domingo, 27 de agosto de 2017

Hace 100 años - 27 de agosto de 1917 - Primera Guerra Mundial - Guerra aérea sobre Inglaterra

Hace 100 años
27 de agosto de 1917
Primera Guerra Mundial

Guerra aérea sobre Inglaterra

Para el 25 de agosto de 1917, puede considerarse terminada la Batalla de la Colina 70, una acción subsidiaria, en el marco mayor de las Tercera Batalla de Ypres, también conocida como Batalla de Passchendaele. En el encuentro de la Colina 70, el centro de gravedad de la operación era la ciudad de Lens. Los canadienses, que condujeron la ofensiva en el sector, consiguieron una indudable victoria táctica contra los alemanes. Sin embargo, los logros canadienses no se tradujeron en efectos estratégicos de largo alcance. Nunca se materializó una ofensiva que prosiguiera el ataque de agosto de 1917 sobre Lens, en gran parte, porque los británicos sencillamente no tenían recursos para destinarles. De hecho, los alemanes se mantuvieron en las posiciones que tenían en la zona hasta su retirada final, en 1918.

Alemanes y británicos también se disputan el dominio de los aires. Los dirigibles alemanes todavía son peligrosos, pero los aviones británicos de caza han progresado y tienen mayores posibilidades de destruirlos. El 21 de agosto de 1917, el dirigible “L-23” es destruido sobre el Mar del Norte. La guerra aérea sobre Gran Bretaña está siendo cada vez más protagonizada por aviones. El 22 de agosto, los bombarderos “Gotha” alemanes llevan a cabo la última incursión diurna sobre Inglaterra. De ahora en adelante, aprovecharían la oscuridad para aproximarse hasta Londres y dejar caer sus bombas sobre la ciudad.

El bombardeo sobre las ciudades inglesas rompió la tradicional frontera entre civiles y militares en guerra. La lucha fue traída hasta las casas, las escuelas y los lugares de trabajo. Posiblemente fue el elemento más claro (y seguramente el más bárbaro) de cuantos inauguraron la época de la “guerra total”. Cualquier residente de un puerto o poblado, dentro del radio de alcance de los bombarderos o “zeppelines” podía perder su vida.

Los ataques aéreos sobre suelo británico fueron esporádicos hasta fines de 1916, cuando los alemanes formaron un “Escuadrón Inglaterra”, al mando del capitán Ernst Brandenburg, cuyo objetivo sería quebrantar la moral de los británicos, especialmente los londinenses, mediante el ataque sistemático sobre su ciudad. A partir del “raid” sobre Folkestone, en mayo de 1917, la aviación germana inició una intensa campaña de 12 meses, usando sus “Gotha”, que involucró 52 incursiones, matando a 836 personas y causando 1.982 heridos. El ataque más costoso fue el del 13 de junio de ese mismo año, cuando los bombarderos alemanes dejaron 162 londinenses muertos e hirieron a otros 432. El número de bajas fue moderado, si lo comparamos con la carnicería horrenda del Frente Occidental, que se llevaba por delante 486 soldados del Imperio Británico diariamente. La comparación también se suaviza si lo contrastamos con los más de 60.000 civiles residentes en las Islas Británicas que serían bajas en la siguiente guerra. No obstante, el impacto de los “raids” de 1916-1918 fue notorio en términos sicológicos y en cuanto al impulso de medidas defensivas antiaéreas.

Para el verano de 1917, el Gobierno Británico había implementado una muy rudimentaria organización de defensa civil, con refugios improvisados y vigilantes provistos con silbidos, que hacían sonar para dar la alarma de ataque aéreo. Alrededor de 200 puestos de observación fueron instalados en la costa del sureste de Inglaterra, inicialmente atendidos por soldados y, más tarde, por agentes del orden especialmente destinados a tal fin y que empezaron a hacer uso gradual de otras tecnologías también en expansión, como el teléfono, para alertar a la población y a las fuerzas encargadas de defender los cielos británicos. Se desplegaron armas antiaéreas y reflectores, así como ocho escuadrones de cazas. Para dificultar la observación de los blancos, desde septiembre de 1917, gran parte de las luces de la ciudad de Londres se mantuvieron apagadas durante las noches.

Los bombardeos alemanes necesitaban buen clima y luz de luna para llegar hasta sus blancos. El viento fuerte y la lluvia evitaban los ataques, de modo que los londinenses sabían que tendrían una noche tranquila, si había tormenta. Pero cuando las condiciones climáticas eran diferentes, los habitantes de los populosos distritos centrales de la capital británica sabían que lo mejor era buscar refugio bajo tierra. Para el otoño de 1917, 86 estaciones del metro habían sido dispuestas como refugios antiaéreos, con capacidad para cobijar alrededor de 250.000 personas. Se estima que hasta 300.000 personas pudieron haber buscado refugio en las estaciones y otras 500.000 se las pudieron haber arreglado en sótanos o bodegas subterráneas de distinto tipo.

Los ataques de los “Zeppelines” y de los “Gotha”, en la Primera Guerra Mundial, no consiguieron dañar la moral de los civiles. No se produjo la gran presión pública para terminar con la guerra, que esperaban los altos mandos alemanes en Berlín. Por otro lado, tuvieron un impacto considerable y fueron un anuncio de las cosas por venir, en caso de que se llegara a producir (y, de hecho, se produjo) otra guerra entre potencias europeas, que deviniera en guerra mundial. Muchos londinenses, así como sus hijos y hermanos menores, experimentarían, 25 años más tarde, la traumática experiencia de estar bajo ataque aéreo.

Abajo, una representación artística de los londinenses refugiados en la Estación de “Elephant and Castle”, durante una noche de bombardeo, durante la Primera Guerra Mundial.




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