Hace 100 años
24 de diciembre de 1917
Primera Guerra Mundial
Navidad en las trincheras
En Palestina, el Cuerpo Expedicionario Egipcio (“Egyptian Expeditionary
Force”, “EEF”) del Imperio Británico, consolida sus ganancias de los últimos
días, cuyo mayor logro ha sido la conquista de Jerusalén, arrebatada a los
turcos a comienzos de diciembre. El 16 de diciembre, la Brigada Neozelandesa de
Fusileros Montados ocupaba el importante puerto de Jaffa, en la costa
mediterránea. Los británicos siguen explotando sus éxitos con rápidas
incursiones, a través del desierto, con sus modernos autos blindados, cuando
los caminos permiten el tránsito rodado, o con sus ágiles unidades de
caballería, como en este caso. Esta guerra del Medio Oriente es ideal para un
ejército siempre en movimiento, tan distinto al teatro de operaciones del
Frente Occidental europeo.
Los británicos tenían Jaffa en su poder, pero las líneas otomanas siguen
cerca de la ciudad, apenas a unos cinco kilómetros, de modo que su artillería
puede bombardear las instalaciones del puerto, impidiendo su uso para la
siempre necesitada logística del ejército atacante. En la noche del 20 al 21 de
diciembre de 1917, la 52ª División de Infantería de Llanura del Ejército
Británico llevó a cabo un asalto nocturno a través del río Auju (hoy río
Yarkon, Israel). Considerado uno de los logros más audaces de la Campaña de
Palestina, el cruce nocturno del río permitió al resto de las divisiones del
XXI Cuerpo atravesar con seguridad con su artillería, forzando a los otomanos a
retirarse lo suficiente, como para permitir el uso seguro del puerto de Jaffa
para los transportes británicos.
El 22 de diciembre de 1917, Rusia y los Imperios Centrales inician las
negociaciones de paz en Brest-Litovsk. Ambas partes han firmado un armisticio,
en vigor desde el 15 de diciembre. La delegación alemana estaba encabezada por
el Ministro de Relaciones Exteriores, Richard von Kühlmann; su colega de Austria-Hungría,
Ottokar Czernin, encabezaba a los negociadores de la “Monarquía Dual”; por los
Turcos-Otomanos, estaban presentes el también Ministro de Exteriores, Nassimy
Bey, y el Gran Visir, Talat Bajá; por Bulgaria, la delegación era presidida por
el Primer Ministro, Vasil Radoslavov. La Rusia Bolchevique, en tanto, estaba
representada por Adolph Joffe, que había encabezado las negociaciones para
lograr el cese al fuego.
Mientras los alemanes y sus aliados tenían prisa de sacar sus tropas del
Frente Ruso, para llevarlas a otros escenarios, los rusos no tenían mayor
apuro. Los revolucionarios pensaban que era sólo cuestión de tiempo que sus
aliados de la Entente se unieran a las negociaciones o que los proletariados de
las potencias occidentales llevaran a cabo su propia revolución. En cualquier
caso, su mejor estrategia era dilatar las negociaciones. Como a los dirigentes
de Moscú les pareció que Joffe no era todo lo hábil que se esperaba en dilatar
las cosas, decidieron enviar a Lev Trotsky a la mesa de negociaciones y estuvo
a cargo de la delegación rusa, hasta que se firmó el tratado definitivo en
marzo de 1918.
La de 1917 será la primera Navidad en el frente para los soldados
estadounidenses. Su poderosa nación ha entrado en la guerra en abril de 1917 y
todavía no ha desplegado todo su potencial, que será crítico cuando lleguen las
grandes ofensivas alemanas de 1918. Por el momento, son pocos los que han
experimentado todos los horrores de la guerra. En la Navidad de 1917, los
hombres de la 42ª División de la Guardia Nacional estaban en Francia, a la
espera de profundizar su entrenamiento en la guerra de trincheras. Eran poco
más de 27.000 efectivos, que empezaron a moverse desde Long Island a Francia en
octubre. Esta división había sido formada reuniendo unidades de las Guardia
Nacional, provenientes de 26 estados y combinándolos en una división, que
abarcaba todo el país, a partir de una idea del entonces mayor Douglas
MacArthur. El Secretario de Guerra, Newton Baker, cuando felicitó a MacArthur
por la iniciativa, le dijo que la nueva unidad “abarcaría todo el país, como un
arcoíris”. Desde entonces, la unidad ha sido conocida como “División Arcoiris”
y ha participado en las dos guerras mundiales y en el despliegue militar de
Estados Unidos durante la Guerra Fría y en la llamada Guerra Contra el
Terrorismo.
