1 de octubre de 1914.
La "Carrera Hacia el Mar" se traslada a Arras, donde alemanes y franceses hacen mutuos intentos de flanqueamiento... nuevamente.
Una de las mayores ventajas de los aliados fueron sus imperios coloniales, especialmente el Imperio Británico. Luego de perder las Trece Colonias, que se convirtieron en los Estados Unidos a fines del siglo XVIII, Gran Bretaña entró al siglo XIX concentrada en las Guerras Napoleónicas, de las que emergió victoriosa y habiendo barrido las potencias navales de Francia y España, que eran las únicas capaces de contrapesar el dominio británico de los mares. Tras la caída de Napoleón I, Rusia era la única potencia europea con capacidad de ejercer una influencia mundial, además de Gran Bretaña, pero estaba lejos de poder competir por el dominio de los mares.
Dueña de los océanos, Gran Bretaña agregó a su Imperio, entre 1814 y 1914, 26.000.000 km2 de territorio en los cinco continentes y sumó alrededor de 400.000.000 de súbditos a su obediencia. Este Imperio se mantenía unido gracias a la "Royal Navy", que era la marina más potente del mundo hasta 1914, a pesar del intento fallido de Alemania de acortar las distancias. El otro gran capital del Imperio fue la lealtad de las colonias y dominios. No sólo no existió nunca un riesgo de rebelión aprovechada con ocasión de la guerra (hecha la notable excepción de Irlanda), sino que las posesiones imperiales aportaron enormes recursos humanos y materiales al esfuerzo bélico de la metrópoli. Alrededor de 2.5 millones de hombres sirvieron en las fuerzas armadas de los dominios y, al menos Canadá y Australia, emergieron de la contienda convertidas en potencias en su propio derecho.
En la imagen (tomada de http://www.bl.uk/
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