domingo, 11 de febrero de 2018

Hace 75 años · 5-11 de febrero de 1943 · Segunda Guerra Mundial · Baja el telón en Guadalcanal


Hace 75 años
5-11 de febrero de 1943
Segunda Guerra Mundial

Baja el telón en Guadalcanal

El 8 de febrero de 1943, los japoneses completan la “Operación Ke”, es decir, la evacuación de las tropas que luchaban en Guadalcanal. La evacuación fue exitosa, al conseguir salvar más de 10.000 soldados japoneses de la muerte o la captura, pero significó reconocer la derrota en la batalla y fue la primera de una larga serie de retiradas, que llevarían a las fuerzas imperiales japonesas a terminar luchando en defensa de su propio territorio, poco más de dos años después.

En agosto de 1942, tropas estadounidenses desembarcaron en las Islas Salomón, arrebatando a los japoneses el control de, entre otras, la estratégica isla de Guadalcanal, donde los nipones construían un aeródromo, que los “Marines” rápidamente terminaron de edificar y utilizaron para su ventaja. La nueva pista, llamada “Henderson Field”, alojó una importante fuerza de aviones norteamericanos, que siempre inclinaron la balanza en favor de los estadounidenses en los momentos decisivos de la batalla. Luego de algunas semanas, estaba claro que el control de los aires alrededor de Guadalcanal pertenecía a Estados Unidos y a la improvisada aviación estacionada en “Henderson Field”, que los soldados bautizaron “Cactus Air Force”, siguiendo el nombre en clave dado a la disputada islita.

Con los norteamericanos dueños del aire, el mayor problema para los japoneses era mantener la cadena de suministros para sus miles de soldados que intentaban reconquistar Guadalcanal. Para disminuir el riesgo de ataques aéreos, los japoneses recurrieron a hacer llegar los suministros sólo de noche y usando destructores, mucho más rápidos que cualquier barco de transporte. Las corridas de los destrcutores, aunque estaban lejos de conseguir su objetivo de mantener bien provistas a las tropas japonesas, eran hechas con tanta regularidad, que fueron bautizadas como “Tokyo Express”. Las operaciones navales, destinadas a reforzar las tropas de ambos bandos, causaron sangrientas batallas navales, a menudo con participación de cazas y bombarderos basados en portaaviones. Las pérdidas, en estas batallas alrededor de Guadalcanal, fueron altísimas para ambos bandos, tanto en número de buques, como en tripulantes de buques y aviones. Mientras las respectivas aviaciones y marinas se disputaban salvajemente el espacio aéreo y naval circundante a Guadalcanal, los hombres del Ejército Imperial Japonés y del “USMC” (“United States Marine Corps”), así como, en menor medida, del “US Army”, se disputaban cada centímetro de la isla en una lucha casi constante, jalonada con ocasionales ofensivas mayores, que costaron miles de muertos y heridos a ambos contendientes, encerrados en un espacio relativamente pequeño, sufriendo todos los rigores del insano clima tropical.

En los resultados directos de las batallas navales, la “US Navy” se llevó muchas veces la peor parte. En un momento crítico de la campaña, luego de la Batalla de Cabo Esperanza, en octubre de 1942, los Aliados tenían apenas un portaaviones severamente dañado, el “USS Enterprise”, en todo el teatro de operaciones del Pacífico. Eso demuestra lo difícil que fue vencer al Japón en esta batalla (y en todas las otras, por lo demás). Por otro lado, los aviones estacionados en “Henderson Field” siempre inclinaron la balanza en favor de los estadounidenses, en tierra, en el mar y en el aire. Y los japoneses también sufrieron severas bajas en hombres, así como graves pérdidas en recursos materiales que, a diferencia de Estados Unidos, Japón malamente podía reponer; no, al menos, con la velocidad que la boyante economía estadounidense podía hacerlo.

Para fines de diciembre de 1942, se instaló en los altos mandos japoneses la discusión en torno a la posibilidad de evacuar Guadalcanal. En alguno de sus comunicados, el general Harukichi Hyakutake, comandante del 17º Ejército Japonés, pidió permiso para atacar en masa las posiciones norteamericanas, para que sus hombres pudieran morir honorablemente en batalla y no perecieran de hambre, encerrados en sus trincheras. Con reluctancia, el 31 de diciembre de 1942, los altos mandos obtuvieron permiso del Emperador Hirohito para retirarse de Guadalcanal, intentando salvar la mayor cantidad posible de soldados. El plan japonés preveía desembarcar un batallón de refuerzo a mediados de enero, que serviría de pantalla, mientras los hombres de Hyakutake eran evacuados a bordo de destructores, algo así como el “Tokyo Express”, pero en reversa. El objetivo de la evacuación debía estar completado para el 10 de febrero de 1943.

