sábado, 8 de julio de 2017

Hace 75 años - 9 de julio de 1942 - Segunda Guerra Mundial - Sebastopol, el Volga y el Cáucaso

Hace 75 años
9 de julio de 1942
Segunda Guerra Mundial

Sebastopol, el Volga y el Cáucaso

El 6 de julio de 1942, en medio del Pacífico, dos transportes japoneses, escoltados por cinco destructores, llegan hasta una pequeña isla en el archipiélago de las Salomón. Desembarcan dos unidades de ocupación, 100 camiones, 4 tractores, 6 aplanadoras, 2 generadores eléctricos y dos locomotoras con sus vagones, además de abundante equipo necesario para construir un aeródromo. El intento por construir el aeródromo japonés desencadenaría en respuesta una de las más decisivas batallas de toda la guerra, que sería conocida con el nombre de la islita en cuestión: Guadalcanal.

En África del Norte, Erwin Rommel, recientemente ascendido a mariscal de campo, sigue al ataque. Tras su brillante victoria en la Batalla de Gazala, Rommel intentó explotar el éxito y perseguir al 8º Ejército Británico hasta el Canal de Suez, si era necesario. Pero las tropas del Eje están exhaustas y empiezan a escasear los suministros. El 3 de julio, en Ruweisat, cerca de El Alamein, Rommel ataca con la 15ª División Panzer, la 21ª División Panzer y el 20º Cuerpo Motorizado Italiano, aunque logra pocos avances. Además del creciente problema de suministros, las bajas acumuladas y el cansancio de las tropas, los británicos empiezan a dominar los aires. La “RAF” dispone 780 salidas contra las columnas ítalo-germanas sólo el 3 de julio. El 4 de julio, creyendo que las fuerzas del Eje estaban agotadas, tropas sudafricanas y neozelandesas lanzaron una contraofensiva, que tampoco logró cambiar mucho las cosas. Para el 5 de julio, el frente norteafricano quedó envuelto nuevamente en una relativa calma, debida principalmente al agotamiento de los alemanes, que llevaban varias semanas atacando sin descanso y persiguiendo a los británicos, que huían tras su derrota en Gazala.

El 4 de julio de 1942, el puerto-fortaleza de Sebastopol, la principal base naval soviética del Mar Negro, cae en manos alemanas. Considerado como uno de los lugares más fortificados de la tierra, había estado bajo asedio alemán desde octubre de 1941. Tras la pausa obligada del crudo invierno ruso, el 11er. Ejército Alemán, bajo el mando del mariscal Erich von Manstein, se lanzó nuevamente al ataque en mayo, destruyendo las fuerzas soviéticas que habían desembarcado en península de Kerch durante el invierno, con la intención de aliviar la presión alemana sobre la ciudad. Con la destrucción de la cabeza de puente en Kerch, Von Manstein pudo concentrar todas sus fuerzas sobre Sebastopol propiamente tal y eliminarlo como amenaza al avance germano de una vez por todas.

Sebastopol era un obstáculo formidable. Sus protegidos campos aéreos eran bases perfectas para la Fuerza Aérea Roja, que podía lanzar sus escuadrones tan lejos como el territorio rumano. También era el cuartel general de la Flota del Mar Negro, bajo el mando del contraalmirante Filipp Oktyabrsky, que se hizo cargo del mando general de todas las fuerzas de mar, tierra y aire en la zona. Los cañones de los cruceros y destructores causaron estragos entre los alemanes y sus aliados, aunque sufrieron muchas bajas de parte de la aviación alemana. Las fortificaciones principales apuntaban su armamento hacia el mar, en previsión de un intento de asedio naval. Las defensas terrestres consistían en un cinturón defensivo externo, que rodeaba la ciudad en distancias de 15 a 20 kilómetros, con un cinturón interno a 5 kilómetros. Las defensas recibían el refuerzo de los obstáculos naturales presentes en un terreno boscoso y difícil de transitar. Al norte de la Bahía Severnaya, había once baterías y fortines, defendidos por el 1er. Ejército Costero. En otros sectores, los soviéticos habían construido cientos de búnkeres de madera, con nidos de ametralladora y piezas antiblindaje de 45 milímetros. A lo largo de los 37 kilómetros del cinturón exterior de defensa, se repartían 19 búnkeres de concreto. Los ingenieros soviéticos habían repartido además miles de minas antitanque y antipersonal, junto con obstáculos de diverso tipo y alambrados de púas. Además de las defensas fijas, la guarnición podía echar mano de 455 piezas de artillería y morteros de diverso calibre.

Las tropas de Von Manstein habían sufrido muchas bajas desde el inicio de la campaña, con algunas unidades que no llegaban al 40 por ciento de su fuerza inicial. Antes de lanzarse al asalto de la fortaleza, Von Manstein exigió que la “Luftwaffe” ablandara las defensas. Al momento de reiniciarse la batalla terrestre, los aviadores alemanes habían llevado a cabo 3.069 misiones y lanzado 2.264 toneladas de bombas. Durante todo el mes de junio, usando sus considerables recursos, las tropas veteranas desplegadas en la Unión Soviética, posiblemente los mejores soldados de su tiempo, fueron reduciendo el perímetro defensivo, con germánica y metódica precisión. Para fines de junio, la posición soviética era insostenible. En el último momento, el almirante Oktyabrsky y el general Ivan Petrov, jefe del 1er. Ejército Costero, fueron evacuados por aire, para evitar su captura por parte de los alemanes. El 3 de julio, las últimas líneas defensivas fueron penetradas y, para el 4 de julio, las últimas posiciones soviéticas fueron barridas, cesando la resistencia organizada, aunque se mantuvieron combates aislados hasta el 9 de julio.

