sábado, 11 de julio de 2015

Hace 100 años. 12 de julio de 1915. Primera Guerra Mundial



Hace 100 años
12 de julio de 1915

Primera Guerra Mundial

El 7 de julio, finaliza la primera de las once batallas que los italianos plantearán en el Isonzo. Los resultados son magros, sobre todo, si consideramos las enormes bajas sufridas en ambos bandos, especialmente en los atacantes. En el mar, las noticias para Italia tampoco son buenas: el crucero acorazado Amalfi es hundido por un submarino alemán que enarbola bandera austriaca, cerca de las costas de Venecia. Alemania e Italia aún no están en guerra, así que no pueden atacarse abiertamente.

El África Sudoccidental Alemana capitula ante las fuerzas dirigidas por Louis Botha, el famoso general bóer que tanto resistió al Imperio Británico y que ahora se convertía en uno de sus más destacados líderes. Al otro extremo del continente negro, en el África Oriental Alemana, el crucero ligero alemán, “SMS Königsberg” es hundido, poniendo punto final a la llamada Batalla del Delta del Rufiji.

Al comenzar la guerra, en 1914, el Königsberg era el buque alemán más poderoso en el Océano Índico e incluso tuvo oportunidad de hundir al crucero “HMS Pegasus” en la Batalla de Zanzíbar, en septiembre de ese año. Luego de sufrir una falla en sus maquinarias, el Königsberg buscó refugio en el delta del río Rufiji, en el África Oriental Alemana (actual Tanzania), junto al buque de suministro “Somali”. Mientras los alemanes intentaban reparar los desperfectos de su buque, fueron descubiertos a fines de octubre por el crucero ligero británico “HMS Chatham”. El 5 de noviembre, llegaron hasta el Rufiji dos cruceros ligeros más, el “HMS Dartmouth” y el “HMS Weymouth”, completando el bloqueo del crucero alemán.

Los buques británicos eran más poderosos que su adversario alemán, pero eran incapaces de navegar río arriba, como sí podía hacerlo el Königsberg, que simplemente debía remontar el curso del río para ponerse fuera del alcance de las piezas de artillería británicas. Los británicos recurrieron a las potentes piezas de 300 mm del acorazado “HMS Goliath”, pero nuevamente la poca profundidad de las aguas impidió al Goliath acercarse lo suficiente hasta su blanco. Incluso utilizaron aviones para detectar con mayor precisión al escurridizo Königsberg, pero el clima húmedo y caluroso del trópico africano maltrataba sin compasión la estructura ligera de los aviones de la época y dañaba los pegamentos que ayudaban a mantener su integridad estructural.

Para evitar las incursiones británicas con embarcaciones menores, los alemanes prepararon un complejo sistema defensivo en el delta del río, con emplazamientos de artillería, nidos de ametralladora y puestos de observación, obligando a los británicos a usar todo su ingenio en este singular asedio marítimo-fluvial.

Para marzo de 1915, la falta de suministros y las enfermedades tropicales habían causado numerosas bajas en la tripulación del Königsberg. Estas adversas condiciones, sumadas al aislamiento que sufre todo aquel que está bajo asedio, habían causado un efecto muy adverso en la moral de los alemanes. La situación se alivió en parte gracias a la llegada de un barco de suministros disfrazado de mercante danés, que fue destruido por la flota de bloqueo, pero cuya preciosa carga fue salvada en su mayor parte.

Los británicos pudieron romper el empate con la llegada del “HMS Mersey” y el “HMS Severn”, dos monitores dotados de poderosa artillería; anticuados, peo capaces de remontar el río hasta mucho más arriba que los cruceros ligeros británicos, que se encargaron de atacar las defensas de tierra, que protegían el acceso al delta. Aunque el Königsberg consiguió encajar al menos un disparo certero en el Mersey, las potentes piezas de 150 mm de los monitores, apoyados por aviones de observación, finalmente silenciaron los cañones del Königsberg y lo dejaron reducido a una ruina. El 11 de julio de 1915, el comandante de la  nave, Max Looff, ordenó a sus propios tripulantes abandonar la nave y hundirla, no sin antes retirar algunas valiosas piezas de artillería, que fueron usadas con mucho provecho por las tropas que defendían las posesiones africanas alemanas del hostigamiento de las tropas coloniales británicas, francesas, belgas y portuguesas.

Luego de enterrar a sus camaradas caídos, los 188 sobrevivientes del Königsberg se unieron al ejército del general Paul von Lettow-Vorbeck, que defendió exitosamente el África Oriental Alemana, de fuerzas numéricamente muy superiores, hasta el momento mismo del armisticio en Europa, en noviembre de 1918.

En la imagen, el crucero Königsberg, que tantos dolores de cabeza dio a la “Royal Navy”.


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