Hace 100 años
15 de octubre de 1917
Primera Guerra Mundial
Mata Hari
La Entente sigue al ataque en Passchendaele-Ypres. Los alemanes enfrentan
una avalancha multinacional. Durante octubre, el “Deutsches Heer” deberá
resistir el embate de tropas británicas, francesas, belgas, neozelandesas,
australianas y canadienses. El 9 de octubre, se produce la acción conocida como
“Batalla de Poelcapelle” y el 12, la historia registra la llamada “Primera
Batalla de Passchendaele” (no confundir con el contexto más general de la gran
Batalla de Passchendaele, que equivale a la Tercera Batalla de Ypres). Ambas
operaciones son rotundos fracasos de la Entente, que sufre los efectos de las
lluvias otoñales y de la resistencia más determinada de los alemanes, que se
han repuesto de los ataques de septiembre. De todos modos, el costo en bajas
para los defensores es altísimo, al igual que para los atacantes. Pero estos
últimos tienen mayores reservas. Cada día que pasa, Alemana está más
estrangulada por el bloqueo, pero la Entente tampoco consigue victorias
decisivas y sigue a la espera de que Estados Unidos pueda desencadenar todo su
potencial.
El 15 de octubre, en París, es ejecutada Margaretha Zelle, mejor conocida
como Mata Hari, acusada de espiar para los alemanes. Había nacido en Holanda en
1876 y se casó en 1895 con el capitán Rudolf MacLeod, un oficial de la Marina
Holandesa, veinte años mayor que ella y que había publicado un anuncio,
buscando esposa. Trasladados a Java, en las Indias Orientales Holandesas, la
pareja tuvo dos hijos, uno de los cuales falleció a temprana edad. La muerte
del pequeño supuso un duro golpe para la pareja y llevó al padre a refugiarse
en la bebida, mientras Margaretha lidiaba con la soledad, conociendo más de la
cultura local, que aprovecharía tan magistralmente cuando volviera a Europa,
con fama de conocedora de las artes amatorias y seductoras del misterioso
Oriente.
De vuelta en Europa, el matrimonio se separó legalmente y Margeretha
partió a París, donde se reinventó como una cortesana, altamente entrenada en
unas supuestas danzas eróticas del Asia Oriental. Tomó el nombre de Mata Hari,
una palabra compuesta, de origen malayo, que puede traducirse como “Ojo del
Día” o “Sol”. Sus espectáculos de danza, en los que se desnudaba lentamente, al
ritmo de música sugerente, le ganaron fama en toda Europa y atraía numerosas
audiencias, así como amantes influyentes en todas las capitales de la Europa de
la “Belle Époque”, dispuestos a recompensarla generosamente, a cambio de los
placeres de su compañía.
Ya durante la guerra, fue reclutada por los servicios de espionaje
franceses y también reconoció haber trabajado para los belgas. Cuando fue
arrestada, mencionó que los alemanes también le habían pagado, pero que ese
dinero provenía de otros “servicios”, distintos al espionaje.
Es imposible saber qué tanta información obtuvo y traspasó Mata Hari, a
partir de sus conversaciones “de almohada” con sus amantes. En todo caso, es
casi seguro que calificarla como “doble agente”, como la “espía más consumada
del siglo” o culparla de la muerte de miles de soldados franceses fue una
exageración propagandística de los líderes políticos y militares franceses,
necesitados de un chivo expiatorio, luego de tres años de constantes fracasos
en quebrar la resistencia de una Alemania que luchaba rodeada de enemigos,
bloqueada y apenas con aliados fuertes de su lado. Mata Hari era una mujer que
se abría camino sola en un mundo de hombres, usando su innegable talento para
la danza, su arrebatadora belleza y su fina intuición para saber qué permite a
los varones bajar la guardia, para pagar los favores de una vida acomodada a
una amante bella y complaciente. Y también conocía la forma, sin duda, de hacer
que quienes la tuvieron en sus brazos compartieran más de un secreto delicado.
En la Europa galante del siglo XIX, es poco probable que una indiscreción de
ese tipo hubiera llevado a una hermosa mujer ante un pelotón de fusilamiento. Pero
la “guerra total” lo había cambiado todo para peor.
Su primer arresto fue a fines de 1916, cuando los servicios de
inteligencia británicos la hicieron descender desde un vapor que viajaba entre
Holanda y España, mientras recalaba en el puerto inglés de Falmouth. Los
agentes británicos del “MI5” pensaban que se trataba de Clara Benedix, una
célebre agente alemana que había operado en Madrid. Cuando los interrogadores
se dieron cuenta de que estaban ante la famosa Mata Hari, modificaron las
preguntas y terminaron dejándola libre, por carecer de evidencia, pero ya
sabían que mantenía romances con oficiales de casi todos los ejércitos
involucrados en la guerra. Ella misma, según el reporte de los británicos,
reconoció que trabajaba para Bélgica, como espía.
De regreso en Madrid, tuvo un fatídico romance con cierto mayor Kalle,
agregado militar alemán en la embajada germana en España. Poco después de
disfrutar de la atención de la hermosa Mata Hari, Halle envió un mensaje
cifrado a Berlín, donde informaba que la espía “H21”, había probado ser
valiosa. En París y Londres podían interceptar y descifrar los mensajes de la
diplomacia alemana, de modo que sospecharon inmediatamente de la cortesana.
Cuando intentó entrar en Francia nuevamente en 1917, para encontrarse con uno
de sus enamorados, fue arrestada por los franceses. Admitió haber recibido
pagos de oficiales alemanes, pero aclaró que eran a cambio de su compañía y no
por espionaje. Los expedientes del juicio registran que Mata Hari admitió ser
“H21”, pero la autenticidad de esos registros ha sido cuestionada por estudios
posteriores, al punto de que las autoridades francesas han aceptado revisar el
caso, casi un siglo después de ocurridos los sucesos.
Temprano en la mañana del 15 de octubre de 1917, la más famosa bailarina
exótica de todos los tiempos fue llevada desde su celda en París, hasta las
afueras de la ciudad, donde la esperaba un pelotón de fusilamiento. Según el
relato de Henry Wales, corresponsal británico que presenció la ejecución, la cortesana
acusada de espionaje mostró completo autocontrol y tranquilidad. Acudió
elegantemente vestida y rehusó la venda para los ojos, de modo que podía mirar
fijamente a los soldados que estaban a punto de descargar sus fusiles sobre
ella.
Habiendo roto contacto con su ex esposo y su hija, nadie reclamó el cuerpo
de Mata Hari, que fue donado para estudios médicos, de modo que nunca existió
una tumba identificada.
Abajo, una fotografía tomada a Mata Hari, durante sus días de fama en
París, antes de la guerra.
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