21 de septiembre de 1914.
Mientras el frente occidental empieza a estabilizarse, en el Este, los rusos arrebatan Jaroslaw a los austrohúngaros y prosiguen su avance en Galitzia.
Lejos de Europa, en el Pacífico, la colonia alemana de Nueva Guinea, aislada y con pocas probabilidades de ser auxiliada, debe rendirse a las fuerzas expedicionarias australianas.
Alemania entró tarde al reparto colonial de Europa, Asia y el Pacífico. Las potencias coloniales tradicionales, como Gran Bretaña, España, Portugal, Holanda y Francia, llevaban varios siglos de ventaja cuando se produjo el último gran reparto colonial, en el último cuarto del siglo XIX. Alemania era además una potencia mundial joven, recién unificada en 1871, bajo la dirección del Reino de Prusia, que se transformó en la sede del nuevo Imperio ("Reich") Alemán. Otto von Bismarck, quien fuera el auténtico arquitecto de la unificación alemana, tampoco fue un gran entusiasta del colonialismo, de modo que el gran impulso a la expansión ultramarina alemana se produjo recién con el ascenso de Guillermo II al trono imperial alemán y la renuncia de Bismarck al cargo de canciller.
Las colonias alemanas fueron pocas si las comparamos con los dos mayores imperios coloniales, el francés y el británico, y estaban muy dispersas. La marina alemana era la segunda más poderosa del mundo, pero nunca llegó a ser tan fuerte como para arrebatar el dominio del mar a la "Royal Navy", de modo que, incapaz de auxiliar a las posesiones del "Kolonialreich", aquéllas fueron cayendo fácilmente en manos aliadas. La única excepción fue la guarnición del África Oriental Alemana, comandada por el general Paul von Lettow-Vorbeck, que no se rindió hasta enterarse del armisticio, en noviembre de 1918, a pesar de enfrentar una fuerza mucho mayor y mejor pertrechada. Fue probablemente la mayor y más exitosa fuerza guerrillera que ha existido.
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