Hace 100 años
4 de junio de 1917
Primera Guerra Mundial
Los bóer al servicio de Gran Bretaña
El 29 de mayo de 1917, Hassan Vossug ed Dowleh presenta su renuncia como
Primer Ministro de Persia (Irán). Vossug fue uno de los políticos iraníes más
influyentes de la primera mitad del siglo pasado. Pertenecía a una poderosa
familia, que ya contaba varios primeros ministros en su historial. Vossugh
volvería a su cargo a fines de 1918. En su segundo período, tuvo un rol clave
en la negociación del Tratado de 1919, firmado entre Gran Bretaña y Persia,
referido principalmente a la explotación de los ricos yacimientos petrolíferos
iraníes. Con la Revolución en marcha, Rusia no estaba en condiciones de
contrapesar la influencia británica en el área, de modo que los británicos, al
acabar la Primera Guerra Mundial, se apresuraron a asegurarse de que el
petróleo del Medio Oriente, tan importante para su economía y para su poder
naval, fuera controlado desde Londres. Los términos del acuerdo fueron muy
desfavorables para Persia, al punto que confirmaban al país como un satélite
del Imperio Británico. Vossug fue acusado de recibir sobornos de los británicos
y, aunque nunca se probó nada, el daño a su imagen fue tan grande, que tuvo que
dejar el país varios años.
El 30 de mayo, el general Jaap Louis van Deventer se convierte en
Comandante en Jefe de las tropas del Imperio Británico en África Oriental,
reemplazando al general Arthur Hoskins. Van Deventer, al igual que el general Jan
Christiaan Smuts al comienzo de la guerra, tuvo la particularidad de haber
pasado de ser héroe de una guerra contra Gran Bretaña, a general de una guerra
al servicio de la misma. Efectivamente, tanto Smuts, como Van Deventer,
tuvieron destacada participación en la resistencia guerrillera que ofrecieron
los “Afrikaner” de origen holandés a las fuerzas británicas, durante la Guerra
Anglo-Bóer (1899-1902). Dicho conflicto enfrentó a Londres con las repúblicas
formadas por los colonos de origen holandés, descendientes de los primeros
asentamientos europeos de Sudáfrica, llegados mucho antes que los británicos.
Se desarrolló con especial crueldad, con guerrillas de parte de los bóeres y
dura represión de parte de los británicos, que recurrieron a encerrar miles de
civiles inocentes, mujeres y niños en su mayoría, en campos de concentración,
para evitar que los guerrilleros pudieran encontrar una población que los
apoyara.
Miles murieron por las paupérrimas condiciones de los campos y, aunque
los términos resultaban humillantes para las comunidades Afrikaner, una serie
de líderes, como Louis Botha y Jan Smuts, entre otros, vieron que seguir
luchando por la independencia podía significar un precio demasiado alto para su
pueblo. Cuando estalló la Gran Guerra en Europa, extrañó a muchos que prominentes
oficiales sudafricanos bóer ahora se apresuraran a servir a su antiguo enemigo
y lo hicieran tan bien, que estuvieran dispuestos a colaborar en los levantamientos
intentados por sus compatriotas, que vieron una oportunidad con los británicos
ocupados en Europa. Al comienzo de la Gran Guerra, fueron esencialmente tropas
sudafricanas las encargadas de invadir el África Occidental Alemana (Namibia) y
las mismas fuerzas llevaron la mayor parte del peso de la larga campaña en
África Oriental Alemana (Tanzania).
Aunque para muchos veteranos de la Guerra Anglo-Bóer era imperdonable
vestir el uniforme británico, la postura de Smuts y Van Deventer tenía lógica.
Por un lado, los bóer consiguieron convertirse en una elite dominante en la
Sudáfrica británica y se mantuvieron en esa posición de privilegio hasta
finales del siglo XX, muchos después de que el Imperio Británico había sido disuelto.
Además, la guerra podía significar, por fin, la tan anhelada expansión de la
influencia afrikáner en África, a costa de las colonias alemanas, aunque fuera
bajo las banderas de Londres.
Abajo, se ve al general Smuts (izquierda) y al general Louis Botha, otro
veterano bóer, que fue un notable guerrillero en la guerra contra los
británicos y después, al igual que Smuts, hizo todo lo posible por vivir en paz
con los invasores e integrar a su gente como una elite en el nuevo dominio.
Botha fue el primer titular del cargo de Primer Ministro de la Unión
Sudafricana, predecesora histórica de la Sudáfrica postcolonial, dominada por
los bóer y sus descendientes, hasta el advenimiento del gobierno de Nelson
Mandela.
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