Hace 75 años
9 de julio de 1942
Segunda Guerra Mundial
Sebastopol, el Volga y el Cáucaso
El 6 de julio de 1942, en medio del Pacífico, dos transportes japoneses,
escoltados por cinco destructores, llegan hasta una pequeña isla en el
archipiélago de las Salomón. Desembarcan dos unidades de ocupación, 100
camiones, 4 tractores, 6 aplanadoras, 2 generadores eléctricos y dos
locomotoras con sus vagones, además de abundante equipo necesario para
construir un aeródromo. El intento por construir el aeródromo japonés
desencadenaría en respuesta una de las más decisivas batallas de toda la guerra,
que sería conocida con el nombre de la islita en cuestión: Guadalcanal.
En África del Norte, Erwin Rommel, recientemente ascendido a mariscal de
campo, sigue al ataque. Tras su brillante victoria en la Batalla de Gazala,
Rommel intentó explotar el éxito y perseguir al 8º Ejército Británico hasta el
Canal de Suez, si era necesario. Pero las tropas del Eje están exhaustas y empiezan
a escasear los suministros. El 3 de julio, en Ruweisat, cerca de El Alamein,
Rommel ataca con la 15ª División Panzer, la 21ª División Panzer y el 20º Cuerpo
Motorizado Italiano, aunque logra pocos avances. Además del creciente problema
de suministros, las bajas acumuladas y el cansancio de las tropas, los
británicos empiezan a dominar los aires. La “RAF” dispone 780 salidas contra
las columnas ítalo-germanas sólo el 3 de julio. El 4 de julio, creyendo que las
fuerzas del Eje estaban agotadas, tropas sudafricanas y neozelandesas lanzaron
una contraofensiva, que tampoco logró cambiar mucho las cosas. Para el 5 de
julio, el frente norteafricano quedó envuelto nuevamente en una relativa calma,
debida principalmente al agotamiento de los alemanes, que llevaban varias
semanas atacando sin descanso y persiguiendo a los británicos, que huían tras
su derrota en Gazala.
El 4 de julio de 1942, el puerto-fortaleza de Sebastopol, la principal
base naval soviética del Mar Negro, cae en manos alemanas. Considerado como uno
de los lugares más fortificados de la tierra, había estado bajo asedio alemán
desde octubre de 1941. Tras la pausa obligada del crudo invierno ruso, el 11er.
Ejército Alemán, bajo el mando del mariscal Erich von Manstein, se lanzó
nuevamente al ataque en mayo, destruyendo las fuerzas soviéticas que habían
desembarcado en península de Kerch durante el invierno, con la intención de
aliviar la presión alemana sobre la ciudad. Con la destrucción de la cabeza de
puente en Kerch, Von Manstein pudo concentrar todas sus fuerzas sobre
Sebastopol propiamente tal y eliminarlo como amenaza al avance germano de una
vez por todas.
Sebastopol era un obstáculo formidable. Sus protegidos campos aéreos eran
bases perfectas para la Fuerza Aérea Roja, que podía lanzar sus escuadrones tan
lejos como el territorio rumano. También era el cuartel general de la Flota del
Mar Negro, bajo el mando del contraalmirante Filipp Oktyabrsky, que se hizo
cargo del mando general de todas las fuerzas de mar, tierra y aire en la zona. Los
cañones de los cruceros y destructores causaron estragos entre los alemanes y
sus aliados, aunque sufrieron muchas bajas de parte de la aviación alemana. Las
fortificaciones principales apuntaban su armamento hacia el mar, en previsión
de un intento de asedio naval. Las defensas terrestres consistían en un
cinturón defensivo externo, que rodeaba la ciudad en distancias de 15 a 20
kilómetros, con un cinturón interno a 5 kilómetros. Las defensas recibían el
refuerzo de los obstáculos naturales presentes en un terreno boscoso y difícil
de transitar. Al norte de la Bahía Severnaya, había once baterías y fortines,
defendidos por el 1er. Ejército Costero. En otros sectores, los soviéticos
habían construido cientos de búnkeres de madera, con nidos de ametralladora y
piezas antiblindaje de 45 milímetros. A lo largo de los 37 kilómetros del cinturón
exterior de defensa, se repartían 19 búnkeres de concreto. Los ingenieros
soviéticos habían repartido además miles de minas antitanque y antipersonal,
junto con obstáculos de diverso tipo y alambrados de púas. Además de las
defensas fijas, la guarnición podía echar mano de 455 piezas de artillería y
morteros de diverso calibre.
