del mundo y, en muchos otros aspectos, el aporte de su economía será decisivo para vencer a los Imperios Centrales.




Hace 75 años - 25 de junio de 1942 - Primera Guerra Mundial - Gazala, la gran victoria de Rommel

Hace 75 años
25 de junio de 1942
Primera Guerra Mundial

Gazala, la gran victoria de Rommel

Las batallas más importantes del Frente Ruso se están librando en el sur, aunque Stalin todavía cree que lo de Kiev y Sebastopol es una finta. El tirano marxista sigue esperando que su colega nazi intente dar el golpe decisivo sobre Moscú. Pero Stalin será desengañado cuando la “Wehrmacht” inicie, en poco tiempo, su ofensiva sobre el Cáucaso y sobre el Volga, que hallará en su camino una ciudad industrial, hasta entonces, desconocida para la mayoría del mundo: Stalingrado. Por el momento, los alemanes están preparando el gran ataque, pero sufren un preocupante percance el 19 de junio de 1942, cuando un oficial de estado mayor de la 23ª División Panzer es derribado, mientras sobrevolaba el frente y cae en manos de los soviéticos, junto con una copia completa de los planes de la inminente ofensiva. Furioso, Hitler ordena que el comandante y el jefe de estado mayor del XL Cuerpo de Ejército, superiores del ahora prisionero del enemigo, sean encarcelados. Sin embargo, desde Berlín, la orden es proseguir con la operación sin modificaciones, aunque las fechas deben retrasarse, debido a la porfiada resistencia de algunos de los fuertes soviéticos que defienden Sebastopol, el puerto-fortaleza que, hasta hace poco, era la base principal de la Flota Soviética del Mar Negro.

En África del Norte, el general Erwin Rommel, conocido como “Zorro del Desierto” por su astucia, está a punto de conseguir la más brillante victoria de su carrera. Hace pocos días, a pesar de estar en inferioridad numérica, de tener menos tanques y contar con menos suministros, el célebre comandante alemán inició una gran ofensiva que pasaría a la historia como Batalla de Gazala. En el último tercio de junio de 1942, las fuerzas del “Afrika Korps” y del “Regio Esercito Italiano” han descalabrado varias divisiones del 8º Ejército Británico, incluyendo varias formaciones acorazadas, equipadas con más y mejores tanques que los que tienen los alemanes e italianos. Sin embargo, los británicos han sido derrotados y ahora se baten en retirada hacia la frontera libio-egipcia.

El 19 de junio, los alemanes dejan de perseguir a los desordenados restos del 8º Ejército y, durante la noche, se posicionan para lanzar un ataque sorpresivo sobre esa espina que les quedó clavada en el costado hace un año: el puerto-fortaleza de Tobruk. A las 5.30 horas del 20 de junio, los alemanes abrieron el asalto a Tobruk con masivo fuego de artillería y bombardeo aéreo. Rommel no quiere repetir el largo asedio de 1941, así que pretende que sus cañones y los aviones de la “Luftwaffe” golpeen duro en ciertos lugares específicos, de modo de crear brechas en las fortificaciones, que permitan a los panzer ingresar en el perímetro defensivo. A las 7.00 de la madrugada, la infantería y los ingenieros de Rommel han seguido a las bombas aéreas y de artillería. Tras duros combates, consiguen abrir pasillos entre los reductos defensivos y a través de los campos minados. Poco después, más de 100 tanques italianos y alemanes han aparecido para explotar la abertura de las brechas y empiezan a combatir en las calles de la ciudad. Hacia el final del día, las fuerzas del Eje han llegado al puerto y los británicos, que saben que el final está cerca, empiezan a destruir las reservas de combustible y otros suministros.

Al amanecer del 21 de junio, algunas unidades de la guarnición de Tobruk intentan romper las líneas alemanas, para huir hacia el desierto e intentar reunirse con los restos del 8º Ejército, pero no consiguen quebrar el cerco germano-italiano, que se va estrechando sobre ellos. A las 8.00 hrs. de ese día, inicio del verano boreal de 1942, Tobruk se rinde. Alrededor de 35.000 británicos, sudafricanos e indios se convierten en prisioneros de las fuerzas norafricanas del Eje, que viven su momento más alto de toda la campaña. El Primer Ministro Británico, Winston Churchill, sufre la humillación de recibir la noticia de la caída de Tobruk, mientras estaba en visita oficial en Estados Unidos, planificando cómo seguir conduciendo la guerra, junto con el presidente anfitrión, Franklin D. Roosevelt.

Al otro lado del mundo, Erwin Rommel es notificado, el 22 de junio, de su ascenso al grado de “Generalfeldmarschall”, mariscal de campo. Es el máximo honor que puede recibir un comandante. Su victoria ha sido tan completa e inesperada, contra fuerzas tan superiores en número y equipamiento, que además dominaban las líneas suministro, que Rommel se convierte en una leyenda viviente, idolatrado por sus camaradas y respetado por sus adversarios. Hará falta combinar todo la logística de Estados Unidos y del Imperio Británico para vencerlo y evitar que conquiste Egipto y el vital Canal de Suez.

Rommel no descansa. El 23 de junio, sus fuerzas cruzan la frontera, persiguiendo de cerca a las fuerzas de la “Commonwealth”, que se retiran a las posiciones defensivas de Mersa Matruh. Pero los británicos, por fin, cuando están a punto de sufrir un desastre decisivo, empiezan a reaccionar. El 25 de junio, el Comandante en Jefe del Medio Oriente, general Claude Auchinleck, asume el mando directo del 8º Ejército, prescindiendo de los servicios del general Neil Ritchie, quien mandara la unidad hasta la Batalla de Gazala. Para evitar la destrucción de sus fuerzas, Auchinleck pide todo el apoyo aéreo disponible para frenar a las formaciones acorazadas que persiguen a sus tropas, de modo que los generales de la “RAF” ordenan que sus aparatos ataquen sin pausa a las columnas ítalo-germanas. La “Luftwaffe” está más lejos de sus bases, debido al avance de las tropas Rommel y además ha sufrido muchas pérdidas en las acciones de los días previos. Muchos de sus aparatos han sido averiados y sus pilotos necesitan descanso. Menos de un 50% de la aviación alemana e italiana que estaba lista al comienzo de la batalla, puede ahora luchar contra los aparatos enemigos. Por muy poco, los restos del 8º Ejército, aunque deben abandonar las defensas de Mersa Matruh, consiguen llegar hasta la siguiente línea defensiva, cerca de una insignificante estación ferroviaria, llamada El Alamein. Rommel, en tanto, sigue avanzando rápido, pero cada metro que gana, significa alejarse más y más de sus bases de suministro.

Churchill, descorazonado por la grave derrota de Tobruk, regresa al Reino Unido, tras el fin de la Segunda Conferencia de Washington. En Londres, lo espera una votación de no confianza en el Parlamento, que podría costarle el cargo. Gran parte del viaje lo aprovechará pensando en los cambios de mando necesarios para dar al Imperio Británico un triunfo decisivo en el Norte de África, tan necesario para la moral de su pueblo, que ha entregado la sangre, el sudor y las lágrimas que él prometió en el verano de 1940. Es hora de dar a esas valientes gentes una recompensa en forma de triunfo.

