sábado, 8 de julio de 2017

Hace 100 años - 9 de julio de 1917 - Primera Guerra Mundial - La restauración manchú (I)

Hace 100 años
9 de julio de 1917
Primera Guerra Mundial

La restauración manchú (I)

En estos días, se lleva a cabo un experimento político en la convulsionada China. Durante los últimos días de junio de 1917, hubo agrias disputas al interior del gobierno republicano chino en torno a la conveniencia de declarar la guerra a Alemania y unirse a la Entente. La confrontación entre el Presidente de la República, Li Yuanhong, y el Primer Ministro, Duan Qirui, llevó a la renuncia de este último y a la salida de los gobernadores militares de Pekín, que se reunieron en Tianjin, para llamar a las tropas a rebelarse contra el Presidente Li y capturar la capital por la fuerza. Para sortear la crisis, Li llamó al influyente general monarquista, Zhang Xun, para que mediara en el conflicto. Convertido en el hombre fuerte del régimen, Zhang aprovechó el desorden y entró en la capital en la madrugada del 1 de julio de 1917, ordenando restaurar en el trono a Pu Yi, el último emperador de la Dinastía Manchú o Qing, que había gobernado China entre 1644 y 1912.

Desde 1912, Pu Yi permanecía al interior de la “Ciudad Prohibida”, el complejo palaciego que había servido de residencia a los “Hijos del Cielo”. El 12 de febrero de ese año, la Emperatriz Dowager Longyu renunció al trono y a todo poder sobre China, en nombre del pequeño Pu Yi, que apenas tenía seis años y seguramente entendía poco de lo que pasaba. Mientras la corte imperial mantenía la pantomima de las viejas costumbres palatinas chinas, el resto del “Celeste Imperio”, convertido en república, se hundía en la peor de las anarquías, con las provincias dominadas por decenas de “señores de la guerra”, que conseguían el control de algunas de las guarniciones del antiguo Ejército Imperial, aumentadas o complementadas con tropas de irregulares, que se aliaban y traicionaban en una sucesión de acontecimientos muy difícil de seguir.

El general Yuan Shikai, militar y político, muy influyente en los últimos años de regencia de la Emperatriz Dowager, se convirtió en el más poderoso de estos “señores de la guerra”. Al momento de la abdicación de Pu Yi, se convirtió en el primer Presidente de la República y se permitió al joven monarca mantener su residencia en la Ciudad Prohibida, con todos los lujos de los que gozaron sus antepasados, aunque sin ningún poder real. A poco andar, sin embargo, se vio que la razón para esta generosa disposición hacia Pu Yi, de parte de Yuan, no era otra que la intención de este último de ocupar el lugar de Emperador él mismo. Yuan Shikai se autoproclamó efectivamente Emperador a fines de 1915, pero debió abandonar su efímero trono en marzo de 1916, ante la oposición generalizada de los grupos y líderes políticos.

La república fue repuesta, pero muchos aún eran nostálgicos de la monarquía. Entre ellos, se contaba el general Zhang Xun. Zhang, de hecho, se había negado a recortar su tradicional coleta, que colgaba desde su nuca, como muestra de su apego a las antiguas tradiciones monárquicas, a pesar de haber servido como oficial de la República. Tras el golpe del 1 de julio de 1917, Zhang dedicó las siguientes 48 a emitir un edicto tras otro, para dar forma al restaurado gobierno imperial manchú. El 3 de julio, el Presidente Li abandonó la sede de su gobierno y se refugió en la embajada japonesa, no sin antes designar al Vicepresidente Feng Gouzhang como Jefe de Estado en ejercicio y reponiendo a Duan Qirui como Primer Ministro, como una forma de comprometerlo con la defensa de la República amenazada.

Duan Qirui tomó inmediatamente el mando de las tropas estacionadas en Tianjin. Para el 5 de julio, Duan controlaba el ferrocarril que llevaba a Pekín y estaba a 40 kilómetros de la capital. Ese mismo día, Zhang salió con su ejército a enfrentar a los republicanos, pero se dio cuenta de que casi todos los ejércitos del norte estaban en su contra y decidió retirarse hacia Pekín. Para el 9 de julio, era evidente que la restauración había fracasado, de modo que Zhang decidió renunciar a todos los cargos que se había inventado en los días precedentes, incluyendo el de Primer Ministro del Gabinete Imperial, dejando a la familia imperial y a la corte de la Ciudad Prohibida en la incertidumbre. Los miembros de la corte, que se vieron arrastrados sin querer al fallido intento de restauración monárquica, procuraron abrir canales de negociación a espaldas de Zhang, pero no consiguieron evitar una confrontación, que amenazaba con cerrar violentamente este breve intento de devolver al poder a la dinastía que había gobernado China durante casi tres siglos.

En la fotografía, partidarios de la monarquía y curiosos se reúnen frente al Templo del Cielo, en Pekín, durante los días del intento de restauración de Zhang Xun.




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