Hace 75 años
5 de marzo de 1942
Segunda Guerra Mundial
La Batalla del Mar de Java
El 27 de febrero de 1942, elementos de la recién formada 1ª Brigada de Paracaidistas del “Royal Army” saltaron en Bruneval, cerca de Le Havre, Francia, y robaron una unidad de radar alemana en las mismísimas narices de las tropas de ocupación. Los comandos británicos sólo perdieron tres hombres. El resto pudo escapar a salvo por mar y llevar consigo el equipo capturado, cuyo estudio proporcionó a los británicos valiosa información en su campaña de bombardeo nocturno sobre Alemania.
En la Batalla del Atlántico, el 28 de febrero, el submarino alemán “U-578” ataca y hunde al destructor “USS Jacob Jones”, de la “US Navy”, que se lleva al fondo del mar a 80 de sus 110 tripulantes, frente a las costas de Delaware, Estados Unidos. El 2 de marzo, el “U-126” hunde el carguero noruego “Gunny”, 370 millas marinas al sur de Bermuda. El 3 de marzo, es el turno del transporte estadounidense “Mary”, hundido por el “U-129” al norte de la Guayana Holandesa (Surinam). En el otro extremo del Atlántico, el submarino alemán “U-68” echa a pique el carguero británico “Helena”, a 86 millas marinas al oeste de Monrovia, Liberia.
Británicos y germano-italianos siguen luchando sin darse cuartel para asegurarse el control de las vitales líneas de comunicación del Mediterráneo. El 2 de marzo de 1942, 16 bombarderos “Wellington” de la “RAF”, basados en Malta, atacan el puerto de Palermo, en Sicilia. Una de sus bombas alcanza el “Cuma”, un carguero italiano lleno de municiones, cuya explosión daña cinco buques de guerra y cuatro cargueros anclados en las cercanías. Al otro extremo de Europa, el 5 de marzo, el acorazado alemán “Tirpitz” zarpa hacia el Ártico desde Noruega, con la misión de interceptar los convoyes que se dirigen hacia la Unión Soviética.
En el Pacífico, entre el 27 de febrero y el 2 de marzo de 1942, las marinas aliadas del “ABDACOM” (“Comando Americano-Británico-Holandés-Australiano”, por su sigla en inglés) sufren una serie de desastrosas derrotas que marcan el punto más alto del poderío japonés. En los casi tres meses que habían seguido a Pearl Harbor, los japoneses aprovecharon el desorden de los mandos aliados que intentaban resistirse a su avance. Para vencer en la campaña, la Marina Imperial Japonesa tendría que destruir o neutralizar a la “US Navy” norteamericana, a la “Real Marina” británica, a la “Real Marina” australiana, a la “Real Marina” neozelandesa y a la “Real Marina de las Indias Orientales Holandesas”. En al papel, era una imponente fuerza multinacional que, sin embargo, recibió una serie de devastadores golpes de mano en los primeros días de la ofensiva japonesa y, en los siguientes meses, tuvo que batirse en retirada, perdiendo gran parte de sus unidades y muchas de sus principales bases. Además, a pesar de que la guerra era probable desde que Japón atacó China en 1937 e inminente desde la segunda mitad de 1941, las marinas aliadas nunca realizaron esfuerzos de coordinación, no digamos ya ejercicios conjuntos que los prepararan para hacer frente, como aliados, a un adversario que reunía en sus cubiertas a algunos de los mejores tripulantes y pilotos aeronavales del mundo, que contaban con excelentes buques y disponía de aviones que representaban el estado del arte de las ciencias aeronáuticas en 1941-1942.
Los japoneses no dudaron en aprovechar el desconcierto que reinaba entre los Aliados. Luego de neutralizar a los estadounidenses en Hawái y las Filipinas, Japón lanzó una serie de atrevidos asaltos en las posesiones coloniales británicas y holandesas. Para mediados de febrero, la Marina Japonesa inició el avance final para conquistar las Indias Orientales Holandesas. El ABDACOM ensambló una fuerza de tareas destinada a detener el avance japonés, que consistía en un puñado de cruceros y cierto número de destructores. Como la inmensidad del Pacífico obligaba a los japoneses a concentrar sus acorazados y portaaviones en otros escenarios, existía la posibilidad de que los restos de las marianas aliadas pudieran, al menos, demorar el avance japonés hasta que llegaran refuerzos.
