domingo, 10 de abril de 2016

Hace 75 años. 10 de abril de 1941. Segunda Guerra Mundial

Hace 75 años

10 de abril de 1941
Segunda Guerra Mundial

El 6 de abril de 1941, los italianos son obligados a abandonar Addis Abeba, capital de su efímero Imperio Etíope, que será devuelto a su monarca legítimo, el “Negus” Haile Selassie. Las fuerzas de la Commonwealth también presionan a las últimas tropas italianas que quedan en Eritrea y Somalia. Los sueños imperiales de “Il Duce”, Benito Mussolini, se van haciendo humo.

La primera mitad de 1941 es de los peores momentos para los británicos en la Batalla del Atlántico. El 4 de abril, el convoy SC-26 pierde la mitad de las naves que lo componían. Los submarinos alemanes están dándose un festín a costa de las marinas mercantes aliadas. Para contrarrestar la amenaza de los sumergibles germanos, el gobierno libre de Dinamarca, que funciona en el exilio londinense, autoriza a Estados Unidos que ocupe Groenlandia e Islandia. Los norteamericanos construirán bases aéreas y navales para apoyar el esfuerzo aliado de guerra en las heladas aguas del Atlántico Norte.

La guerra se complica para los británicos también en otros frentes. El 6 de abril, los alemanes lanzan la “Operación Marita”, cuyo objetivo es la ocupación militar de Grecia y Yugoslavia. Además de los italianos, que ya luchaban contra los griegos desde fines de 1940, los alemanes recibirán el apoyo de búlgaros y húngaros durante una campaña que finalizaría antes de la llegada de mayo, con la victoria completa de las fuerzas del Eje, a pesar de contar con la asistencia de una fuerza expedicionaria británica. Sin embargo, yugoslavos, griegos y británicos ofrecieron encarnizada resistencia, que obligó a los alemanes a pagar muy caro su éxito, tanto en soldados y equipo, como en precioso tiempo, que se echaría de menos más tarde, durante la invasión alemana a Rusia. Por lo pronto, durante los dos primeros días de guerra en Yugoslavia, la “Luftwaffe” inicia un devastador asalto aéreo, que prácticamente barre con las aviaciones griega y yugoslava, y deja Belgrado en ruinas. Para el 8 de abril, los alemanes ya están en Salónica.

El 10 de abril de 1941, las tropas germano-italianas que luchan en el Norte de África llegan hasta Tobruk, que quedará completamente rodeada por tropas del Eje el día siguiente. El escenario quedaba montado para el largo “Sitio de Tobruk”, que se prolongaría por 241 días, hasta fines de noviembre de 1941. La imposibilidad de capturar Tobruk de inmediato fue el primer contratiempo serio sufrido por el general Erwin Rommel, desde que iniciara su ofensiva sobre Cirenaica a fines de marzo. Rommel había llegado hasta África con sus tropas en febrero de 1941, con el único propósito de evitar que Tripolitania cayera en manos británicas, tal como había pasado con Cirenaica. La pérdida total de Libia significaría un rudo golpe a la moral italiana, que quizás hasta podría poner en entredicho el liderazgo político de Mussolini. Tampoco podía predecirse qué ocurriría con las colonias francesas de Túnez, Argelia y Marruecos, controladas hasta el momento por el gobierno del mariscal Pétain, si llegaba hasta sus fronteras una fuerza victoriosa de Gran Bretaña y sus dominios. El propósito de Rommel y sus hombres en África residía sólo en evitar ese escenario desastroso para el Eje, pero no se esperaba de él que hiciera otra cosa que una defensa enérgica y se le había advertido que no esperara muchos más refuerzos.