Abajo, Rommel, acompañado del general Fritz Bayerlein, recorre las calles de la recién conquistada Tobruk. A la izquierda, detrás de los soldados alemanes que saludan a su victorioso general, se observa un grupo de soldados de la “Commonwealth”, que esperan su turno para partir hacia el cautiverio.




domingo, 18 de junio de 2017

Hace 100 años - 18 de junio de 1917 - Primera Guerra Mundial - La abdicación de Constantino

Hace 100 años
18 de junio de 1917
Primera Guerra Mundial

La abdicación de Constantino

El 13 de junio, los alemanes conducen una gran incursión aérea sobre Londres. Sus bombarderos “Gotha” causan la muerte de 157 personas y dejan 432 heridos. Son los primeros pasos del bombardeo estratégico, que será pieza central de la estrategia de ambos bandos en la guerra siguiente. Los alemanes trataban de justificarse, pensando que la única manera de acercar las penalidades de la guerra al territorio británico era usando aeronaves, en cuanto Gran Bretaña siguiera dominando los mares, al menos en la superficie. Bajo la superficie, no obstante, las cosas eran distintas, pues la guerra submarina sin restricciones conducida por Alemania, estaba causando enormes bajas a la Entente, al punto de que, en marzo de 1917, las reservas de grano en las Islas Británicas habían descendido a reservas sólo para seis semanas, debido a las pérdidas de buques mercantes.

Para contrarrestar la amenaza de los submarinos, el almirantazgo británico aprobó formalmente, el 14 de junio de 1917, la implementación del sistema de convoyes para proteger sus naves mercantes y de transporte. Hasta entonces, los altos mandos navales no se habían dejado convencer por las bondades de un sistema que estimaban peligroso y poco práctico. Con todo, al poco tiempo, el sistema de convoyes mostró resultados positivos y, a la larga, significó neutralizar a los submarinos alemanes y, en gran parte, dio la victoria final a Gran Bretaña y sus aliados.

El 12 de junio de 1917, el Rey Constantino de Grecia abdica a favor de su segundo hijo, que se convierte en Alejandro I. Grecia estuvo dividida desde el comienzo de la guerra. Estaba ligada a Serbia por una alianza que, sin embargo, el monarca se negó a honrar, convencido de que nada bueno podía surgir para el país si se involucraba en la contienda. Eleftherios Venizelos, quien fuera su primer ministro durante parte de su reinado, hizo todo lo posible por alinear Grecia con la Entente. Tras la renuncia de Venizelos, éste acabó liderando un gobierno rebelde al monarca en el norte del país, ocupado por tropas de la Entente, mientras que el rey permaneció en Atenas en una situación cada vez más precaria.

La monarquía griega no lo había tenido fácil en los últimos decenios. El primer rey moderno fue Otto, un príncipe de origen alemán, hijo de Luis I de Baviera. Su pretensión de reinar como monarca absoluto, sus errores políticos y su impopularidad finalmente condujeron a que fuera depuesto por una Convención Nacional. Tras larga búsqueda y muchas presiones de las grandes potencias, la Asamblea Nacional eligió a Guillermo de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg en marzo de 1863, príncipe de la casa real danesa, que fue aclamado por la asamblea, a diferencia de su desafortunado predecesor, que había sido impuesto por las grandes potencias en 1832, tras producirse la independencia de Grecia.

Guillermo adoptó el nombre real de Jorge I y se hizo llamar “Rey de los Helenos”, a diferencia de Otto, que había usado el título de “Rey de Grecia”. Su reinado, de 50 años, fue el más largo de la historia moderna independiente de Grecia. Le tocó enfrentar tiempos convulsionados, con disputas políticas internas y guerras en el exterior, con rotundos fracasos, como la guerra contra Turquía, de 1897, y la Primera Guerra Balcánica, que significó una gran victoria para el país y considerable expansión territorial. Sin embargo, en el marco de la victoria, cuando se acercaba a cumplir su cincuentenario en el trono, Jorge I fue asesinado, en un incidente cuyas motivaciones nunca quedaron del todo resueltas.

A pesar de un final violento, el prolongado reinado de Jorge I fue tranquilo, comparado con los de sus sucesores, Constantino, Alejandro y Jorge II, que fueron más breves y más convulsionados. Constantino, hijo y sucesor de Jorge I, accedió al trono por primera vez en 1913, tras el asesinato de su padre. Poco después de llegar al trono, tuvo que enfrentar la Segunda Guerra Balcánica, que enfrentó a los antiguos aliados que habían vencido a los turcos en la guerra anterior. La conclusión victoriosa de la nueva guerra reforzó la posición del recién asumido monarca y motivó a Venizelos, en su calidad de Primer Ministro, a disponer la imposición del bastón de mariscal de campo al soberano, en una muestra de las buenas relaciones que existían entre los dos en ese momento.

Al estallar la Primera Guerra Mundial, el rey se negó a prestar su consentimiento para que Grecia entrara en la contienda apoyando a Serbia, como era el deseo de Venizelos y de una parte de las fuerzas políticas. Para sus enemigos, era la “germanofilia” del monarca la que explicaba su negativa a alinearse con los serbios y, por extensión, con Rusia, Francia y Gran Bretaña. Es posible que haya pesado en su ánimo cierta simpatía hacia Alemania, debido a la fuerte conexión dinástica de su familia con el “Reich” alemán y al hecho de que su esposa, la Reina Sofía, era hermana de Guillermo. Por otro lado, Constantino, así como se negó a apoyar militarmente a la Entente, hizo lo mismo con el káiser, cuando éste le solicitó su alianza. En suma, Constantino pensaba que entrar en una guerra europea, de imprevisibles consecuencias, podría cobrar un precio demasiado alto a su pueblo, incluso si se alineaba con el bando que terminara alzándose con la victoria.

El quiebre entre Constantino y Venizelos fue el origen del llamado “Cisma Nacional”, que mantuvo divididos a los griegos durante decenios y dejó sentir sus efectos después de acabadas las dos guerras mundiales. Por lo pronto, el rey tuvo que mirar con impotencia cómo Venizelos organizaba un gobierno rebelde en Tesalónica, que contaba con el apoyo de tropas de ocupación de la Entente, que se enfrentaban a tropas de los Imperios Centrales, que también ocupaban parte del país y lo habían sometido a la humillación de ser campo de batalla sin su consentimiento. Tras meses de agravios y bajo fuerte presión anglo-francesa, Constantino abdicó al trono en la persona de su segundo hijo, Alejandro. Las potencias de la Entente se negaron a que Jorge, su hijo mayor y heredero presuntivo, se convirtiera en monarca, debido a los lazos que lo vinculaban al Ejército Alemán, donde sirvió durante un tiempo.

Al cabo de pocos años, en 1920, sin embargo, Constantino regresaría al trono, apoyado por un pueblo cansado de la guerra, más interesado en que sus jóvenes dejaran de morir, que en obtener gloria y expansión territorial.

Abajo, un retrato oficial de Constantino I, Rey de los Helenos, pintado en 1914.




