domingo, 16 de agosto de 2015

Hace 100 años. 16 de agosto de 1915. Primera Guerra Mundial

Hace 100 años

16 de agosto de 1915
Primera Guerra Mundial

El 10 de agosto, se pueden dar por terminadas la batallas de Sari Bair, en los Dardanelos, y la segunda que los italianos plantearon en el Isonzo, en el frente alpino. En ambos casos, los Aliados suman sendas derrotas.

El 13 de agosto, en los Dardanelos, el submarino alemán “UB-14” hunde el “Royal Edward”, buque británico de pasajeros convertido en transporte de tropas.

En estos días de agosto de 1915, las aeronaves participantes en el conflicto muestran un anuncio de la importancia enorme que llegaría a tener el poder aéreo en las guerras del futuro. El 11 de agosto, un hidroavión británico “Short Type 184” se convirtió en la primera aeronave que atacó y hundió un buque enemigo —turco, en este caso— lanzándole un torpedo. El aparato, embarcado en el portahidroaviones “HMS Ben-My-Chree”, anticipó la relevancia que llegarían a tener los aviones de combate embarcados en la Segunda Guerra Mundial, cuando se convertirían en el arma más peligrosa de los mares.

El 10 de agosto, el dirigible alemán “L-12” es severamente dañado por aviones británicos, cerca de Ostende, mientras volvía de una misión de bombardeo sobre Gran Bretaña. Los ataques de los dirigibles alemanes sobre Inglaterra, especialmente los intentados contra Londres, fueron parte de la primera campaña de bombardeo aéreo estratégico en la historia militar. Justo 25 años más tarde, en agosto de 1940, los mismos oponentes, británicos y alemanes, estarían entrando en la fase crítica de otra batalla aérea, desarrollada sobre la misma Gran Bretaña, aunque con toda la violencia y capacidad destructiva que permitiría un cuarto de siglo de innovaciones en el campo de la aviación militar.

Desde enero de 1915 y hasta el final de la guerra, la Marina y el Ejército alemanes montaron 50 “raids” sobre las Islas Británicas. Las condiciones climáticas y el hecho de que, muchas veces, los ataques se realizaban en la noche, hacían difícil bombardear los blancos con precisión. No era raro que las bombas cayeran a kilómetros de distancia de los blancos y el bombardeo preciso de instalaciones militares era imposible. Las víctimas civiles hicieron de los dirigibles objetos odiosos y jugaron un papel fundamental en la propaganda aliada dirigida contra Alemania. El rápido desarrollo de contramedidas por parte de los británicos hizo que, para 1917, los dirigibles fueron reemplazados en la mayoría de las misiones por nuevos y mejores tipos de aviones, diseñados especialmente como los primeros bombarderos de largo alcance, como el “Gotha G.III” y el “Gotha G.IV”.

Los aliados también hicieron uso del bombardeo estratégico, aunque ninguno de los dos bandos llegó a desarrollar tecnología que pudiera convertirlo en un arma realmente decisiva. En los 51 ataques llevados a cabo contra Inglaterra durante la guerra, 557 personas murieron y 1.358 resultaron heridas, número ciertamente trágico, pero que parece una gotita de agua en el océano de muertos de la Primera Guerra Mundial y que también parece un efecto muy acotado al compararlo con los millones de civiles muertos, heridos y afectados por los bombardeos estratégicos de la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, para los estándares posteriores, el bombardeo estratégico sobre Inglaterra causó sólo inconvenientes menores en la producción bélica. La preocupación sobre la defensa planteada ante los ataques de los “Zeppelines” llevó al Parlamento Británico a organizar una comisión investigativa a cargo del líder sudafricano, Jan Smuts, cuyo reporte condujo a un gran mejoramiento en las medidas defensivas y, a la larga, resultaría en la creación de la “Royal Air Force” (“Real Fuerza Aérea”, RAF) en abril de 1918. Las innovaciones ensayadas para contrarrestar a los dirigibles y a los “Gotha” serían un importante antecedente para el Sistema de Dirección de la Aviación de Caza, que sería tan relevante en la Batalla de Inglaterra de 1940.

El bombardeo estratégico alemán contra Inglaterra, aunque nunca puso en riesgo la capacidad anglo-francesa de hacer la guerra (cómo sí lo hicieron, por ejemplo, los submarinos alemanes), sí obligó a desviar numerosos recursos. Al final de la guerra, Gran Bretaña mantenía en permanente alerta, para el solo efecto de cotrarrestar los ataques aéreos de la “Luftstreitkräfte”, doce escuadrones de cazas, numerosa artillería y más de 10.000 hombres involucrados en el dispositivo militar antiaéreo.

Sobre todo al comienzo, los bombardeos de los dirigibles generaron una oleada de histeria colectiva, generada por los medios y alentada, por distintas razones, desde los departamentos de propaganda de ambos bandos. Todo el mundo, en Inglaterra del Sur, veía dirigibles por todos lados y, de un momento a otro, esperaba que su casa o incluso el pueblecito donde vivía, fueran borrados del mapa por una armada de “Zeppelines”, que bloquearan los rayos de la luna con su sombra. A la larga, un tercer efecto fue que gran parte del público y aun muchos especialistas sobreestimaron el efecto material y sicológico del bombardeo estratégico.

En la imagen, un poster propagandístico que aprovecha el ataque de los Zeppelines para motivar a los jóvenes del Imperio Británico a enlistarse.




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