El 165º de Infantería, parta de la División Arcoiris, pasó la navidad de
1917 en el poblado de Grand, al noreste de Chaumont, a unos 300 kilómetros de
París. La cena de esa noche fue especialmente abundante, con pavo, pollo,
zabahorias, puré de papas, budines, frutos rojos, nueces, higos y café. En el
poblado de Rimaucourt, el 168º de Infantería, de la Guardia Nacional de Iowa,
recibió a 400 niños franceses. Dos soldados estadounidenses se disfrazaron de
Santa Claus y repartieron regalos entre los niños. Fue una necesaria pausa, antes de
intensificar su entrenamiento, con miras al infierno que les esperaba en las
trincheras de Flandes.
Un cierto mayor Charles H. Fair, del 19º Regimiento de Londres, Ejército
Británico, escribía sentidas líneas a su padre, el 23 de diciembre de 1917:
“Querido papá, espero que recibas mi carta de navidad a tiempo. El frío es
intenso. La nieve está entre cuatro pulgadas y tres pies de profundidad y los
caminos están realmente muy resbaladizos (…) Hemos sido razonablemente exitosos
en dar una buena navidad a los hombres y espero que no lo pasen tan mal. Les
estamos dando comida al mediodía y teniendo la nuestra, todos los oficiales, en
la tarde.” Con su esposa, el mayor Fair es aún más afectuoso. El día de Navidad
de 1917, le escribía: “Mi cariño: ¡Qué damita tan lista es mi esposa! Dos cartas
de ella el Día de Navidad, fechadas el 20 y el 21, eran más de lo que me
hubiera atrevido a esperar. Infinitas gracias por eso, cariño (…) Te necesito
muchísimo (…) Sólo comimos sándwiches para el almuerzo, pero tendremos cena
esta noche (…) Oh, mi amada, amado amor, de todo el amor y la nostalgia que
está yendo hoy a casa, no puede haber ninguno más grande que el mío: sólo
quiero que se me permita pasar mi vida sirviéndote y haciéndote feliz (…) Estoy
tremendamente ansioso de tener tus brazos alrededor de mi cuello y tus labios
en los míos de nuevo, y todos los preciosos recuerdos del pasado septiembre
repetidos e intensificados, pues la separación los ha hecho todavía más
maravillosos.”
Los canadienses, al igual que los británicos, llevaban varias navidades
luchando. Un cierto Harold Henry Simpson, se había enlistado en septiembre de
1915. Desde entonces, llevaba el uniforme. Le escribía a su madre el 25 de
diciembre: “Desde el 21, hasta Navidad, pasamos todo nuestro tiempo libre,
adornando nuestro refugio lo más bonito posible para Navidad (…) Después de la
cena, nos sentamos alrededor del fuego y conversamos. Conversamos de los días
pasados en casa, antes de la guerra; hablamos de nuestros días de entrenamiento
y hablamos de nuestra vida por acá; de nuestra última Navidad, también pasada
en la línea y de los eventos del año que ha pasado. Inmediatamente algunos
adelantaron la pregunta: dónde estaremos la siguiente Navidad y, en respuesta,
algunos optimistas entre nosotros dijeron Canadá. Un par de pesimistas
sugirieron que probablemente todavía estaríamos en Francia.”
Abajo, un poster alemán muestra a un “landser”, que recibe un beso de su
joven esposa, mientras llega de permiso desde el frente, con la decoración
navideña y la atenta mirada de una ancianita en segundo plano.
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