Hace 75 años - 18 de junio de 1942 - Segunda Guerra Mundial - Gazala, Malta y los convoyes

Hace 75 años
18 de junio de 1942
Segunda Guerra Mundial

Gazala, Malta y los convoyes

“Espero poder confiarte todo, porque nunca he sido capaz de confiar en nadie y espero que seas una gran fuente de bienestar y apoyo”. Es la primera entrada en el diario de una adolescente judía, del día 12 de junio de 1942, refugiada en Holanda, que lo ha recibido como obsequio en su decimotercer cumpleaños. Su nombre es Ana Frank. La locura delirante y cruel del nazismo no le permitirá llegar a ser mujer. Morirá asesinada, al igual que otros millones de niños, en los campos de concentración que la infame tiranía hitleriana esparció por toda Europa. Su testimonio, recogido tras la guerra, conmovió al mundo.

En el Frente Ruso, los alemanes están al ataque. Las líneas soviéticas al norte de la fortaleza de Sebastopol están al borde del colapso para el 17 de junio, cuando los alemanes capturan los fuertes Maxim Gorky, Molotov, Schishkova, Volga y Siberia. Parece que, ahora sí, en el verano de 1942, los alemanes darán a la Unión Soviética el golpe de gracia. Pero el esfuerzo logístico es sencillamente demasiado grande para una Alemania que no controla los mares. En reunión del 13 de junio de 1942, el general Eduard Wagner, encargado de suministros del alto mando alemán, advierte a Hilter de que existe un serio riesgo de que se agoten los recursos para septiembre de ese año. El tirano no quiere oír las advertencias y despide enfadado al soldado que trata de encararlo con una realidad a la que desea esquivar. Los pronósticos de Wagner terminan siendo demasiado optimistas: para julio, unidades completas de la “Wehrmacht” están inmovilizadas por falta de combustible y otros elementos indispensables para hacer la guerra.

El 12 de junio, once transportes zarpan desde Haifa, en el Mandato de Palestina, y desde Puerto Said, Egipto, como parte de la “Operación Vigorous”. El convoy lleva suministros a Malta, la isla en el centro del Mediterráneo, de cuya suerte pende, en gran parte, el resultado de la lucha por ese mar y toda la guerra. Les escoltan el acorazado “HMS Centurion”, 8 cruceros, 26 destructores y nueve submarinos. Es una imponente fuerza que muestra hasta qué punto la defensa de Malta es un asunto capital para el Imperio Británico, Estados Unidos y sus aliados. Al sur de Creta, el mismo día del zarpe, una agrupación de bombarderos alemanes “Junkers Ju-88” ataca el convoy y logra dañar el transporte “City of Calcutta”, que debe abandonar la formación y refugiarse en Tobruk, Libia, para ser reparado. Desde el otro extremo del Mediterráneo, el mismo 12 de junio, desde Gibraltar, se inicia la “Operación Harpoon”, en que cinco transportes y un tanquero zarpan también hacia Malta, escoltados por dos acorazados: “HMS Malaya” y “HMS Argus”, el portaaviones “HMS Eagle”, 4 cruceros, 17 destuctores, 4 dragaminas, un minador y 6 lanchas torpederas. La formidable escolta tiene la misión de custodiar el precioso cargamento de 46.000 toneladas para la asediada isla.

El 14 de junio, una agrupación de torpederos italianos “Savoia-Marchetti SM.79” atacan el convoy “Harpoon” a la altura de Cerdeña. Los italianos hunden el transporte holandés “Tanimbar” y deshabilitan el mercante británico “Liverpool”, que debe ser remolcado de vuelta a Gibraltar, contando decenas de muertos y heridos. Al atardecer, la mayor parte del convoy “Harpoon” recibe la orden de retirarse hacia Gibraltar. Al otro lado del Mediterráneo, el transporte holandés “Aagtekert” debe abandonar el convoy “Vogorous” por problemas mecánicos, escoltado por dos corbetas. Hacia el final de la tarde, el “Aagtekert” es hallado y hundido por bombarderos “Ju-88”, salidos desde Creta, que además consiguen dañar a la corbeta “HMS Primula”. El convoy “Vigorous” es nuevamente atacado al final de la tarde, esta vez, por lanchas torpederas alemanas, que consiguen dañar el destructor “HMS Hasty” y el crucero “HMS Newcastle”. Mientras tanto, una gran flota de la “Regia Marina Italiana” zarpa desde Tarento, en un intento de interceptar el convoy, con una fuerza de dos acorzados y cuatro cruceros.

La batalla de los convoyes continúa el 15 de junio. Ese día, una agrupación de cruceros italianos ataca “Harpoon” a la altura del Estrecho de Sicilia. Los marinos italianos dañan el crucero británico “HMS Cairo” y los destructores “HMS Partridge” y “HMS Bedouin”. Al devolver el fuego, los británicos consiguen hacer blanco en el destructor “Vivaldi”. La “Luftwaffe”, coordinada con la “Regia Marina”, ataca los transportes del convoy. Los transportes “Burdwan” y “Chant”, además del tanquero “Kentucky”, son seriamente dañados y deben ser abandonados por sus tripulaciones. El convoy logra llegar hasta Malta al atardecer, pero pasan en medio de un nuevo campo de minas, que hunden el destructor polaco “Kujawiak” y dañan el transporte “Orari”, además de los destructores británicos “HMS Badsworth” y “HMS Matchless”.

En el oriente del Mediterráneo, el 15 de junio, sigue la lucha también en torno a “Vigorous”. Al amanecer, una agrupación de torpederos-bombarderos británicos “Beaufort” despega para atacar la flota italiana enviada a interceptar el convoy aliado. Sus bombas deshabilitan el crucero italiano “Trento”, que deberá ser abandonado y hundido por los propios italianos. Sin embargo, las pérdidas del convoy han sido demasiado altas y la detección de la flota italiana termina de decidir al alto mando británico de ordenar la retirada hacia el puerto de Alejandría, en Egipto. En su ruta hacia Alejandría, aviones alemanes hunden el destructor “HMS Airedale”, dañan el crucero británico “HMS Birmingham” y el crucero australiano “HMAS Nestor”. El 16 de junio, los submarinos alemanes se suman a la batalla, cuando el “U-205” hunde el crucero británico “HMS Hermione”, que había escoltado a “Vigorous” y retornaba a puerto.

Las fuerzas combinadas de la reducida, pero aún temible, flota de superficie italiana y de las letales tripulaciones de bombarderos alemanes han obligado a la “Royal Navy” a movilizar casi toda su fuerza en el Mediterráneo para intentar aprovisionar a Malta que, no obstante, no recibe la mayor parte de los cargamentos enviados. Las pérdidas para los británicos además son altísimas. Pero Hitler se acobarda en Berlín ante el poderío naval desplegado por los británicos, que están lanzando siempre nuevos barcos al mar, sin importar cuántos pierdan. El “Führer” ordena, en consecuencia, postergar la “Operación Hércules”, el proyectado asalto aerotransportado de Malta. Por el momento, en Berlín, se la juegan por intentar decidir la suerte del Mediterráneo en el Nilo, en vez de hacerlo en Malta.

