Hace 100 años
3 de diciembre de 1917
Primera Guerra Mundial
Contraataque alemán en Cambrai
Prosigue la lucha en Cambrai. La ofensiva británica, lanzada el 20 de
noviembre, tomó a los alemanes por sorpresa y, por un momento, los dejó en
situación apurada: la Línea Hindenburg rota, dos divisiones casi destruidas y escasas
de suministros. El uso masivo de tanques aparentemente había dado a los
británicos una victoria tan vistosa, que la primera jornada del ataque había
sido saludada con toques de campana en las iglesias, a lo largo y ancho de todo
el Reino Unido. Pero los alemanes no son fáciles de derrotar. Ese mismo día,
pudieron disponer de la 107ª División, que había sido enviada a reemplazar
otras unidades y pudo ser usada, justo a tiempo, para distribuir sus unidades
en los sectores más comprometidos. Para el 23 de noviembre, los alemanes habían
reunido cuatro divisiones de refresco en el 23er Cuerpo de Reserva, también
llamado Grupo Busigny. Para el día 27, los alemanes ya tenían una fuerza suficiente
en el sector, como para intentar un contraataque. La ofensiva británica, por
otro lado, había perdido el impulso inicial.
Los alemanes planificaron contraatacar desde el sur de la brecha abierta
en sus líneas, para luego arrollar desde el flanco a las tropas británicas que
habían quedado atascadas, en amarga lucha, en el estratégico bosque de Bourlon.
El 28 de noviembre, los alemanes dieron el primer aviso, con un masivo
bombardeo de gases venenosos en dicho bosque. Dos días después, el 30, el 2º
Ejército Alemán lanzó todas sus unidades al ataque. Los británicos pensaban que
los alemanes no tenían fuerzas como para recuperar la iniciativa en el sector y
no tenían idea de lo que les caería, cuando la contraofensiva se inició
simultáneamente desde el sur y el norte, con los alemanes intentando romper el
cuello de la saliente que se proyectaba sobre las antiguas líneas. A media
mañana, la situación de las tropas británicas era peligrosa, con la posibilidad
muy cierta de que varias divisiones del 3er Ejército Británico quedaran
atrapadas en un gran cerco.
Para el 3 de diciembre, el cuello de la saliente había sido reducido,
pero no cerrado. Sin embargo, el Comandante en Jefe de la BEF, general Douglas
Haig, ordenó la retirada, para evitar un desastre de proporciones. El audaz
ataque de los tanques de Cambrai se saldaba con un fracaso. En algunos
sectores, el balance dejó modestas ganancias de terreno a los británicos, pero
hubo incluso algunos sectores que, antes de la ofensiva, estaban en poder de
los británicos y ahora quedaban en poder de los alemanes, luego de su
contraataque. Una reducida saliente permaneció alrededor de Flesquieres, que no
reportaba muchas ventajas a los británicos y que, en cambio, sería aprovechada
por los alemanes en sus devastadoras ofensivas del año siguiente.
Las defensas británicas empezaron a reorganizarse y gradualmente pudieron
reestablecer el orden de sus unidades. Al mismo tiempo, ahora era el turno de
los alemanes de ver cómo su ataque perdía impulso, luego de un comienzo muy
prometedor, casi con los mismos inconvenientes que sufrieron los británicos,
para sostener su ofensiva: fuertes bajas, un caótico sistema de suministros y
un mando incapaz de explotar el éxito inicial.
En el balance general de la Batalla de Cambrai, los alemanes pudieron
rehacer sus líneas y salir más o menos airosos. Para los generales británicos,
fue un nuevo fiasco. Se establecieron comisiones investigativas, para
determinar a los responsables de la derrota. El apresuramiento al planificar la
ofensiva en Cambrai resultó en que muchas tropas estaban faltas de
entrenamiento y el terreno que capturaron brevemente, entre fines de noviembre
y comienzos de diciembre, era difícil de defender, salvo que se pudiera
proseguir el avance, explotando los éxitos iniciales. Pero la caballería no
pudo penetrar las líneas alemanas, al producirse la brecha del primer día. Sobre todo, lo que parecía una ofensiva
prometedora, al iniciarse el ataque británico, el 23 de noviembre, no llegó a
ser tan exitosa, como para evitar que los alemanes se reagruparan. Los alemanes
además supieron usar en su contraataque nuevas y efectivas tácticas de
infiltración en las líneas británicas, que no supieron reaccionar a tiempo y se
vieron superadas.
A partir de la lucha en Cambrai, los mandos de la Entente extrajeron
lecciones valiosas, que usarían en las ofensivas de la segunda mitad de 1918,
que les darían la victoria final. Pero fue un aprendizaje costoso, con más de
44.000 soldados británicos muertos, heridos o prisioneros, frente a un número
equivalente de bajas alemanas.
En la fotografía, un grupo de soldados alemanes pasa cerca de un tanque
británico, dañado y abandonado durante la batalla.
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