Hace 75 años
5 de noviembre de 1942
Segunda Guerra Mundial
Los “Sherman” al ataque
A las 0.15 hrs. del 2 de noviembre de 1942, el 8º Ejército Británico, al mando
del general Bernard Law Montgomery, lanza la fase decisiva de su ofensiva sobre
el “Panzerarmee Afrika”, del mariscal de campo Erwin Rommel. “Monty” no se va a
conformar con poner a Rommel en aprietos. Sin importar el costo, no detendrá
sus ataques, hasta expulsar para siempre a las tropas germano-italianas de
África del Norte. Esta fase de la ofensiva aliada es conocida como “Operación
Supercharge” y su propósito era romper las líneas alemanas en El Alamein, que
ya habían sido debilitadas por los continuos ataques británicos, desde el 23 de
octubre, cuando comenzó la batalla. Para el 30 de octubre, la situación estaba
madura, como para que las tropas de “Monty” lograran un rompimiento decisivo.
En algunos puntos, las tropas italianas y alemanas estaban sencillamente
demasiado agotadas y escasas de suministros; pero en otros sectores la
resistencia fue dura. La 9ª Brigada Acorazada, al mando del general John
Currie, recibió la orden de avanzar hacia la pista aérea de Rahman. Consiguió
su objetivo, pero perdió 70 de sus 94 tanques en el proceso. Las pérdidas de
los defensores, incluso en los sectores donde aguantaron la primera acometida,
fueron cuantiosas. Pero, a diferencias de las tropas del Imperio Británico, las
fuerzas del Eje no tenían los medios para reponer sus bajas. A las 48 horas de
haberse iniciado el ataque, las tropas de Rommel mostraban signos claros de
estar al borde del derrumbe. En la madrugada del 4 de noviembre, Rommel
desobedeció la orden de Hitler de mantener la posición a toda costa y ordenó la
retirada de las Divisiones Panzer 15ª y 21ª, que formaban el “Afrika Korps” y
habían sido, desde 1941, el núcleo de las fuerzas del Eje en África del Norte,
junto con las divisiones acorazadas italianas “Ariete” y “Littorio”, y la
División Motorizada “Trieste”. Las otrora poderosas formaciones blindadas
italianas y alemanas apenas reunían unas pocas decenas de tanques
operacionales, casi no tenían combustible, estaban escasas de municiones y, en
general, de todo tipo de suminitros.
En la noche del 4 al 5 de noviembre, Montgomery liberó a sus divisiones
blindadas y motorizadas, para que persiguieran al enemigo, que se batía en
completa retirada. El Imperio Británico ganaba su primera gran victoria al
Ejército Alemán en la Segunda Guerra Mundial. Montgomery no consiguió dar caza
al “Afrika Korps”, de modo que Rommel pudo retirarse, aunque perdió, de hecho,
la mayor parte de sus unidades acorazadas, incluyendo las divisiones italianas
“Ariete” y “Littorio”, que lucharon literalmente hasta el último tanque. Las
tropas de infantería, mayormente italiana, que quedaron rezagadas, por no
contar con medios de transporte motorizado, se retiraron ordenadamente todo lo
que pudieron, pero sin municiones, agua, comida o transporte, sólo podían ser
masacrados por sus perseguidores o morir de sed en el desierto. Sus oficiales
tomaron la única opción razonable, es decir, ordenar la rendición. El Eje aún
tenía un ejército en África del Norte, pero tan golpeado, que no tenía
posibilidades de montar ninguna contraofensiva en el futuro, ni esperanzas de
recibir refuerzos importantes, con el Mediterráneo dominado por las marinas y
aviaciones aliadas. La última esperanza de recuperación que pudieron abrigar
italianos y alemanes se desvanecería pocos días después, cuando tropas anglo-estadounidenses
desembarcaban en Argelia y el Marruecos Francés. Además del 8º Ejército
Británico, Rommel tendría a su retaguardia otro ejército hostil. Pocos días
después de la victoria en Egipto, el Primer Ministro Británico, Winston
Churchill, recordó a sus compatriotas que faltaba mucho para derrotar a la
tiranía nazi y advirtió sobre el desenlace de El Alamein: “esto no es el fin,
ni siquiera es el comienzo del fin. Pero es, tal vez, el fin del comienzo.”
