Hace 100 años
25 de junio de 1917
Primera Guerra Mundial
Norteamericanos en Francia
Francia y Gran Bretaña cuentan con la gran ventaja de sus dominios y
aliados de ultramar. Alemania y sus aliados, en cambio, cada vez son más semejantes
a una fortaleza asediada que, al carecer del control de las comunicaciones
marítimas, sólo puede contar con los recursos acumulados al interior de sus
asediadas fronteras. Con todo, en los casi tres años de guerra que han pasado,
el “II Reich”, la “Corona Dual” Austrohúngara, el “Zarato” de Bulgaria y la “Sublime
Puerta” Otomana han conseguido causar serios problemas a la Entente. Pero las
posibilidades de una victoria decisiva parecen lejanas y en Berlín lo saben,
como lo demuestra la adopción de algunas medidas desesperadas, como la
reinstauración de la guerra submarina sin restricciones, que arrastró a Estados
Unidos a la guerra y ha enajenado muchas de las simpatías que contaba Alemania
al estallar el conflicto en 1914.
El 19 de junio de 1917, el general Arthur Currie asume formalmente el
mando de todas las tropas canadienses en Francia. Las tropas canadienses fueron
consideradas por los alemanes como adversarios especialmente temibles y Currie
es recordado como uno de los mejores comandantes del Frente Occidental. Tuvo la
particularidad de ser el primer nacido en Canadá en alcanzar ese honor, además
de haber ascendido desde el fondo de la jerarquía militar, como reservista,
hasta convertirse en general a cargo de todo un cuerpo de ejército de uno de
los dominios de la “Commonwealth”.
Al igual que los canadienses, los estadounidenses luchan en Francia con
la tranquilidad de saber que sus patrias no serán dañadas por la locura de la
guerra. Sus ciudades no serán destruidas por la artillería enemiga y sus hijos
y esposas no pasarán hambre. El 25 de junio de 1917, desembarcan en Francia los
primeros contingentes de tropas estadounidenses. Todavía son muy pocos y no
harán otra cosa además de entrenarse. Para facilitar el transporte, llegan con
poco equipo y usarán material de guerra franco-británico, en gran parte. Incluso
si entraran en batalla, no son suficientes como para influir en el resultado de
las batallas, pero su sola presencia es ya un signo de que la gran potencia
norteamericana del otro lado del Atlántico ya está presente en el decisivo
Frente Occidental, para desazón de los mandos alemanes, que no han conseguido
frenar sus transportes con los submarinos y tienen el tiempo en contra para
lograr una victoria decisiva, antes de que la inferioridad numérica y de
recursos de Alemania sea demasiado manifiesta. Con el paso de los meses, los
soldados del “US Army” serán cientos de miles, sumados en las trincheras a los “poilus”
franceses y a los “tommies” de media docena de dominios del Imperio Británico. Decenas
de miles no regresarían nunca a Estados Unidos. Y otros tantos, junto a sus
hijos y hermanos menores, tendrían que cruzar el Atlántico otra vez, 25 años
más tarde, para luchar contra el mismo enemigo, regando con su sangre los campos
de la misma Francia.
Abajo, una fotografía de junio de 1917, que muestra a las primeras unidades
de la “American Expeditionary Force” desembarcando en St. Nazaire, Francia. Han
llegado como poco más que sus fiables fusiles “Springfield”. En los campos de
Europa, la distancia recorrida en el océano obligará a las tropas
estadounidenses a combatir con cañones, tanques, ametralladoras y aviones
fabricados en Francia y en el Reino Unido. De todos modos, el gran país del
norte ya es la primera potencia industrial del mundo y, en muchos otros
aspectos, el aporte de su economía será decisivo para vencer a los Imperios
Centrales.
Imagen tomada de http://www.dailyherald.com/storyimage/DA/20140628/news/140629223/EP/1/77/EP-140629223.jpg&updated=201406241713&MaxW=800&maxH=800&noborder
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