sábado, 15 de abril de 2017

Hace 100 años. 16 de abril de 1917. Primera Guerra Mundial. La Ofensiva de Nivelle

Hace 100 años
16 de abril de 1917
Primera Guerra Mundial

La Ofensiva de Nivelle

La declaración norteamericana de guerra desencadena las reacciones diplomáticas de los aliados de Alemania y Estados Unidos. Bulgaria rompe relaciones con Washington el 10 de abril de 1917, mientras que Brasil y Bolivia rompen con Alemania entre el 11 y el 13. Cuba y Panamá habían declarado la guerra al “Reich” el 7 de abril, un día después de los norteamericanos. Estados Unidos pronto se convierte en el actor clave de la Entente, que consiste en un conglomerado mucho más amplio y activo que los Imperios Centrales, estructurados en torno al potente, pero acorralado, liderazgo alemán. Entre 1914 y 1916, Alemania se había convertido en adversario de todos los grandes imperios coloniales europeos, con la sola excepción de Holanda, que se mantuvo neutral. También estaba en guerra con Japón, China y Rusia. Con el ingreso de Estados Unidos en guerra, gran parte de Latinoamérica, bajo creciente influencia norteamericana, se convertía en territorio hostil para Berlín. Muy pronto, el Káiser debería hacer frente a una gigantesca coalición que, desde todos los continentes, estaba coordinada para conducirlo a la derrota, junto con sus debilitados aliados.

Con el final del invierno, mejora el clima y el terreno vuelve a ser apto para las ofensivas. En el Frente Occidental, los hombres dejan nuevamente las trincheras, para aventurarse en el infierno de la “tierra de nadie”. Desde el 9 de abril, los británicos han estado atacando las líneas alemanas en el sector de Arrás, como apoyo preparativo de lo que será el gran ataque de la primavera boreal de 1917, que pasará a la historia con el nombre de Ofensiva de Nivelle.

El general Robert Nivelle se convirtió en el nuevo Comandante en Jefe francés el 16 de diciembre de 1916. Su capacidad para inspirar confianza en sus subordinados, sus buenas relaciones con los políticos y, sobre todo, sus éxitos como jefe durante la Batalla de Verdún, convencieron al liderazgo parisino de que podía ser el hombre capaz de romper el empate del Frente Occidental y obligar a los alemanes a negociar la paz. Nivelle tenía menos poder del que gozó su predecesor, Joseph Joffre. El nuevo jefe no tenía control sobre el Frente de Salónica y estaba mucho más sujeto al Ministerio de Guerra en la toma de decisiones, pero podía contar con el apoyo del ministro Hubert Lyautey y consiguió imponer su plan para lanzar una gran ofensiva contra las trincheras alemanas. Según sus cálculos, la defensa alemana debería colapsar en un lapso de 48 horas y lo siguiente consistiría en perseguir a los derrotados alemanes hacia su propia frontera.

Durante la Batalla de Verdún, Nivelle fue el responsable de la reconquista de los fuertes de Vaux y Douaumont (o de lo que, para entonces, eran sus ruinas). Cuando sus tropas estaban al ataque, el alcance de la artillería era permanentemente ajustado, para mantenerse siempre un poco por delante del avance de la infantería, que conseguía llegar hasta las posiciones enemigas, ante de que sus ocupantes tuvieran tiempo de recuperarse del bombardeo y, por tanto, pudieran disponer la defensa de manera apropiada. Nivelle estaba convencido de que  esta técnica podía aplicarse a gran escala en todo o gran parte del frente.

Como Nivelle también ejercía mucha influencia en el Gobierno Británico, pudo convencer a todos de su plan, aunque muchos siguieron dudando de cálculos tan optimistas. Nivelle tuvo el decidido apoyo del Primer Ministro británico, David Lloyd George, pero muchos generales consideraban que avanzaban hacia la derrota. Al final, se generó una fuerte disputa entre el liderazgo civil y militar, que trascendió a la esfera pública, de modo que las futuras colaboraciones entre los aliados de la Entente se harían más problemáticas. Nivelle, muy confiado, no se preocupaba demasiado de los conflictos al interior de los gobiernos, pues esperaba que, con su ofensiva, ganaría la guerra.

A simple vista, el plan tenía cierta lógica. El Frente Occidental, con el correr de más de dos años de lucha, se había convertido en una línea serpenteante, llena de salientes. Para quien defiende, el principal peligro de una saliente es quedar rodeado por tres costados. Ambos bandos debían defender muchas salientes, pero los alemanes estaban a la defensiva en abril de 1917, de modo que el peligro para ellos era mayor, en principio. La saliente más extensa corría desde el río Somme, donde los británicos habían empeñado su gran ataque de 1916, hacia el río Oise, en el sur, para prolongarse luego hacia el sudeste, siguiendo la línea del Canal Aisne. Era un sector lo bastante grande como para concentrar y preparar un gran ejército por los franceses y, al mismo tiempo, estaba dispuesta de modo que los británicos pudieran prestar considerable apoyo, sin correr demasiados riesgos.

El esfuerzo principal del ataque estaría dirigido a través del Canal Aisne, donde una ruta, llamada “Camino de las Damas” (“Chemin des Dames”), se internaba en dirección noreste, hacia territorio ocupado por el Ejército Alemán. Cuatro ejércitos, frescos y descansados, organizados como el Grupo de Ejércitos de Reserva, se encargarían de este sector del frente. Los británicos, desde el día 9 de abril, habían estado presionando a los alemanes desde su propia saliente, alrededor de Arrás, atacando desde el este, generando una distracción para los defensores, que permitiría a los franceses golpear por sorpresa en el Aisne. En tanto, los franceses, con su Grupo de Ejércitos Norte, golpearían toda la línea alemana entre el Somme y el Oisne.

En el papel, parecía sencillo y los franceses querían creer que esta vez se cumplirían las promesas del Comandante en Jefe: el Ejército Alemán colapsaría en 48 horas y Francia no sufriría más de 10.000 bajas. Nivelle, excelente relacionador público, consiguió contagiar su optimismo a gran parte del país y, por unos pocos días, París revivió el entusiasmo del que había sido escenario en 1914.

El 16 de abril, en la madrugada, el “Groupe d'armées du Nord” y el “Groupe d'armées de Reserve” iniciaron su ataque, consiguiendo algunos avances prometedores durante las primeras horas. Antes de que pasara mucho tiempo, sin embargo, la Ofensiva de Nivelle se sumaría a la montaña de intentos fallidos por romper el sangriento equilibrio del Frente Occidental.

En la fotografía, oficiales alemanes posan a la salida de un refugio de comandante (“Unterstand der Kommandant”), entre las ruinas de la ciudad de San Quintín, en la zona del Aisne, Francia. Se puede apreciar el devastador efecto de la batalla en las zonas urbanas del norte de Francia.




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