Prosigue la Batalla de Gazala en África del Norte. El 12 de junio, tropas indias rechazan un ataque de tropas del Eje en El Adem. Sin embargo, los germano-italianos logran hacer retroceder al 8º Ejército en muchos puntos y destruyen muchos tanques británicos. La línea defensiva en Gazala corre ahora el riesgo de verse cortada de su retaguardia. El 13, las divisiones panzer 15ª y 21ª, junto con la 90ª Disivión Ligera Alemana, lanzan un mortífero ataque sobre las posiciones de la “Commonwealth” en el llamado “Caldero de Knightsbridge”, cerca de Tobruk. Poco después de anochecer, los británicos son obligados a retirarse. Sus pérdidas son tan altas, que la fecha del 13 de junio de 1942 pasa a la historia militar británica como “sábado negro”. Al día siguiente, el Comandante en Jefe del Medio Oriente, general Claude Auchinleck, debe ordenar el abandono de la Línea de Gazala. El 15 de junio de 1942, los maltrechos restos del 8º Ejército Británico abandonan Libia y se retiran tras la frontera egipcia. El Imperio Colonial Italiano vuelve a estar íntegro en África del Norte, salvo por el puerto-fortaleza de Tobruk, que resiste todavía a los ítalo-alemanes. El 17 de junio, las tropas del general Erwin Rommel rodean, una vez más, Tobruk y persiguen, al mismo tiempo, al 8º Ejército más allá de la frontera egipcia.

En la fotografía, un grupo de tanques británicos “Valentine” abandonados y semidestruidos durante la Batalla de Gazala, son inspeccionados por un soldado alemán, que seguramente busca mapas, libros de códigos o suministros.





jueves, 15 de junio de 2017

Hace 100 años - 11 de junio de 1917 - Primera Guerra Mundial - Victoria británica en Messines

Hace 100 años
11 de junio de 1917
Primera Guerra Mundial

Victoria británica en Messines

El 8 de junio de 1917, se puede dar por terminada la décima Batalla del Isonzo. Han sido diez intentos, mayormente infructuosos, del “Regio Esercito Italiano”, de romper el frente austrohúngaro de los Alpes. La ofensiva había sido lanzada el 10 de mayo, por orden del general Luigi Cadorna, Jefe del Estado Mayor italiano. Para finales de mayo, la batalla había dado resultados moderadamente favorables a los italianos, que llegaron a estar a 15 kilómetros de Trieste, una localidad en al Adriático, de gran importancia estratégica y que, desde el punto de vista histórico, tenía para los italianos una significación equivalente a la que Alsacia y Lorena tenían para los franceses.

El 3 de junio, los austrohúngaros lanzaron su propia contraofensiva, con la que consiguieron recuperar gran parte del terreno perdido antes, de modo que, para cuando Cadorna ordenó suspender los ataques, el frente había cambiado poco desde el comienzo de la batalla. Al igual que en los enfrentamientos anteriores en el Isonzo, las bajas fueron nuevamente altas, con 157.000 lamentadas por los italianos y 75.000 por los austrohúngaros. Cadorna, que se negaba a darse por vencido, se afanó en concentrar aún más tropas y armamento, para preparar una nueva batalla en el curso del Isonzo —la undécima—que sería lanzada en agosto.

En el Frente Occidental, en tanto, el 7 de junio de 1917, los británicos inician la Batalla de Messines, en el sector de la saliente de Ypres, en el Flandes Belga. El ataque fue ejecutado por el Segundo Ejército Británico, al mando del general Herbert Plumer. El objetivo del ataque era el risco de Messines, una posición fortificada natural, que creaba una pequeña saliente en el frente alemán. Para preparar su movida, Plumer autorizó la instalación de 22 minas bajo las trincheras alemanas, que empezaron a excavarse un año y medio antes de la operación. Los alemanes sabían lo que intentaban los británicos, de modo que desplegaron intensa actividad de contramina. Ocasionalmente los ingenieros británicos se encontraban con sus colegas alemanes bajo tierra y feroces luchas cuerpo a cuerpo se entablaban en los túneles.

Las líneas alemanes en Messinesempezaron a recibir las atenciones de la artillería pesada británica desde el 21 de mayo, con 2.300 cañones y 300 morteros pesados escupiendo fuego. El bombardeo fue suspendido a las 2.50 de la madrugada del 7 de junio. Los alemanes, sabedores de que el silencio de la artillería enemiga significaba el avance de su infantería, se apresuraron a ocupar posiciones defensivas en sus trincheras. Siguieron veinte minutos de tenso silencio, sólo interrumpido por las bengalas lanzadas al cielo nocturno, intentando detectar a la infantería británica que debería aproximarse. A las 3.10 de la madrugada, se dio la orden de detonar las minas, cuyo sonido combinado ocasionó la explosión más ruidosa, causada por el hombre, hasta esa fecha. El efecto fue devastador en las líneas alemanas, que sufrieron 10.000 bajas inmediatas. A las explosiones, siguieron nueve divisiones de infantería británica, apoyada por una barrera de artillería, tanques y armas químicas.

Los objetivos iniciales de Plumer fueron alcanzados en tres horas. Las fuerzas de reserva fueron lanzadas a la batalla, para explotar el éxito, de modo que, a media tarde, las fuerzas de apoyo del 5º Ejército Británico y del 1er Ejército Francés habían alcanzado sus propios objetivos. Tras la sorpresa inicial, los alemanes lanzaron un contraataque, que resultó infructuoso y, de hecho, significó que perdieran más terreno al ser rechazados. Para muchos analistas, la ofensiva de Messines fue la operación local más exitosa de toda la guerra en el Frente Occidental.

Abajo, el cráter de Spanbroekmolen, donde fue detonada la mina más grande, convertida ahora en memorial de los caídos en la batalla. Fue preparada por la 171ª Compañía de Túneles, de los Reales Ingenieros, desde enero de 1917. La carga fue dispuesta a 26 metros de profundidad, luego de construir una galería subterránea de 521 metros. A nivel del suelo, el diámetro del cráter es de 76 metros. El paso del tiempo la convirtió en una laguna natural, conocida como “Estanque de la Paz”.




Hace 75 años - 11 de junio de 1942 - Segunda Guerra Mundial - Horror en Lidice

Hace 75 años
11 de junio de 1942
Segunda Guerra Mundial

Horror en Lidice

La lucha en Rusia es durísima, tanto en el frente, como tras las líneas, donde opera la resistencia soviética. El 5 de junio de 1942, los alemanes lanzan la operación “Vogellied” (“Canto de Pájaro”), en la región de Bryansk, desplegando 5.000 tropas de seguridad, que consiguen rastrear y desbaratar una agrupación de 25.000 partisanos. Por el momento, la principal batalla del frente se da en el puerto-fortaleza de Sebastopol, base principal de la Flota Soviética del Mar Negro, considerado el lugar más fortificado del mundo y que sufre intensos bombardeos, tanto de parte de la artillería pesada, como de la aviación alemana.

La Batalla de Gazala sigue librándose en Noráfrica. El 5 de junio, los británicos intentan un contraataque que tiene algún éxito durante las primeras horas. Sin embargo, la ofensiva debe ser detenida, luego de que tanques alemanes penetran la retaguardia británica y aíslan las unidades de avanzada de sus cuarteles generales, interrumpiendo las comunicaciones. El 6 de junio, los británicos despliegan un escuadrón de cazas “Hurricane”, modificados y conocidos como modelo “II-D”. Son los llamados “tankbuster” (“destructor de tanques”), convertidos en cazabombarderos y armados con un cañón dual de 40 milímetros. En los siguientes diez días, el nuevo escuadrón realizó 37 misiones, dañando 31 vehículos enemigos. Las nuevas aeronaves no pueden, sin embargo, evitar que el contraataque de las fuerzas de la “Commonwealth” se convierta en un costoso fracaso.