Una de las ventajas con las que contó Montgomery fue, por fin, un tanque
apropiado y capaz de medirse con los mejores carros alemanes en condiciones de
paridad: el M4 “Sherman”, de fabricación estadounidense. Al comienzo de la
campaña, en 1940, los regimientos británicos de tanques estaban equipados con una
serie de modelos que podían resultar aceptables, dado que los ejemplares que se
les oponían, alemanes e italianos, dejaban también mucho que desear en cuanto a
sus prestaciones. Sin embargo, a medida que aumentó el número de blindados
italianos y se mejoraron los modelos alemanes, los viejos “Cruiser” y “Matilda”
empezaron a estar en problemas. Modelos más recientes, como el “Valentine”, que
fue introducido a fines de 1941, representaban un avance, pero seguían teniendo
el problema de contar con armas muy inapropiadas, especialmente para el uso de
munición explosiva, tan necesaria contra infantería y artillería antitanque.
A mediados de 1942, hizo su aparición el M3 “Grant” (también llamado
“Lee”, en la versión construida según especificaciones británicas), armado con
una potente pieza de 75 milímetros que, sin embargo, presentaba otras
deficiencias, que todavía lo alejaban del ideal. En todo caso, hasta el segundo
El Alamein, el “Grant/Lee” era el tanque más peligroso en el arsenal del 8º
Ejército. Estaba armado con una pieza de artillería de 37 milímetros en una
torreta y un arma principal de 75 milímetros en una barbeta lateral, que no
giraba completamente y, por lo tanto, obligaba a orientar todo el tanque hacia
el blanco, cuando éste estaba mejor blindado o protegido. La presencia de dos
cañones resultaba en un diseño muy alto, difícil de ocultar y relativamente
fácil de ver desde lejos. Sin embargo, el propio Rommel quedó impresionado con
la potencia del cañón principal de 75 milímetros y Montgomery siguió usando un “Lee”
como comando durante toda la campaña del desierto, incluso luego de que
llegaron los “Sherman” para tomar el relevo.
Poco antes de la batalla decisiva, Montgomery recibió hasta 300 unidades
del “Sherman”, que compartiría honores con el “Grant” y los modelos británicos
en el desierto. Con el tiempo, el “Sherman” se transformaría en el modelo más
característico de las fuerzas aliadas en África y en Europa. Al desplegarse con
las unidades del 8º Ejército, su arma de 75 milímetros era equivalente a la
usada en la versión mejorada del “Panzer IV” y superior a todos los demás
modelos alemanes e italianos, a los que también superaba en blindaje, movilidad
y confiabilidad mecánica. Además estaba inteligentemente diseñado, para ser
fácil de producir en las fábricas y de mantener en el campo de batalla. Al
final de la campaña, cuando Rommel jugaba sus últimas cartas en Túnez, los
“Sherman” lucharían contra los “Tigre” alemanes, un modelo pesado, armado con
una potente pieza de 88 milímetros, capaz de destruir a un “Sherman”, mucho
antes de que éste estuviera a distancia de usar su cañón. En Sicilia, Italia y
Francia, sería raro para las fuerzas blindadas aliadas encontrarse con los
“Tigre”, que fueron casi exclusivamente destinados a luchar en el Frente
Oriental. El “Pantera”, un modelo alemán ideado para contrarrestar al “T-34”
soviético, gozó de mejor fama que el “Sherman”, pero tampoco era un adversario
invencible, sobre todo cuando había posibilidades de maniobrar y buscar los
puntos débiles del blindaje alemán. Estadísticamente, la amenaza principal para
el “Sherman” provenía de las minas y de los cañones antitanque, que se cobraron
la mayoría de los que fueron destruidos. De todos modos, el “Sherman” era un
modelo bien equipado para lidiar contra infantería y posiciones antitanque.
En general, el “Sherman” era un tanque eficiente, menos blindado que el
“Pantera” y el “Tigre”, pero mucho más confiable y sin los problemas que
acarreaban estos modelos más pesados, que demandaban muchísimo mantenimiento.
Tuvo mucho más que temer del ya mencionado “Panzer IV”, de los cazatanques,
como el “Hetzer”, y de los cañones de asalto autopropulsados, usados
profusamente como cazatanques, especialmente el “StuG III” que se convertiría
en el vehículo blindado de combate más fabricado por Alemania durante la
guerra. Con las ventajas propias de hallarse a la defensiva y tripuladas por
dotaciones veteranas, estas máquinas causaron muchas más bajas que los “Tigre”
y los “Pantera”, que fueron efectivas herramientas de propaganda, pero que
probaron ser errores de diseño a la larga. El “Sherman”, en cambio, probó ser
un acierto en todo sentido y, de hecho, probó su valía en muchas guerras
después de 1945 e incluso fue el tanque principal de varios ejércitos del mundo
hasta fines del siglo XX, incluyendo Chile que lo reemplazó por los “Leopard”
en la década de 1990..
Abajo, un grupo de tanques “M4 Sherman” del 9º Regimiento de Lanceros de
la Reina, justo antes del inicio de la Segunda Batalla de El Alamein, a fines
de octubre de 1942.
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