Hace 100 años
22 de noviembre de 1915
Primera Guerra Mundial
Los Imperios Centrales prosiguen su avance por Serbia. En estos últimos días, caen Prilep, Babuna y Novi Bazar. Pronto no quedará nada de Serbia por defender.
En el lejano frente de Mesopotamia, se inicia la Batalla de Ctesifonte, en el actual Irak. Ctesifonte es un antiguo campo de batalla, habiendo sido capital del Imperio Parto y del Imperio Sasánida. Según el geógrafo Estrabón, que escribió su obra en el siglo I, la ciudad fue fundada como campamento militar por los partos, frente a la ciudad helenística de Seleucia, capital del Imperio Seléucida, de la que estaba separada por el río Tigris. Una vez que los partos, llamados también arsácidas, conquistaron las tierras bajas de Mesopotamia, transfirieron su capital a Ctesifonte. Los partos constituyeron un poderoso reino, que se consideraba heredero de los antiguos reyes persas que invadieron Grecia. A menudo estuvo en guerra con Roma y muchas veces venció a las legiones, gracias a su excelente caballería y sus hábiles arqueros. La ciudad fue ocupada tres veces por los romanos, entre comienzos del siglo II y finales del siglo III, pero Roma nunca tuvo la capacidad de consolidar sus conquistas más allá del Éufrates y siempre tuvo que regresar los territorios conquistados a los partos, manteniendo una frontera relativamente estable. El último rey parto, Artábano IV, fue derrotado y muerto el año 224 por quien se convertiría en Ardasir I, el primero de los reyes de la Dinastía Sasánida.
El Imperio Sasánida nació y vivió su apogeo en los momentos en que Roma iniciaba su proceso de decadencia. Las legiones siguieron siendo capaces de contener a los sasánidas por un tiempo, pero se llegó a dar el caso de algún emperador romano tomado prisionero, que murió en cautiverio en los calabozos del palacio de Ctesifonte. Los romanos orientales, más conocidos como bizantinos, heredaron la rivalidad con los persas. El Imperio Bizantino y el Imperio Sasánida sostuvieron muchas guerras que los debilitaron a ambos y terminaron beneficiando a los árabes, que conquistaron la ciudad en el año 637. En 1915, la localidad donde una vez estuvo la orgullosa capital persa estaba era parte del Imperio Turco-Otomano y estaba a punto de ser atacada por otro ejército invasor, el británico, que venía del lejano occidente, igual que los antiguos romanos y bizantinos.
Los británicos habían iniciado la Campaña de Mesopotamia para defender el suministro de petróleo, que se había convertido en recurso estratégico, luego de que la “Royal Navy” empezara a usarlo como combustible en sus buques, desde comienzos del siglo XX, en reemplazo del carbón de piedra. Hasta el momento, las fuerzas imperiales provenientes desde la India y desde la metrópoli habían cosechado muchos éxitos contra los turcos, a los que tenían en retirada. Los británicos se habían formado muy mala opinión de las fuerzas turcas que defendían Mesopotamia, especialmente de los generales y oficiales superiores. Las tropas turcas estaban nominalmente bajo el mando del Barón von del Goltz, un general alemán de experiencia, que llevaba quince años empeñado en modernizar la milicia del Sultán y que conocía muy bien el terreno. Sin embargo, el 22 de noviembre, cuando empezó la ofensiva británica, Von del Goltz estaba aún en ruta desde Constantinopla, de modo que el oficial a cargo era el coronel Nureddin Ibrahim Pasha. Bajo su mando, se hallaban alrededor de 18.000 hombres, agrupados en cuatro divisiones, bien organizadas para la defensa, apoyados por 52 piezas de artillería.
Los británicos contaban con poco más de 11.000 soldados de la 6ª División del Ejército Británico de la India, al mando del general Charles Townshend. A pesar de su inferioridad numérica y de enfrentar a un enemigo bien atrincherado, Twonshend estaba confiado en la superioridad de sus tropas y en el apoyo que podían darle dos buques de guerra fluviales, con cuyo concurso esperaba ablandar las defensas turcas. Sin embargo, al momento de entablar batalla, las embarcaciones se encontraron con que el río estaba minado y con la calurosa bienvenida de la artillería turca, que estaba bien ubicada para cubrir tanto el frente de su infantería, como la aproximación desde el río.
Luego de tres días de lucha, el general Townshend decidió que había sufrido demasiadas bajas y ordenó la retirada, sin haber conseguido romper las líneas otomanas. Nureddin había ordenado la retirada de sus fuerzas el mismo día y por las mismas razones, pero al percatarse de la retirada británica, decidió salir en su persecución. Los turcos pisaron los talones de los británicos hasta la ciudad de Kut, que fue puesta bajo asedio con nefastas consecuencias para los británicos.
Abajo, una fotografía tomada en la época de la Campaña de Mesopotamia, con las ruinas del Palacio de Invierno de los antiguos reyes partos al fondo.