Las tropas de Von Manstein habían sufrido muchas bajas desde el inicio de
la campaña, con algunas unidades que no llegaban al 40 por ciento de su fuerza
inicial. Antes de lanzarse al asalto de la fortaleza, Von Manstein exigió que
la “Luftwaffe” ablandara las defensas. Al momento de reiniciarse la batalla terrestre,
los aviadores alemanes habían llevado a cabo 3.069 misiones y lanzado 2.264
toneladas de bombas. Durante todo el mes de junio, usando sus considerables
recursos, las tropas veteranas desplegadas en la Unión Soviética, posiblemente
los mejores soldados de su tiempo, fueron reduciendo el perímetro defensivo,
con germánica y metódica precisión. Para fines de junio, la posición soviética
era insostenible. En el último momento, el almirante Oktyabrsky y el general
Ivan Petrov, jefe del 1er. Ejército Costero, fueron evacuados por aire, para
evitar su captura por parte de los alemanes. El 3 de julio, las últimas líneas
defensivas fueron penetradas y, para el 4 de julio, las últimas posiciones
soviéticas fueron barridas, cesando la resistencia organizada, aunque se
mantuvieron combates aislados hasta el 9 de julio.
Los alemanes declararon que habían tomado 90.000 prisioneros, un número
considerables, aunque escaso si se compara con los millones de hombres que
caían prisioneros en las grandes batallas del verano anterior. Además es casi
seguro que las cifras alemanas fueron exageradas, pues la guarnición de
Sebastopol no llegaba a los 110.000 hombres y alrededor de 25.000 habían sido
evacuados por mar. En todo caso, la caída de Sebastopol fue un desastre para el
Ejército Rojo y para la Marina Soviética, que perdía su mayor base naval en aguas
templadas. Para los soviéticos, perder Sebastopol era repetir la humillación
sufrida por sus antepasados en la Guerra de Crimea (1853-1856), que la habían
perdido entonces a manos de los invasores británicos, franceses, turcos y
piamonteses. Ahora se repetía la historia a manos de los alemanes, que recibían
un importante aliciente para su moral, de cara a la inminente ofensiva que la “Wehrmacht”
se disponía a lanzar hacia los montes del Cáucaso y el gran río Volga. Con todo,
la caída final de Sebastopol demoró más de lo que calculaban los altos mandos
en Berlín y fue mucho más costoso para el 11er. Ejército de Von Manstein de lo
que se esperaba, de modo que la ofensiva principal del verano de 1942 se retrasó
considerablemente. Además las fuerzas de Von Manstein, muy maltrechas, no
estaban en condiciones de prestar su apoyo en el inicio de la campaña que
terminaría, algunos meses después, en la Batalla de Stalingrado.