El 8 de junio, la densa niebla permite a los británicos hacer llegar un convoy de suministros a los franceses sitiados en BirHakeim. Esa misma niebla, sin embargo, también permitió al general Erwin Rommel concentrar sus tropas para el asalto final sobre la fortaleza, sin ser detectados por los defensores. Este asalto sería comandado por Rommel en persona.A las 13.00 horas del 9 de junio de 1942, los “panzer” alemanes y los “carro armato” italianos lanzan su ataque sobre BirHakeim, apoyados por artillería y por bombarderos en picado “Stuka”. Los hombres de la Legión Extranjera que resisten el asedio han debido reducir su ración de agua a media taza por día y están completamente aislados del resto de sus tropas, pero siguen resistiendo hasta el final del día. El 10 de junio, los defensores rechazan otro ataque, pero ya casi no quedan municiones al llegar la noche, mientras los “Stuka” no cesan de arrojar sus bombas. El 11 de junio, los franceses deciden evacuar el fuerte y los restos de la guarnición consiguen hacer contacto con el 8º Ejército Británico durante la madrugada del 12 de junio. Los alemanes pueden proseguir su ofensiva con BirHakeim asegurado, pero la porfiada resistencia francesa les ha robado valioso tiempo y ha costado bajas cada vez más difíciles de reemplazar.

Los Aliados y el Eje saben que los próximos meses serán decisivos en la gran batalla que se libra por el control del Mediterráneo. Los Aliados perdieron el control de la costa francesa, Italia es dueña del centro y los británicos fueron expulsados de Creta, el Egeo y Grecia continental en 1941. Si cae Egipto, la posición del Imperio Británico en el Medio Oriente se vería muy comprometida y los alemanes incluso podrían pensar en atacar el Cáucaso soviético desde el sur, mientras sus ejércitos que arrasan en Rusia lo hacen desde el norte. No hay esfuerzo que parezca pequeño para mantener Malta, la estratégica isla, dentro de la lucha y así lo entiende la “Royal Navy”, que lanza 32 cazas “SupermarineSpitfire” desde el portaaviones “HMS Eagle” el 10 de junio, para reforzar la maltrecha guarnición aérea, muy presionada por los escuadrones alemanes e italianos, que no cesan de asediar la isla.

Se vive el epílogo de la Batalla de Midway. En el curso del 5 de junio, el almirante IsorokuYamamoto debe ordenar a sus marinos que hundan sus dos portaaviones que se mantienen a duras penas a flote, tras sufrir severos daños: “Akagi” y “Hiryu”. Durante la noche, Yamamoto ordena cancelar toda la ofensiva y retirarse con su flota principal, luego de sufrir devastadoras pérdidas, en portaaviones y pilotos aeronavales, de las que Japón no conseguirá recuperarse nunca del todo. El 6 de junio, el submarino japonés “I-168” consigue equilibrar un poco las cosas, cuando logra evadir la cortina de destructores y logra lanzar cuatro torpedos al dañado portaaviones estadounidense “USS Yorktown”. Dos torpedos lanzados al “Yorktown” impactan en el destructor “USS Hammann”, que se parte en dos y se hunde rápidamente. El “Yorktown”, demasiado dañado para intentar un salvamento, es evacuado y se hunde. El “I-168”, posiblemente la unidad japonesa más efectiva de la batalla, consigue escapar a la flota que lo intenta ubicar y hundir, usando sólo dos motores, para ahorrar combustible.

Los japoneses, a pesar de la grave derrota sufrida en Midway, prosiguen su ofensiva en las Aleutianas. El 7 de junio, los japoneses ocupan Kiska, en el Territorio de Alaska. El 8 de junio, los japoneses destinan una parte importante de la fuerza que se retiraba desde Midway, para reforzar la invasión de las Aleutianas, incluyendo dos acorazados, un portaaviones de escolta y dos cruceros pesados.

El cruel puño de la opresión nazi no deja de sentirse sobre los pueblos de Europa. El 10 de junio de 1942, 50 prisioneros polacos, obligados a realizar trabajos para los alemanes, intentan escapar desde el Campo de Auschwitz. Es la primera vez que se intenta una evasión masiva desde ese tristemente célebre lugar. Sólo 9 prisioneros consiguen evadirse y los guardias “SS” responden ejecutando a 20 prisioneros de inmediato, además de enviar 300 prisioneros polacos a la cámara de gas, en represalia. Pero la peor atrocidad que se vive por estos días en la Europa ocupada ocurre en el poblado de Lidice, Checoslovaquia, castigado en respuesta al ataque que costó la vida de ReinhardHeydrich, Protector de Bohemia y Moravia, es decir, jefe de la ocupación nazi de la mitad checa del país.

Tras el atentado del 27 de mayo, Heydrich murió el 4 de junio a causa de las heridas recibidas. La respuesta de los alemanes consistió en ejecutar sumariamente a todo aquel que hubiera tenido alguna participación en la emboscada o hubiera ayudado al comando ejecutor de alguna manera. Entre el ataque a Heydrich y la muerte de este último, 157 personas murieron en represalia. Pero las “SS” no se sentían todavía satisfechas con lo que habían cobrado por la sangre de uno de sus más conocidos y crueles jefes. El 9 de junio, el jefe policial de las “SS” en Praga, Horst Böhme, junto a los dos comandantes “SS” de mayor rango en la zona, Karl Hermann Frank y KurtDalüge, rodearon el poblado de Lidice y bloquearon toda vía de escape. Desde ahí, ejecutaron una serie de órdenes impartidas personalmente por Adolf Hitler, con el objetivo de castigar los poblados que pudieran estar conectados con la muerte de Heydrich.

La evidencia que conectaba a los habitantes de Lidice con la muerte de Heydrich era muy leve, pero aunque hubiera sido más consistente, no justificaba el trato inhumano que se les estaba dando, en su calidad de civiles no combatientes, de un país que ni siquiera había estado en guerra con Alemania y cuya anexión se había producido por medios diplomáticos. Todos los varones mayores de 16 años fueron llevados hasta un granero, desde donde fueron sacados en grupos, para ser fusilados. Al final del día, 173 hombres estaban muertos. Las 203 mujeres y los 105 niños del lugar fueron trasladados hasta el cercano poblado de Kladno. Todos los animales, tanto domésticos, como de granja, fueron exterminados.

Los hombres asesinados fueron enterrados en una gran fosa común, excavada por esclavos traídos desde el campo de concentración de Theresianstadt. Ya sin residentes, Lidice fue saqueado, incluyendo las tumbas del cementerio, que fueron abiertas y desde donde se extrajo todo lo que podía tener valor. Los edificios fueron incendiados y las estructuras de piedra, niveladas. Los escombros fueron trasladados a otros lugares, para ser usados como material de construcción, el arroyo fue modificado en su curso y se ordenó plantar cultivos en el lugar. Por órdenes de Hitler, no debía quedar ni un solo rastro de que Lidice hubiera alguna vez existido.

Mientras el poblado era destruido, 19 hombres y 7 mujeres, que no estaban presentes en el pueblo en ese momento, fueron ubicados y ejecutados. Cuando hubieron terminado su diabólica operación, Böhme, Frank y Dalüge prosiguieron con la villa de Lezáky, a 150 kilómetros de distancia.

