Hace 100 años
23 de julio de 1917
Primera Guerra Mundial
Kerensky al poder
Desde febrero de 1917, cuando se produjo la abdicación del Zar, el
llamado Gobierno Provisional ha intentado estabilizar la difícil situación de
Rusia, acosada por desórdenes internos y por una guerra externa donde ha
sufrido muchas derrotas. Además de los muchos desafíos que tuvo que enfrentar,
el Gobierno Provisional tuvo que aceptar la influencia del Soviet de
Petrogrado, que tenía tanta influencia como el mismo gobierno, en los asuntos
de la capital imperial, al menos.
El número de los trabajadores fabriles y concretamente el de los que
apoyaban a los elementos más radicales del Soviet de Petrogrado fue
desproporcionadamente pequeño, si lo consideramos a la luz de la enorme
población de Rusia. Lo que explica su desproporcionada influencia es el hecho
de ser el grupo de presión más vistoso en Petrogrado, la sede del gobierno, y
en otras pocas ciudades, como Moscú. Lo que pasaba en estas ciudades, centros
de influencia y poder, se dejaba sentir a lo largo y ancho de todo el Imperio
de los Zares. Por eso fue que, en la hora decisiva, un grupo pequeño y
decidido, como los bolcheviques, tuvo bastante con controlar Petrogrado y
Moscú, para terminar, a la larga, controlando toda Rusia.
A partir del 16 de julio de 1917 (calendario gregoriano), se produjeron
grandes manifestaciones de trabajadores y soldados en las calles de Petrogrado.
Muchos trabajadores, influidos por los grupos políticos más radicales, sentían
que la revolución de febrero los había estafado, al no sacar a Rusia de la
guerra. En los llamados “Días de Julio”, hasta medio millón de manifestantes
salieron a las calles, demandando paz inmediata, bajo el lema “Todo el Poder a
los Soviets”, en una clara alusión al hecho de que el Gobierno Provisional ya
no contaba con la confianza de las masas.
Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, que había regresado desde Suiza en un tren
facilitado por los alemanes, pensaba que el Partido Bolchevique no estaba listo
para tomar el poder y que, en general, la “correlación de fuerzas” no estaba
madura para instaurar la “dictadura del proletariado”, de modo que ordenó a sus
colaboradores que no se asociaran a las protestas. Sin embargo, al notar la
dimensión que tomaba el movimiento popular, tuvo miedo de que se produjera una
gran revolución y el bolchevismo se quedara al margen, de modo que terminó
apoyando a los manifestantes. Con el paso de los días, sin embargo, cambió de
opinión y decidió retirar su apoyo. Fue, no obstante, demasiado tarde. El 17 de
julio de 1917, Alexander Kerensky, hasta entonces Ministro de Guerra, se hizo
cargo del tambaleante gobierno y mandó a las tropas leales que sofocaran el
intento revolucionario. Al mismo tiempo, pensando que los bolcheviques estaban
detrás de los desórdenes, ordenó el arresto de sus líderes, partiendo por
Lenin, que se escondió en una cabaña, en los bosques al norte de Petogrado. A
las pocas semanas, huiría a Finlandia.
El 21 de julio, Kerensky reemplazó formalmente al Príncipe Gueorgui Lvov
como Primer Ministro del Gobierno Provisional. Junto con Lvov, salieron los
demás representantes del centrista Partido Constitucional-Demócrata (“Kadete”),
de modo que la coalición quedó limitada esencialmente a los Mencheviques
(social demócratas, separados de los Bolcheviques de Lenin) y a los Socialistas
Revolucionarios (“Eseristas”). También suponía que la represión había dado a
los problemáticos bolcheviques un golpe del que no se podrían recuperar y se
sintió lo bastante seguro, como para prohibir su periódico, “Pravda”. Durante
los meses siguientes, Kerensky se convertiría en el “hombre fuerte” de Rusia,
hasta que el mismo Lenin regresara para arrebatarle el poder.
Abajo, una fotografía que capta las luchas callejeras de julio de 1917,
entre los manifestantes y las tropas leales al Gobierno Provisional.
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