El jefe británico a cargo del Medio Oriente, sir Archibald Wavell, sabía que los alemanes estaban llevando tropas a África desde febrero de 1941, pero de todos modos accedió a debilitar a sus tropas en Libia, retirando lo mejor de las mismas desde Egipto, para desplegarlas contra la inminente invasión alemana de Grecia. Wavell confiaba en que Rommel no tendría todos sus medios listos antes de mayo. Wavell posiblemente estaba en lo cierto, pero no contaba con que Rommel no estaba dispuesto a esperar que llegara todo su ejército y ni siquiera la mayor parte para lanzarse al ataque. Contrariando expresas órdenes de Berlín y de Roma, Rommel inició su avance el 24 de marzo de 1941, colocando las primeras unidades de su “Afrika Korps” frente a las posiciones de la 3ª Brigada Acorazada Británica, al sur de Mersa Brega, que cayó el 1 de abril. A partir de ese momento, Rommel empujó a las tropas de la “Commonwealth” a través de toda Libia, hasta llevarlas hasta la mismísima frontera egipcia.

Rommel estaba cosechando resonantes triunfos ahí donde el mando italiano había cosechado aplastantes derrotas. Por una parte, Rommel estaba mejor equipado que el mariscal Graziani cuando éste atacó Egipto, para luego verse obligado a retroceder por Cirenaica. Las pocas tropas alemanas que habían llegado a África disponían de un núcleo de fuerzas motorizadas y blindadas, que podían moverse rápidamente a los puntos del frente donde fueran más necesarias. Graziani, en cambio, tenía un ejército mucho más numeroso, pero compuesto mayoritariamente por infantería no motorizada, que sólo servía para combatir en posiciones defensivas, que podían ser flanqueadas por un enemigo resuelto que contara con medios motorizados y, sobre todo, con buenos y abundantes tanques, otro importante recurso en que la Italia Fascista quedaba corta. Además Rommel comprendía mucho mejor que sus adversarios británicos y que sus aliados italianos la naturaleza móvil y vertiginosa de la guerra en el desierto. La derrota inicial de los italianos, sin embargo, tuvo efectos que se dejaron sentir durante toda la campaña africana, especialmente en cuanto a la moral de los italianos y a la confianza en sus capacidades y en sus armas. De todos modos, cuando tuvieron recursos decentes a su disposición y estuvieron bien mandados, los italianos fueron un activo importantísimo en las operaciones de Rommel, tal como él mismo lo reconoce en sus memorias.

Para el 19 de abril, los altos mandos en Berlín y en Roma esperaban un informe sobre el ritmo de avance en Cirenaica; nueve días antes de esa fecha, Rommel y sus tropas ya  la habían conquistado completa; de paso, habían llegado a la frontera egipcia y habían expulsado a las tropas de la “Commonwealth” hasta Egipto, salvo por una bolsa que contenía, para desgracia de Rommel, el crucial puerto-fortaleza de Tobruk. El jefe alemán suponía que la posición británica en África estaba al borde del colapso. Esperaba, en consecuencia, que Tobruk cayera al primer asalto, operación que ordenó de inmediato el 10 de abril, cuando las fuerzas bajo su mando llegaron a las inmediaciones del puerto. Al mismo tiempo, estableció como nuevo objetivo del “Afrika Korps” la conquista de Egipto hasta el Canal de Suez, que esperaba ocurriera a continuación de la caída de Tobruk. Sin embargo, los 25.000 británicos y australianos que defendían Tobruk no estaban dispuestos a abandonar sus posiciones sin fiera lucha.

Incluso con el contratiempo de Tobruk, el avance de Rommel por Cirenaica había sido espectacular. En cosa de días, reconquistó media Libia y casi deshizo a las tropas de la “Commonwealth” en el proceso. El progreso de la campaña fue tan rápido que, durante la retirada, fueron capturados el general Philip Neame, gobernador miltar de Libia, y el general Richard O’Connor, comandante de la Fuerza del Desierto Occidental, que en el apuro de la retirada se extraviaron y fueron a dar con una patrulla alemana en la noche del 7 de abril, que los tomó prisioneros junto con buena parte de su plana mayor.

En la fotografía (de izquierda a derecha), el brigadier John Coombe, el general O’Connor y el general Neame charlan poco antes de partir hacia su cautiverio en Italia.





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