El 3 de enero, un convoy del “Tokyo Express” consiguió, en una audaz maniobra, llevar cinco días completos de suministros, que fueron arrastrados hasta la costa, usando barriles flotantes y botes de goma. Y el 14 de enero, nueve destructores desembarcaron 750 hombres y un destacamento de artillería, que tendrían la misión de proteger la retirada de sus camaradas del 17º Ejército. La acumulación de navíos en las bases japonesas y el aumento del tráfico radial llevaron a los estadounidenses a la errónea conclusión de que los japoneses preparaban una ofensiva mayor en Guadalcanal o en Nueva Guinea. Nunca habrían contado con una evacuación. Por eso, cuando se encontraron con fuerzas japonesas en retirada o posiciones inesperadamente abandonadas, no las perseguían o lo hacían con mucha cautela, suponiendo que, de un momento a otro, un gran contingente japonés podría contraatacar. La cautela de los comandante norteamericanos posibilitó a las fuerzas de retaguardia retirarse usando posiciones consolidadas y permitió evacuar una cantidad de tropas mucho mayor que la esperada por los mismos mandos japoneses.

Los oficiales navales japoneses se mostraron horrorizados al comprobar las espantosas condiciones físicas en que se hallaban sus camaradas del ejército, que llevaban tantos meses intentando mantenerse en Guadalcanal. La mayoría llevaba restos raídos del uniforme, estaban severamente afectados por la escasez de comida y agua, y en su mayoría, habían contraído dengue o malaria. Todos comprendieron por qué Guadalcanal había sido bautizada “Isla de la Inanición”. El 31 de enero y el 4 de febrero, se realizaron dos incursiones exitosas de evacuación, con un total de más de 9.000 soldados llevados hasta Bougainville, al norte de las Salomón. La “Operación Ke”, hasta ese momento, era muy exitosa en términos de salvar soldados japoneses, a pesar de que las incursiones niponas causaron duras batallas entre los destructores, cruceros, lanchas torpederas y aviaciones de ambos bandos, que sostuvieron importantes bajas. Los norteamericanos, que intentaron oponerse al movimiento japonés con todo lo que tenían, seguían pensando que los japoneses intentaban llevar más tropas hasta Guadalcanal. No tenían idea de que estaban sacándolas a todas. Si el comandante en terreno estadounidense, general Alexander Patch, hubiese sabido que los japoneses estaban evacuando, habría podido liquidar sin mayores problemas lo poco que quedaba de las maltrechas tropas de Hyakutake.

La última ronda de evacuación se produjo en la noche del 7 al 8 de febrero. Aunque se realizó de noche, recibió igualmente las atenciones de la “Fuerza Aérea Cactus”, de “Henderson Field”, que pudo dañar un destructor, antes de ser rechazada por la escolta de “Zeros”. A la 1.30 hrs. del 8 de febrero, la flotilla de destructores se retiró con 1.972 soldados, incluyendo la fuerza que había servido de cobertura a la evacuación. Cuando los hombres de la 161ª División de Infantería del “US Army” reiniciaron su avance, apenas hallaron unos cuantos soldados japoneses que no podían caminar y mucho menos luchar.

Los comandantes estadounidenses realizaron alguna autocrítica, por permitir la evacuación de más de 10.000 bajo sus narices y no pudieron más que admirarse de la eficiencia y hermetismo con que los mandos japoneses pudieron llevar a cabo la evacuación. Pero los estadounidenses, luego de seis meses de dura batalla y después de haber pasado más de un año desde Pearl Harbor, podían celebrar otra victoria, tan decisiva como Midway, y que, junto con esta última, significaba que la iniciativa pasaba definitivamente a los Aliados en el Pacífico.

Para el público interno, el gobierno japonés difundió la historia de que las tropas se habían retirado desde Guadalcanal, porque ya “habían cumplido su misión”. Sin embargo, aunque pudieron realizar una evacuación exitosa, el final de la campaña en la isla era un desastre de primera magnitud para el Imperio Japonés que, a diferencia de Estados Unidos, no tenía capacidad de reponer los buques, aviones y, sobre todo, el experimentado personal uniformado que había muerto en Guadalcanal o que había quedado tan malherido, que no podría luchar de nuevo.

Abajo, los restos de un caza japonés “Mitsubishi A6M – Zero”, derribado sobre una playa en Guadalcanal, acompañado de algunos botes de transporte abandonados.




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