La mayoría de las mujeres de Lidice fueron enviadas desde Kladno hasta el campo de concentración de Ravensbrück, Alemania. Cuatro de ellas, que estaban embarazadas, fueron obligadas a abortar. De los niños, 88 fueron enviados a Lódz, Polonia, y sólo siete, considerados “racialmente aptos”, fueron reubicados en familias de personal de las “SS”, para ser “germanizados”. A fines de junio, se ordenó la ejecución del resto de los niños, que fueron enviados al campo de exterminio de Chelmno, Polonia. Sólo 143 mujeres y 17 niños fueron identificados como sobrevivientes del horror de Lidice, una vez terminada la guerra.

En Lidice, no hubo nada de las políticas raciales nazis y su barbárico destino tuvo el solo propósito de servir de escarmiento a los checos que quisieran resistir de nuevo al ocupante. La operación fue fotografiada y hasta se filmó un documental, dirigido por el cineasta Franz Treml. La masacre fue ampliamente publicitada para todo el mundo, como macabra advertencia y causó una gran indignación internacional que preocupó poco a los nazis, en todo caso.

Frank y Dalüge fueron ejecutados como criminales de guerra en 1946. Böhme huyó al acabar la guerra y se informó que murió en 1954, pero nunca se supo realmente que ocurrió con él. El poblado de Lidice fue restablecido en una ubicación cercana, mientras que el emplazamiento original de la villa fue conservado como parte de un memorial, dedicado a los millones de víctimas inocentes de la horrenda represión nazi.

Abajo, oficiales de las “SS” observan los restos mortales de los hombres de Lidice, recién fusilados.




domingo, 4 de junio de 2017

Hace 100 años - 4 de junio de 1917 - Primera Guerra Mundial - Los bóer al servicio de Gran Bretaña

Hace 100 años
4 de junio de 1917
Primera Guerra Mundial

Los bóer al servicio de Gran Bretaña

El 29 de mayo de 1917, Hassan Vossug ed Dowleh presenta su renuncia como Primer Ministro de Persia (Irán). Vossug fue uno de los políticos iraníes más influyentes de la primera mitad del siglo pasado. Pertenecía a una poderosa familia, que ya contaba varios primeros ministros en su historial. Vossugh volvería a su cargo a fines de 1918. En su segundo período, tuvo un rol clave en la negociación del Tratado de 1919, firmado entre Gran Bretaña y Persia, referido principalmente a la explotación de los ricos yacimientos petrolíferos iraníes. Con la Revolución en marcha, Rusia no estaba en condiciones de contrapesar la influencia británica en el área, de modo que los británicos, al acabar la Primera Guerra Mundial, se apresuraron a asegurarse de que el petróleo del Medio Oriente, tan importante para su economía y para su poder naval, fuera controlado desde Londres. Los términos del acuerdo fueron muy desfavorables para Persia, al punto que confirmaban al país como un satélite del Imperio Británico. Vossug fue acusado de recibir sobornos de los británicos y, aunque nunca se probó nada, el daño a su imagen fue tan grande, que tuvo que dejar el país varios años.

El 30 de mayo, el general Jaap Louis van Deventer se convierte en Comandante en Jefe de las tropas del Imperio Británico en África Oriental, reemplazando al general Arthur Hoskins. Van Deventer, al igual que el general Jan Christiaan Smuts al comienzo de la guerra, tuvo la particularidad de haber pasado de ser héroe de una guerra contra Gran Bretaña, a general de una guerra al servicio de la misma. Efectivamente, tanto Smuts, como Van Deventer, tuvieron destacada participación en la resistencia guerrillera que ofrecieron los “Afrikaner” de origen holandés a las fuerzas británicas, durante la Guerra Anglo-Bóer (1899-1902). Dicho conflicto enfrentó a Londres con las repúblicas formadas por los colonos de origen holandés, descendientes de los primeros asentamientos europeos de Sudáfrica, llegados mucho antes que los británicos. Se desarrolló con especial crueldad, con guerrillas de parte de los bóeres y dura represión de parte de los británicos, que recurrieron a encerrar miles de civiles inocentes, mujeres y niños en su mayoría, en campos de concentración, para evitar que los guerrilleros pudieran encontrar una población que los apoyara.

Miles murieron por las paupérrimas condiciones de los campos y, aunque los términos resultaban humillantes para las comunidades Afrikaner, una serie de líderes, como Louis Botha y Jan Smuts, entre otros, vieron que seguir luchando por la independencia podía significar un precio demasiado alto para su pueblo. Cuando estalló la Gran Guerra en Europa, extrañó a muchos que prominentes oficiales sudafricanos bóer ahora se apresuraran a servir a su antiguo enemigo y lo hicieran tan bien, que estuvieran dispuestos a colaborar en los levantamientos intentados por sus compatriotas, que vieron una oportunidad con los británicos ocupados en Europa. Al comienzo de la Gran Guerra, fueron esencialmente tropas sudafricanas las encargadas de invadir el África Occidental Alemana (Namibia) y las mismas fuerzas llevaron la mayor parte del peso de la larga campaña en África Oriental Alemana (Tanzania).

Aunque para muchos veteranos de la Guerra Anglo-Bóer era imperdonable vestir el uniforme británico, la postura de Smuts y Van Deventer tenía lógica. Por un lado, los bóer consiguieron convertirse en una elite dominante en la Sudáfrica británica y se mantuvieron en esa posición de privilegio hasta finales del siglo XX, muchos después de que el Imperio Británico había sido disuelto. Además, la guerra podía significar, por fin, la tan anhelada expansión de la influencia afrikáner en África, a costa de las colonias alemanas, aunque fuera bajo las banderas de Londres.

Abajo, se ve al general Smuts (izquierda) y al general Louis Botha, otro veterano bóer, que fue un notable guerrillero en la guerra contra los británicos y después, al igual que Smuts, hizo todo lo posible por vivir en paz con los invasores e integrar a su gente como una elite en el nuevo dominio. Botha fue el primer titular del cargo de Primer Ministro de la Unión Sudafricana, predecesora histórica de la Sudáfrica postcolonial, dominada por los bóer y sus descendientes, hasta el advenimiento del gobierno de Nelson Mandela.




Hace 75 años - 4 de junio de 1942 - Segunda Guerra Mundial - Midway: punto de inflexión en el Pacífico

Hace 75 años
4 de junio de 1942
Segunda Guerra Mundial

Midway: punto de inflexión en el Pacífico

La moribunda Tercera República Francesa está atrapada y dividida en el fuego cruzado de una guerra en que ha podido hacer mucho menos de lo que se esperaba. Las tropas francesas libres, obedientes al general Charles De Gaulle, resisten valientemente en Bir Hakeim el avance del “Afrika Korps”. El 29 de mayo de 1942, una patrulla motorizada francesa, montada en un transporte blindado “Bren”, fue sorprendida por una agrupación de tanques italianos M13, que consiguieron aislar al pequeño blindado de sus defensas perimetrales. La patrulla escapó por un pelo, gracias a la ayuda prestada por una incursión mandada por el entonces capitán Pierre Messmer, que llegaría a ser Ministro de Defensa bajo el gobierno del Presidente De Gaulle, durante la posguerra.

