21 de junio de 1915
Primera Guerra Mundial
En el Este, los Imperios Centrales presionan a los rusos en Mosciuska y Lubaczow, y presentan batalla en Lemberg por tercera vez desde el inicio de la guerra. La ciudad volverá a cambiar de manos en pocos días.
En el Frente Occidental, la lucha más dura se sostiene en el Artois. Los altos mandos siguen desperdiciando vidas sobre los campos de Bélgica y Francia, en estériles ataques frontales de infantería contra las trincheras enemigas, que usualmente ceden poco o nada.
La guerra de trincheras se vuelve monótona, interrumpida por las ofensivas, contraataques y patrullajes. La exaltación anímica del heroísmo, primero, y el horror de la muerte, después, se convirtieron en fuente de inspiración para muchos soldados que se volvieron poetas en las trincheras (o para poetas que, ya siéndolo, partieron a servir a sus patrias en la línea del frente).
Es el caso de John McCrae, médico militar canadiense, que se inspiró en la muerte de un amigo muy cercano, ocurrida en el frente de Ypres a mediados de 1915, para componer “In Flanders Field”, “En los Campos de Flandes”:
In Flanders fields the poppies blow
Between the crosses, row on row,
That mark our place; and in the sky
The larks, still bravely singing, fly
Scarce heard amid the guns below.
We are the Dead. Short days ago
We lived, felt dawn, saw sunset glow,
Loved and were loved, and now we lie,
In Flanders fields.
Take up our quarrel with the foe:
To you from failing hands we throw
The torch; be yours to hold it high.
If ye break faith with us who die
We shall not sleep, though poppies grow
In Flanders fields.
Traducción:
En los campos de Flandes, las amapolas florecen
Entre las cruces, hilera sobre hilera,
Que marcan nuestro sitio; y, en el cielo,
Las alondras todavía cantan valientemente, vuelan
Asustadas por el ruido de las armas de abajo.
Nosotros somos los Muertos. Hace pocos días,
Vivíamos, sentíamos el atardecer, veíamos el atardecer brillar,
Amábamos y éramos amados, y ahora yacemos
En los Campos de Flandes
Toma nuestra disputa con el enemigo:
Hacia ti, desde quebrantadas manos, arrojamos
La antorcha; sea tuya para sostenerla en alto.
Si vosotros perdéis la fe en aquellos que morimos,
No dormiremos, aunque las amapolas crezcan
En los Campos de Flandes.
El autor de este poema murió de neumonía en las trincheras a comienzos de 1918. El legado de estas líneas ha sido enorme en la cultura anglosajona. A partir de “In Flanders Field”, que menciona a la amapola roja silvestre creciendo sobre las tumbas de los soldados, esta florcita se convirtió en símbolo de recuerdo de los caídos en la Gran Guerra y en las guerras sostenidas en general por el Reino Unido y sus Dominios.
En la imagen, la Reina Isabel II aparece ataviada con un prendedor que imita a la amapola, con ocasión del Día del Recuerdo, conmemorado en Gran Bretaña y en todos los estados miembros del “Commonwealth”.
Imagen tomada de https://www.google.cl/
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