Hace 100 años
9 de agosto de 1915
Primera Guerra Mundial
Desde el 6 de agosto, se desarrolla la Batalla de Sari Bair, conocida también como la Ofensiva de Agosto, en un nuevo intento de las fuerzas aliadas por romper el estancamiento de la Campaña de los Dardanelos. Para ese día, el alto mando aliado había planificado un desembarco de tres divisiones de refuerzo en la Bahía de Suvla, coordinado con un ataque de las fuerzas del ANZAC (“Australian and New Zealand Army Corps”, “Cuerpo de Ejército de Australia y Nueva Zelandia”), en un intento de romper la línea del perímetro con que los turcos los tenían encerrados desde abril y así poder conectarse con las fuerzas de desembarco. Desde un comienzo, la operación fue mal dirigida y consecuentemente los resultados fueron muy magros.
Los austriacos y alemanes prosiguen su ofensiva en el Frente Oriental, obligando a los rusos a batirse en retirada. El 5 de agosto, cae Ivangorod, cerca de la actual frontera ruso-estonia, y también es ocupada la importante ciudad de Varsovia, que llegará a ser la capital del estado polaco independiente, formado al acabar la Gran Guerra. En el marco de la misma ofensiva contra Rusia, el 8 de agosto, un potente escuadrón naval alemán ataca el Golfo de Riga, frente a Letonia. Aunque la operación estuvo lejos de ser un éxito para la “Kaiserliche Marine”, fue un claro ejemplo del dominio indiscutido que ejerció en el Mar Báltico la flota alemana. Rusia había sido largo tiempo la primera potencia naval de la región, pero la marina del Zar nunca se recuperó totalmente de la estrepitosa derrota sufrida frente a Japón en 1905, que había costado al Imperio Ruso casi toda su flota de superficie. Al mismo tiempo, en los últimos años del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, Alemania había fortalecido su marina hasta el punto de convertirse en la segunda potencia naval, sólo superada por Gran Bretaña. El desequilibrio en favor de los alemanes era, pues, ostensible.
En el Frente del Cáucaso, durante estos primeros días de agosto, se produce la evacuación de la ciudad de Van, en Armenia, como parte del dramático capítulo de las violencias sufridas por los armenios que vivían en el Imperio Otomano (violencias de las que también fueron blanco otras minorías, como los griegos de Anatolia, los circasianos y los asirios). El llamado “Genocidio Armenio” es, hasta hoy, uno de los asuntos más controvertidos de la historia del siglo XX, aunque está casi fuera de duda que hubo intentos organizados, por parte del Gobierno Otomano, controlado por los “Jóvenes Turcos”, en el sentido de “uniformar” étnicamente ciertas zonas del Imperio, para consolidar una identidad nacional turca que sirviera de base al resurgimiento de Turquía como gran potencia.
A fines de abril de 1915, se produjeron masivos arrestos de decenas de líderes sociales e intelectuales de la comunidad armenia sujeta a los turcos. El día 20 de ese mes, soldados turcos agredieron a una mujer que intentaba entrar a la ciudad de Van y mataron a dos armenios que acudieron a auxiliarla. Hacía ya varios días que las autoridades turcas habían exigido que 4.000 varones armenios de la ciudad se presentaran para servir en el ejército, aunque los armenios sospechaban, con fundadas razones, que se trataba de un ardid para matar a todos los hombres y dejar al resto de la población indefensa. La tensión escaló y, en cuestión de horas, civiles armenios, que se habían armado secretamente en vista de las persecuciones que ya estaban sufriendo, se atrincheraron en la ciudad y los turcos empezaron a usar su artillería contra la ciudad, colocándola efectivamente bajo asedio.
A fines de abril, los rusos iniciaron una ofensiva que tenía como objetivo, entre otros, levantar el asedio de Van, cosa que consiguieron a mediados de mayo, dejando el control de la ciudad a las milicias formadas por civiles voluntarios, que habían resistido el asedio. Durante junio y julio, como resultado de la lucha sostenida por rusos y turcos al norte de la región de Van, miles de armenios de zonas aledañas acudieron a refugiarse al poblado, que llegó a albergar 250.000 personas, en un área que, antes de la crisis, no era ocupada por más de 50.000. Entre los refugiados, se incluían muchos armenios evadidos de las columnas de deportación de civiles, conducidos a la fuerza por fuerzas turcas en auténticas marchas de la muerte.
A fines de julio de 1915, los rusos sufrieron serios reveses en todos los frentes, incluyendo el Cáucaso, donde finalmente fueron obligados a retroceder y a perder gran parte del territorio ganado en la primavera, incluyendo la ciudad de Van. El avance de las tropas turcas puso muy nerviosos a los líderes comunitarios armenios, que solicitaron reiteradamente permiso al comandante ruso, general Nikolaeff, para evacuar a los civiles junto con las tropas rusas, lejos del alcance de la venganza de los turcos. El mando ruso, sin embargo, se negó hasta último minuto, preocupado de que largas columnas de refugiados entorpecieran la retirada de su ejército. Cuando los rusos finalmente permitieron evacuar la ciudad, ya era muy tarde y la única defensa que quedaba a las mujeres, niños y ancianos armenios de la ciudad de Van eran las mismas fuerzas voluntarias que habían resistido al asedio turco de abril-mayo. Estos valientes voluntarios sirvieron pues, al propósito de proteger las columnas de refugiados de las mucho mejor armadas tropas turcas, a las que consiguieron contener, dando así también un tiempo precioso al Ejército Ruso que se retiraba nuevamente hacia su territorio.
La ciudad cambiaría tres veces de mano hasta 1918 y sufrió las vicisitudes de la Gran Guerra y la Revolución Rusa. En contexto, los sucesos de Van, en 1915, deben entenderse en el marco de la limpieza étnica intentada por los turcos en contra de las minorías cristianas de su Imperio, especialmente los armenios. En la imagen, un grupo de voluntarios armenios mantiene una línea de defensa a través de troneras practicadas en una muralla.
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