Los alemanes declararon que habían tomado 90.000 prisioneros, un número considerables, aunque escaso si se compara con los millones de hombres que caían prisioneros en las grandes batallas del verano anterior. Además es casi seguro que las cifras alemanas fueron exageradas, pues la guarnición de Sebastopol no llegaba a los 110.000 hombres y alrededor de 25.000 habían sido evacuados por mar. En todo caso, la caída de Sebastopol fue un desastre para el Ejército Rojo y para la Marina Soviética, que perdía su mayor base naval en aguas templadas. Para los soviéticos, perder Sebastopol era repetir la humillación sufrida por sus antepasados en la Guerra de Crimea (1853-1856), que la habían perdido entonces a manos de los invasores británicos, franceses, turcos y piamonteses. Ahora se repetía la historia a manos de los alemanes, que recibían un importante aliciente para su moral, de cara a la inminente ofensiva que la “Wehrmacht” se disponía a lanzar hacia los montes del Cáucaso y el gran río Volga. Con todo, la caída final de Sebastopol demoró más de lo que calculaban los altos mandos en Berlín y fue mucho más costoso para el 11er. Ejército de Von Manstein de lo que se esperaba, de modo que la ofensiva principal del verano de 1942 se retrasó considerablemente. Además las fuerzas de Von Manstein, muy maltrechas, no estaban en condiciones de prestar su apoyo en el inicio de la campaña que terminaría, algunos meses después, en la Batalla de Stalingrado.

En los últimos días de junio y primeros días de julio, se dan las etapas iniciales de “Caso Azul”, la ofensiva de verano alemana del Frente Oriental. El ataque debía ser conducido a través de la estepa meridional rusa del Kubán, hacia el Cáucaso, cruzando los tres grandes ríos que cruzan Rusia y Ucrani de norte a sur: Don, Donets y Volga. El “Grupo de Ejércitos A”, comandando por el mariscal Wilhelm List, se dirigiría hacia el Cáucaso, el objetivo principal de la operación, con sus importantes recursos naturales, especialmente el petróleo. List disponía de tres formaciones de la “Wehrmacht”: 17º Ejército, 11er. Ejército y 1er. Ejército Panzer, apoyados por el 3er. Ejército Rumano. En el flanco izquierdo, el “Grupo de Ejércitos B”, mandado por el mariscal Maximilan von Weichs, se dirigiría hacia el Volga, para evitar la llegada de refuerzos desde el norte de la Unión Soviética y dejar su propia línea de ataque anclada en el gran río. Von Weichs mandaba sobre el 2º Ejército, el 6º Ejército y el 4º Ejército Panzer, de la “Wehrmacht”, apoyados por el 2º Ejército Húngaro, el 4º Ejército Rumano y el 8º Ejército Italiano. Desde el aire, el avance alemán era cubierto por la 4ª Flota Aérea (“Luftflotte”) del general Alexander Löhr, compuesta por el 8º y 4º Cuerpos Aéreos (“Fliegerkorps”).

Según la planificación alemana, el Volga debía ser alcanzado en una ciudad industrial, poco conocida hasta entonces: Stalingrado. Los planes alemanes originales, sin embargo, no contemplaban la necesidad de tomar y retener la ciudad, objetivo posteriormente añadido por Hitler, que no era en absoluto necesario para el éxito de la operación y que resultó ser, de hecho, contraproducente para el objetivo principal de los yacimientos petrolíferos de Grozny, Bakú y Maykop. Desde el 28 de junio de 1942, más de 1.000.000 de alemanes y 300.000 soldados de las fuerzas satélites del Eje, se lanzaron sobre el sur de la inmensa Unión Soviética, con el apoyo de casi 2.000 tanques y más de 1.600 aviones. Al igual que en el verano de 1941, los soviéticos contaban con una importante ventaja numérica y material que, sin embargo, no supieron aprovechar sino hasta el final de la campaña.

Para el 3 de julio, el avance alemán había alcanzado el Don, que fue cruzado ese día por el 4º Ejército Panzer a la altura de Voronezh. Al día siguiente, los soviéticos enviaron al 5º Ejército de Tanques de la Guardia para ayudar en la defensa de la ciudad, mientras Hitler ordenaba que el 6º Ejército Alemán se dirigiera hacia Stalingrado. Para el 6 de julio, mientras el 4º Ejército Panzer luchaba en las afueras de Voronezh, el 6º Ejército Alemán llagaba hasta Ostrogozhsky, 100 kilómetros al sur de Voronezh. Con los últimos acontecimientos, Stalin por fin aceptó que el objetivo alemán para 1942 no era Moscú y que la gran ofensiva en el sur no era una distracción. El tirano marxista ordenó de inmediato que Voronezh fuera defendida a toda costa, para mantener el control del ferrocarril que unía el Cáucaso con el resto de Rusia y dio permiso al mariscal Semión Timoshenko a retirar sus tropas al este del río Don.

El 8 de julio, el 1er. Ejército Panzer atravesó el río Donets. El Ejército Rojo no había podido defender el Don, ni tampoco el Donets. El tiempo diría si sería capaz de defender el Volga.

En la fotografía, un soldado alemán observa las aguas del Mar Negro, que bañan Sebastopol. Detrás del alemán, se observan los restos de un destructor soviético y los severos daños sufridos por las instalaciones del puerto, durante la batalla que acababa de terminar. El “landser” se ve en posición relajada y viste uniforme ligero. Las recientes victorias y el clima cálido seguramente le han hecho olvidar parte de los horrores sufridos en el último invierno. Al igual que muchos de sus camaradas, ignora que la lucha en el Frente Oriental no hará otra cosa que empeorar para el “III Reich”.




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