domingo, 17 de abril de 2016

Hace 75 años. 17 de abril de 1941. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años

17 de abril de 1941
Segunda Guerra Mundial

El 11 de abril de 1941, aún manteniendo el estatus oficial de “neutral”, Estados Unidos inicia los patrullajes navales en el Atlántico Norte, con el propósito de proteger el tráfico mercante dirigido a Gran Bretaña. La noche de ese mismo día, Coventry, en Inglaterra, es fuertemente bombardeada por la “Luftwaffe”.

En Grecia, el 12 de abril concluye la llamada Batalla de Vevi, cuando tropas griegas y de la “Commonwealth” se retiran ante el avance alemán. Al día siguiente, los tanques de la División “SS Panzer Leibstandarte” ocupan el estratégico Paso de Kleisoura, dejando aislados a 223.000 soldados griegos estacionados en Albania y que, hasta entonces, habían protagonizado resonantes éxitos contra la invasión italiana, antes de la llegada de los alemanes.

El Mediterráneo es un gran teatro de operaciones que interconecta sus tres puntos principales. Mientras sus tropas de tierra avanzan en Grecia, la aviación de la Alemania Nazi sigue asediando la isla de Malta, que es sometida a feroces bombardeos el día 13. A pesar de la enorme presión ejercida sobre el “portaaviones británico insumergible”, Malta será una espina clavada en el costado del Eje Roma-Berlín hasta el fin de la lucha por el control del Mediterráneo. Al día siguiente, Rommel ataca Tobruk, esperando que la “Western Desert Force” de la “Commonwealth”, derrotada y en retirada, no haya sido capaz de reorganizarse apropiadamente. Sin embargo, Tobruk está bien guardado por la 9ª División Australiana, parte de la 17ª Australiana, unidades británicas de artillería y restos de unidades indias que han conseguido huir de la enorme trampa que Rommel había formado alrededor de ellos en su imparable avance por la Cirenacia libia. Sucesivos asaltos del “Afrika Korps” y sus aliados italianos fracasaron el 16 de abril y no consiguieron ocupar el puerto. Así la guerra en el Desierto Occidental se convierte en una de posiciones, en la que Rommel se siente mucho menos cómodo que sus prudentes, pero valientes y porfiados enemigos del Imperio Británico.

En el mar, los británicos también ofrecen resistencia al Eje apenas se les presenta oportunidad. El 15 de abril, un grupo de destructores británicos intercepta y destruye un convoy que transportaba suministros para las tropas ítalo-alemanas que luchan en África del Norte, hundiendo también los tres destructores italianos que escoltaban a los mercantes. En tierra, las fuerzas de Gran Bretaña y sus dominios están en serios apuros, pero las aguas del Mar Mediterráneo siguen siendo un “lago inglés”. Gran Bretaña, contra todo pronóstico, sigue luchando, a casi un año de haberse producido el desastre de la Campaña de Francia. Pero el precio pagado por la “rubia Albión” es alto: el 16 de abril, es el turno de los habitantes de Belfast, en Irlanda del Norte, para recibir las devastadoras atenciones de los bombarderos alemanes.

En estos últimos siete días, el suceso más importante es la rendición de Yugoslavia. El 17 de abril, los restos de su valiente ejército se rinden. Se forma inmediatamente un gobierno en el exilio, mientras el joven Rey Pedro se retira a Grecia, que sigue resistiendo a los alemanes con asistencia de los británicos.

Enfurecido con el golpe de estado del 27 de marzo, Hitler ordenó ampliar la ofensiva en los Balcanes para que incluyera Yugoslavia como uno de sus objetivos. Originalmente sólo Grecia sería invadida, para evitarle a Mussolini la vergüenza de una derrota completa frente a los griegos, pero especialmente para negar a los británicos una base en el sur de Europa que pudiera amenazar el flanco sur del próximo ataque contra la Unión Soviética. El tirano nazi tampoco podía regalar a la “Royal Air Force” un punto de partida para enviar sus bombarderos contra los campos petrolíferos de Rumania, de donde la máquina de guerra alemana obtenía la mayor parte de su carburante. Como parte de la preparación para atacar Grecia, Hitler se empeñó en presionar a los yugoslavos para que se unieran al Eje. Aunque el gobierno de Belgrado no vio más alternativas que aliarse con los nazis, el golpe de estado demostró a Hitler que Yugoslavia no colaboraría y, por tanto, decidió ordenar a los mandos de la “Wehrmacht” que invadieran el país.