Pero las aguerridas tropas de De Gaulle, que luchan en todo el mundo, tratando de salvar el honor de Francia, son impotentes para evitar nuevos dolores y vergüenzas para su patria. Ese mismo 29 de mayo, una fuerte agrupación de bombarderos británicos deja caer sus bombas sobre Gennevilliers, al noroeste de París. El objetivo es la fábrica de motores de aviación “Gnome et Rhône”. La masividad del bombardeo produce, sin embargo, que los civiles franceses caigan víctimas de las bombas de su antiguo aliado, mientras sufren la ocupación militar del más cruel de sus enemigos. A causa del bombardeo, mueren 34 civiles y 167 resultan heridos. Es la hora más oscura de la larga historia francesa.

En Libia, se desarrolla la Batalla de Gazala, que se convertirá en la mayor victoria de Rommel y lo convertirá en una leyenda viviente, para amigos y enemigos por igual. Por el momento, los alemanes intentan reducir la resistencia francesa en Bir Hakeim y, al mismo tiempo, mantener la posición ganada tras las primeras líneas defensivas de la “Commonwealth”. El 29 de mayo, un convoy terrestre italiano consigue evadir a las fuerzas británicas y llega con sus suministros hasta las fuerzas que luchan en el “caldero” que se ha formado tras la Línea de Gazala. El general Neil Ritchie, jefe del 8º Ejército Británico, todavía no se percata de que ésta es la fuerza principal del ataque ítalo-alemán. Un poco más al sur, ese mismo día, los alemanes sufren un serio revés, cuando el general Ludwig Crüwell, comandante de la 11ª División Panzer, es tomado prisionero, luego de que su “Fieseler Storch” fuera derribado y obligado a descender sobre territorio controlado por el enemigo.

El 31 de mayo, los británicos consiguen hacer llegar 50 camiones a la apurada guarnición de Bir Hakeim, llevando agua, evacuando heridos y llevándose un número importante de prisioneros, que estaban siendo custodiados en la fortaleza. Hacia el final del día, los tanques del Eje atacaron desde la “caldera” hacia el oeste, hacia la retaguardia de la Línea Gazala, en una posición defendida por la Brigada 150ª del Ejército Británico. Los alemanes consiguieron romper su resistencia al día siguiente, tomando 3.000 prisioneros y causando cientos de bajas, que incluían al propio comandante de la brigada, brigadier Clive Haydon. Con este movimiento, los alemanes consiguieron eliminar la última ruta de suministros a Bir Hakeim.

La batalla en África es realmente parte de una sola gran disputa por el Mediterráneo. En tierra, luchan alemanes, italianos, británicos, indios, australianos, neozelandeses e incluso contingentes de países ocupados por el Eje, como Francia, Polonia y Checoslovaquia, integrados en el 8º Ejército. En el mar, los británicos hunden algunos transportes italianos el 1 y el 2 de junio, y consiguen reforzar las defensas de Malta con 31 “Spitfire”, que aterrizan en la isla el 3 del mismo mes. Pero el “portaaviones imposible de hundir”, como es muchas veces llamada la isla en medio del Mediterráneo, ha sido sometida a una feroz ofensiva aérea, que disminuye significativamente su influencia en el curso inmediato de la guerra. Por el momento, muchos de los suministros venidos desde Italia llegarán hasta las tropas de Rommel y éste tendrá los recursos para asegurar una gran victoria.

En los cielos norteafricanos, los alemanes cuentan con uno de los más hábiles “ases” de la guerra. El 3 de junio, entre las 12.22 y las 12.33 horas, el capitán Hans Joachim Marseille derriba seis cazas P-40 “Kittyhawk”. La “Estrella de África” lleva su récord de victorias a 75 derribos y escribe una leyenda comparable a la que Rommel está creando en tierra con sus “Panzer”.

El 4 de junio de 1942 es una fecha clave en el teatro de operaciones del Pacífico. Ese día, los japoneses perdieron dos tercios de su fuerza aeronaval, durante la primera y más decisiva jornada de la Batalla de Midway. El 29 de mayo, contra todo pronóstico, el portaaviones “USS Yorktown”, muy averiado en la Batalla del Mar de Coral, había sido reflotado y sacado del dique en Pearl Harbor. Se le asignaron aviones y se le cargó combustible. Los japoneses, al ignorar la reposición del “Yorktown”, esperaban encontrarse con sólo dos y no tres portaaviones estadounidenses. El “Yorktown” sería una de las muchas desagradables sorpresas que debería sufrir la “Rengo Kantai”, la “Flota Combinada” de Japón, en la inminente y decisiva batalla. El 30 de mayo, desde Honshu, Japón, zarpa la flota de transportes que lleva la fuerza de invasión de las Islas Aleutianas, que los japoneses desean atacar al mismo tiempo que Midway.

Los estadounidenses, gracias a sus eficientes servicios de inteligencia, saben que los japoneses vienen e incluso saben que el objetivo principal es Midway, la importante base naval norteamericana del Pacífico norte. El 2 de junio, a 350 millas marinas al noreste de Midway, se reúnen los tres portaaviones que Estados Unidos es capaz de desplegar en el Pacífico: “Hornet”, “Enterprise” y el malherido, pero operativo y aún peligroso “Yorktown”. El “Lexington” había sido destruido en la Batalla del Mar del Coral y su gemelo, el “Saratoga”, venía en ruta desde California, donde se estuvo recuperando de los daños sufridos en la misma batalla. De modo que tres portaaviones y su complemento de aeronaves son todo lo que queda entre Japón y su destino como potencia indiscutible del Asia-Pacífico.

En la mañana del 3 de junio, un patrullero “Catalina” descubre la ubicación de la flota japonesa de transportes, al oeste de Midway. A las 12.30, nueve “fortalezas volantes” B-17 despegan desde Midway. Llegan sobre la flota japonesa a las 18.30 y dejan caer su mortal carga, pero todas sus bombas fallan. Ese mismo día, una fuerza de submarinos japoneses se sitúa formando una pantalla, para detectar cualquier movimiento de buques norteamericanos desde Hawái hacia Midway. Los japoneses ignoran, sin embargo, que los portaaviones de la “US Navy” ya pasaron sin ser detectados. Más al norte, aparatos de los portaaviones japoneses “Ryujo” y “Junyo” atacan Dutch Harbor, Alaska, como parte de la ofensiva sobre las Aleutianas. En respuesta, los estadounidenses despacharon una fuerza de 5 cruceros y 4 destructores, que no logró dar con los atacantes, debido al mal tiempo.

Antes de las 6.00 de la madrugada del 4 de junio de 1942, los “Catalina” estadounidenses detectaron la fuerza de ataque principal de los japoneses. A las 6.30, las bombas de los aviones japoneses caían sobre las instalaciones del atolón de Midway. Los cazas de los “Marines” lucharon con valentía, pero sus aviones eran inferiores a los letales Mitsubishi “A6M Zero”. Los bombarderos japoneses causaron severos daños, pero no lo suficiente como para dejar la base de Midway fuera de combate. Los “Marines” perdieron 17 de sus 26 aviones, mientras que la fuerza atacante había sufrido el derribo de 11 aparatos y otros 14 habían sufrido daños serios, algunos de los cuales no consiguieron llegar hasta sus portaaviones. Tras terminar la lucha sobre Midway, los estadounidenses respondieron con su primer contraataque: 6 torpederos Grumman “Avenger” de la Marina y 4 Martin B-26 “Marauder” del Ejército. Una pobre coordinación entre las dos ramas, la pésima calidad de los torpedos norteamericanos y la pericia de los japoneses, convirtió el ataque en un rotundo fracaso. Casi todos los aviones norteamericanos fueron derribados por las patrullas aéreas de combate japonesas, y los portaaviones “Akagi” y “Hyryu” pudieron sortear los torpedos lanzados con maniobras evasivas.