En los últimos días de junio y primeros días de julio, se dan las etapas
iniciales de “Caso Azul”, la ofensiva de verano alemana del Frente Oriental. El
ataque debía ser conducido a través de la estepa meridional rusa del Kubán,
hacia el Cáucaso, cruzando los tres grandes ríos que cruzan Rusia y Ucrani de
norte a sur: Don, Donets y Volga. El “Grupo de Ejércitos A”, comandando por el
mariscal Wilhelm List, se dirigiría hacia el Cáucaso, el objetivo principal de
la operación, con sus importantes recursos naturales, especialmente el
petróleo. List disponía de tres formaciones de la “Wehrmacht”: 17º Ejército,
11er. Ejército y 1er. Ejército Panzer, apoyados por el 3er. Ejército Rumano. En
el flanco izquierdo, el “Grupo de Ejércitos B”, mandado por el mariscal
Maximilan von Weichs, se dirigiría hacia el Volga, para evitar la llegada de
refuerzos desde el norte de la Unión Soviética y dejar su propia línea de
ataque anclada en el gran río. Von Weichs mandaba sobre el 2º Ejército, el 6º
Ejército y el 4º Ejército Panzer, de la “Wehrmacht”, apoyados por el 2º
Ejército Húngaro, el 4º Ejército Rumano y el 8º Ejército Italiano. Desde el
aire, el avance alemán era cubierto por la 4ª Flota Aérea (“Luftflotte”) del
general Alexander Löhr, compuesta por el 8º y 4º Cuerpos Aéreos
(“Fliegerkorps”).
Según la planificación alemana, el Volga debía ser alcanzado en una
ciudad industrial, poco conocida hasta entonces: Stalingrado. Los planes
alemanes originales, sin embargo, no contemplaban la necesidad de tomar y
retener la ciudad, objetivo posteriormente añadido por Hitler, que no era en
absoluto necesario para el éxito de la operación y que resultó ser, de hecho,
contraproducente para el objetivo principal de los yacimientos petrolíferos de
Grozny, Bakú y Maykop. Desde el 28 de junio de 1942, más de 1.000.000 de
alemanes y 300.000 soldados de las fuerzas satélites del Eje, se lanzaron sobre
el sur de la inmensa Unión Soviética, con el apoyo de casi 2.000 tanques y más
de 1.600 aviones. Al igual que en el verano de 1941, los soviéticos contaban
con una importante ventaja numérica y material que, sin embargo, no supieron
aprovechar sino hasta el final de la campaña.
Para el 3 de julio, el avance alemán había alcanzado el Don, que fue
cruzado ese día por el 4º Ejército Panzer a la altura de Voronezh. Al día
siguiente, los soviéticos enviaron al 5º Ejército de Tanques de la Guardia para
ayudar en la defensa de la ciudad, mientras Hitler ordenaba que el 6º Ejército
Alemán se dirigiera hacia Stalingrado. Para el 6 de julio, mientras el 4º Ejército
Panzer luchaba en las afueras de Voronezh, el 6º Ejército Alemán llagaba hasta
Ostrogozhsky, 100 kilómetros al sur de Voronezh. Con los últimos
acontecimientos, Stalin por fin aceptó que el objetivo alemán para 1942 no era
Moscú y que la gran ofensiva en el sur no era una distracción. El tirano marxista
ordenó de inmediato que Voronezh fuera defendida a toda costa, para mantener el
control del ferrocarril que unía el Cáucaso con el resto de Rusia y dio permiso
al mariscal Semión Timoshenko a retirar sus tropas al este del río Don.
El 8 de julio, el 1er. Ejército Panzer atravesó el río Donets. El Ejército
Rojo no había podido defender el Don, ni tampoco el Donets. El tiempo diría si
sería capaz de defender el Volga.
En la fotografía, un soldado alemán observa las aguas del Mar Negro, que
bañan Sebastopol. Detrás del alemán, se observan los restos de un destructor
soviético y los severos daños sufridos por las instalaciones del puerto,
durante la batalla que acababa de terminar. El “landser” se ve en posición
relajada y viste uniforme ligero. Las recientes victorias y el clima cálido
seguramente le han hecho olvidar parte de los horrores sufridos en el último
invierno. Al igual que muchos de sus camaradas, ignora que la lucha en el
Frente Oriental no hará otra cosa que empeorar para el “III Reich”.
Imagen tomada de http://ww2db.com/images/battle_sevastopol8.jpg
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