El 6 de abril, las fuerzas alemanas iniciaron su invasión de Yugoslavia, al mismo tiempo que hacían lo propio en Grecia. La primera fase de la operación se concentró en bombardear Belgrado, que debía ser castigada de manera ejemplificadora por orden expresa de Hitler. El nivel de destrucción sufrido por la capital yugoslava fue muy alto en términos de vidas civiles e infraestructura, pero también afectó sobremanera las comunicaciones entre el mando central de la nación y las tropas que se preparaban a resistir la invasión alemana. El asalto aéreo inicial además se empeñó en dañar al máximo las capacidades de la Real Fuerza Aérea Yugoslava, que podía presumir de cierto poderío en el concierto europeo, pero que no podía aspirar a luchar de igual a igual contra los recursos combinados de la “Regia Aeronautica” italiana y la “Luftwaffe” alemana.

El rápido avance alemán atravesó el país hacia Belgrado desde el norte y desde el este, dejando una gran bolsa de resistencia en torno a la capital. Para el 11 de abril, Belgrado estaba rodeado y, para el 12, toda resistencia había cesado en la capital. Ese mismo día 12, tropas húngaras atravesaron la frontera. Superados en todos los frentes y habiendo pasado una semana desde el inicio del asalto alemán, los yugoslavos sólo pudieron oponer alguna resistencia a los húngaros con sus vigilantes fronterizos. El Tercer Ejército Húngaro, sin embargo, se detuvo luego de ocupar la Vojvodina, una región fronteriza de mayoría étnica húngara, que había sido parte del Reino de Hungría hasta la Primera Guerra Mundial. Los búlgaros también aprovecharon la ocasión para reponer algunas pérdidas territoriales sufridas como consecuencia de su derrota en la guerra anterior.

Los yugoslavos intentaron una contraofensiva a pequeña escala contra las tropas italianas estacionadas en el norte de Albania. La idea era dejar abierta una vía de retirada para el Ejército Yugoslavo hacia el sur, de modo que pudiera unir fuerzas con los griegos y con las fuerzas de la “Commonwealth”, para así reeditar, todos juntos, el llamado Frente de Salónica, que tantos dolores de cabeza causó al mando alemán en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, la rapidez del avance alemán impidió explotar algunos éxitos iniciales del contraataque iniciado el 7 de abril, que tuvo que ser suspendido el 12.

Con la situación militar deteriorándose rápidamente, la desintegración política del multiétnico estado no se hizo esperar. Tan temprano como el 7 de abril, elementos croatas del ejército se sublevaron contra sus mandos, predominantemente serbios. Muchos croatas se sentían oprimidos por los serbios que, desde el nacimiento de la federación, se habían comportado como los dominadores de la misma. El 10 de abril de 1941, fue proclamado en Zagreb el Estado Independiente de Croacia, que se transformó en un satélite del Eje y colaboró con los nazis con entusiasmo, para vengarse de sus antiguos opresores serbios.

Para el 14 de abril, el alto mando yugoslavo comprendió que el país se había vuelto indefendible, autorizando a los comandantes locales a negociar términos de capitulación, si no se veía más remedio. Desde el comienzo, los alemanes dejaron claro que aceptarían sólo la rendición incondicional de sus oponentes. El 17 de abril de 1941, tras 11 días de lucha, el ex ministro Aleksandar Cincar-Markovic y el general Milojko Jankovic firmaron un armisticio y rindieron incondicionalmente todas las fuerzas yugoslavas. En la ceremonia, estuvieron presentes oficiales búlgaros y húngaros, que habían tomado parte en la invasión, pero que no firmaron el documento, pues sus gobiernos nunca estuvieron formalmente en guerra con Yugoslavia. El representante italiano, coronel Luigi Buonofati, firmó el documento luego de afirmar el consentimiento de su gobierno.

Los yugoslavos lucharon con bizarría, aunque cometieron el error de querer defender todas sus fronteras de enemigos muy superiores, antes de que la ayuda británica pudiera organizarse del todo. Además del territorio croata, independizado de los serbios, el resto del territorio fue dividido por los cuatro invasores, con la mayor parte del país partido en beneficio de Italia y Alemania. Seguirían largos años de ocupación hasta la derrota final de los alemanes en 1945. En todo caso, muchos militares, marinos y aviadores yugoslavos consiguieron escapar del desastre y siguieron la lucha junto con los griegos y luego al lado de los británicos, cuando Grecia cayó. Además fue una de las naciones ocupadas que más problemas dio a los ocupantes del Eje. La resistencia yugoslava mereció contarse entre las más célebres. Al igual que los demás movimientos de resistencia de Europa Central y del Sur, fue un elemento clave en la derrota de los nazis, pero fue abandonada por Occidente y traicionada por los comunistas.

En la fotografía, un grupo de “Bersaglieri” italianos entra en Dubrovnik, Croacia, durante la invasión a Yugoslavia. Era ésta una unidad de elite del “Regio Esercito”, especialmente entrenada como infantería rápida y francotiradores. Tenían una bien ganada fama desde las guerras de independencia italianas del siglo XIX.




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