Mientras se producía esta primera réplica norteamericana, las cubiertas de vuelo japonesas estaban repletas de aviones armados con torpedos, listos para lanzarse sobre los portaaviones enemigos, según las órdenes del almirante Isoroku Yamamoto, Comandante en Jefe de la Flota Combinada Japonesa. Sin embargo, el almirante Chuichi Nagumo, que tenía el mando directo de los portaaviones, dio la orden de lanzar un nuevo ataque, que destruyera definitivamente la base de Midway, de modo que los equipos japoneses de apoyo tuvieron que empezar a desmontar los torpedos de los aviones y reemplazarlos por bombas, para poder atacar blancos en tierra. Pocos minutos después, el almirante Nagumo recibió informes de que la flota enemiga había sido detectada, así que ordenó detener el rearme de los aviones, hasta obtener mejor inteligencia.

Mientras Nagumo resolvía sus dudas y los equipos de cubierta de vuelo corrían de un lado a otro con torpedos, bombas y combustible, 16 bombarderos en picado de los “Marines” atacaron el “Hyryu”, sin causar ningún daño y perdiendo la mitad de sus aparatos. Casi al mismo tiempo, una agrupación de 15 B-17 dejaba caer 16 toneladas de bombas sobre la flota japonesa destinada a invadir Midway, sin dar una sola vez en el blanco. Una nueva agrupación de los “Marines”, esta vez, de 11 torpederos “Vindicator”, detectó y atacó el acorazado “Haruna”, sin dañarlo. Más dramático, pero igual de inefectivo, fue el ataque del grupo de torpederos Douglas “Devastator” del “Hornet”, que pierde todos sus aviones, sin causar ningún daño a los portaaviones japoneses.

Hasta el momento, los ataques norteamericanos habían tenido poco efecto y las bajas eran insosteniblemente altas. Por ejemplo, de 51 torpederos lanzados desde tierra y desde los portaaviones norteamericanos, sólo 7 regresaron a sus bases. Sin embargo, los constantes ataques mantuvieron a las cubiertas de vuelo japonesas siempre lanzando y recuperando sus cazas, de modo que nunca tuvieron el tiempo para ensamblar una efectiva fuerza de ataque que pudiera ser lanzada sobre la flota estadounidense. El comandante de los portaaviones norteamericanos, almirante Frank Jack Fletcher, tenía a sus navíos más lejos de lo que quisiera, pero sabía que ahora tenía la oportunidad de atrapar a los japoneses reabasteciéndose en sus cubiertas de vuelo, de modo que decidió lanzar sus aviones al ataque nuevamente. Los cazas japoneses no habían tenido oportunidad de reagruparse, luego de las últimas incursiones, de modo que los bombarderos en picado norteamericanos no tuvieron que traspasar una cortina de cazas para llegar hasta su objetivo.

A las 10.26 horas, el “Akagi” recibió dos bombas que penetraron bajo la cubierta y lo dejaron cubierto en llamas. Una tercera bomba no lo alcanzó de lleno, pero lo impactó lo bastante cerca, como para hacerlo imposible de gobernar. Convencido de que no podía dirigir una flota desde un buque llameante y carente de radio, el derrotado almirante Nagumo trasladó su estandarte de combate al crucero ligero “Nagara”. Inmediatamente después del “Akagi”, los bombarderos en picado alcanzaron el “Kaga”, que recibió cuatro impactos, uno de los cuales despedazó el puente de mando. El “Kaga”, en cuestión de minutos, era un infierno flotante, mientras explotaban los tambores de combustible y las bombas y torpedos que habían quedado desperdigadas, a raíz de la inacabada operación de rearme de los aviones japoneses. En la misma incursión, los bombarderos estadounidenses alcanzaron también el portaaviones “Soryu”, que fue alcanzado por las bombas de los aviones y luego fue atacado por el submarino norteamericano “USS Nautilus”. Entre la noche del 4 de junio y la madrugada del 5 de junio, los tres portaaviones pesados japoneses estaban hundidos, imposibles de ser salvados de las llamas y la destrucción causada por las bombas.

En cuestión de minutos, sólo el “Hiryu” quedaba a flote, que lanzó un contraataque a las 10.57 horas del 4 junio, pocos minutos después de que los otros tres portaaviones japoneses fueran puestos fuera de combate. A las órdenes del teniente Michio Kobayashi, 18 bombarderos en picado “Aichi D3A”, llamados “Val” por los aliados, escoltados por 6 cazas, fueron lanzados desde el “Hiryu”. Los pilotos japoneses dieron con el “Yorktown”, que había sobrevivido en el Mar del Coral, pero que no tendría la misma suerte en Midway. La nave estadounidense recibió tres bombas, que la dejaron fuera de combate, aunque la mayor parte de los aviones japoneses fueron derribados por los norteamericanos o recibieron severos daños. Un segundo grupo de ataque salió desde el “Hiryu”, al mando del teniente Joichi Tomonaga, que dejó al “Yorktown” prácticamente desahuciado.

Antes de quedar convertido en una ruina humeante, el “Yorktown” lanzó uno de sus aviones de exploración, que detectó al “Hiryu” y radió su posición al resto de la flota norteamericana. A las 17.03, 13 bombarderos en picado del “Enterprise” atacaron al “Hiryu”, dejándolo fuera de combate, al igual que los otros tres portaaviones pesados japoneses. Al día siguiente, sus inservibles restos debieron ser hundidos por los torpedos de uno de sus destructores escolta.

Con cuatro de sus portaaviones pesados perdidos, es decir, dos tercios de su fuerza aeronaval, Midway no fue sólo una derrota para los japoneses. Fue un desastre en toda su extensión. Después de Midway, Japón cedería gran parte de la iniciativa a la “US Navy”, que acabaría reconquistando el Pacífico, en una dura campaña de tres años, que no terminaría sino hasta el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945. Midway fue el punto de inflexión de la Campaña del Pacífico, tanto como El Alamein sería el punto de inflexión en África del Norte, en julio-noviembre de 1942, y Stalingrado, iniciada en agosto de 1942, tendría el mismo significado para el Frente Ruso. El segundo semestre de 1942 sería el momento en que se cambiaría el curso de la Segunda Guerra Mundial.

Abajo, se ve el momento exacto en que uno de los torpederos del “Hiryu” consigue encajar su letal proyectil en la línea de flotación del “Yorktown”. En el aire, se ven las detonaciones del nutrido fuego antiaéreo.




17 de Septiembre de 1944. Hace 80 años. Operación Market Garden.

   El 6 de junio de 1944, los Aliados habían desembarcado con éxito en Normandía. En las semanas siguientes, a pesar de la feroz resistencia...