El 27 de febrero de 1942, una fuerza de buques británicos, australianos, estadounidenses y holandeses, al mando del almirante holandés Karel Doorman, interceptó una agrupación de transportes japoneses, que se dirigía hacia el oriente de la gran isla de Java. Al mando de Doorman, navegaba el crucero ligero “HNLMS De Ruyter”, su buque insignia; el crucero ligero holandés “HNLMS Java”, el crucero pesado británico “HMS Exeter”, el crucero pesado estadounidense “USS Houston”, el crucero ligero “HMAS Perth”, dos destructores holandeses, dos destructores británicos y cuatro destructores norteamericanos. Escoltando a sus transportes, los japoneses desplegaban dos cruceros pesados, dos cruceros ligeros y catorce destructores.
En el papel, la lucha parecía equilibrada, pero las tripulaciones aliadas estaban exhaustas por llevar meses luchando sin cesar y su moral estaba mermada por lo que significaba una constante batalla en retirada, contra un enemigo que dominaba los aires y los atacaba permanentemente desde la superficie y desde el aire. Muchos buques aliados habían sufrido daños en los meses previos y la falta de bases hacia que el combustible y las municiones se hicieran cada vez más escasas. Los japoneses, en cambio, estaban frescos y tripulaban buques intactos hacia lo que esperaban sería una nueva victoria.
A las 17.00 hrs. del 27 de febrero, un impacto dejó fuera de combate al “Exeter”. Cinco minutos después, la flota japonesa logró acercarse a una distancia lo bastante corta como para hacer buen uso de sus torpedos “Tipo 93”, de mayor alcance que los torpedos aliados. En la primera andanada, el destructor holandés “Korteaner” fue hundido. Doormann ordenó que el “Exeter”, imposibilitado de seguir luchando efectivamente, se retirara con la escolta de dos destructores, perdiendo el destructor británico “Electra” en el proceso. Una vez que logró despachar al “Exeter”, Doormann ordenó enfilar nuevamente hacia los transportes japoneses, sin mucho efecto. Cuatro destructores estadounidenses tuvieron que dejar la batalla, tras quedarse sin torpedos y empezar a estar escasos de combustible. A las 21.00 hrs., el destructor británico “Júpiter” sufrió serios daños al impactar una mina plantada por los holandeses, en un episodio que dice mucho del pobre intercambio de información entre las marinas aliadas.
Antes de la medianoche, el almirante Doormann hizo un último intento contra los transportes de tropas japonesas, pero la superior calidad de los torpedos japoneses, combinada con su excelente entrenamiento para la lucha nocturna, hicieron la diferencia y, en pocos minutos, los dos cruceros holandeses terminaron en el fondo del mar, llevándose al almirante Doormann a bordo. El crucero estadounidense “Houston” y el australiano “Perth” se retiraron para evitar ser destruidos. Los aliados perdieron dos cruceros, que fueron hundidos, y un tercero, que resultó gravemente dañado. Y sufrieron el hundimiento de tres destructores. Los japoneses, en tanto, no sufrieron pérdidas significativas. Desde todo punto de vista, fue una indiscutible victoria para la Marina Imperial del Sol Naciente.
Dos días después, en la llamada “Segunda Batalla del Mar de Java”, el “Houston”, el “Perth” y un destructor fueron hundidos, mientras intentaban escapar a través del Estrecho de Sonda, que separa Java y Sumatra. En tanto, el “Exeter” y sus destructores escoltas fueron detectados y destruidos frente a Borneo. El desastroso balance se resumía en 10 buques y 2.173 marinos aliados perdidos. Ni un solo barco japonés fue hundido y apenas resultaron dañados. Las operaciones aliadas en el Sudeste Asiático se interrumpieron para lo que quedaba de 1942 y las fuerzas navales holandesas prácticamente desaparecieron. Los japoneses se habían hecho con el control de una región importantísima en la producción de alimentos y la cuarta en el ranking mundial de producción de petróleo. Por último, la ruta al Océano Índico quedaba abierta para los japoneses.
La resistencia en las Indias Orientales Holandesas se hizo imposible. Los restos de las unidades aéreas británicas desplegadas en el archipiélago se retiraron hacia Australia. Las últimas fuerzas británicas y holandesas se rindieron el 9 de marzo. El Imperio Japonés llegaba a su cenit.
En la fotografía, se ve la silueta del crucero británico “Exeter”, mientras recibe el nutrido fuego de los cruceros japoneses “Nachi” y “Haguro”, durante la batalla.
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