domingo, 14 de mayo de 2006
Estamos Muy Preocupados
Ante todo, ofrezco a todos mis lectores unas sentidas disculpas. Es bien sabido que la excusa agrava la falta, pero he tenido trabajo hasta más arriba del paracaídas, como dicen en el Ejército y, sencillamente, no había tenido tiempo de sentarme a actualizar esta bitácora. En rigor, tampoco tengo mucho tiempo ahora, pero han sido tantos los que se han acercado en los últimos días a este humilde espacio de mis disparates, que ya me siento como el peor de las maleducados por no haber escrito.
En fin, aquí vamos otra vez.
Amigos, estamos muy preocupados. Estamos perplejos todos los que nos dedicamos a enseñar en algún nivel: básico, secundario o superior. Y llevamos hace demasiado tiempo este estupor. Algo muy malo está pasando: nuestros niños y jóvenes aprenden prácticamente nada en las aulas.
Hace ya algunas temporadas que empecé a enseñar en universidades e institutos profesionales. Les contaré (aunque supongo que para muchos no es novedad) que mis colegas y yo solemos comentar con inquietud que buena parte de nuestros alumnos llegan a la educación universitaria con enormes lagunas. Les cuesta un mundo expresarse por escrito y aun oralmente; más que errores, cometen horrores ortográficos; ignoran las nociones más elementales de la sintaxis; desconocen lo más básico de historia y geografía, mientras que de la filosofía y las demás ciencias humanas apenas conocen el nombre.
Recuerdo que hace cuatro o cinco años, mientras aplicaba una evaluación, uno de mis alumnos solicitó mi ayuda a propósito de una pregunta. Se le pedía que ordenara secuencialmente una serie de hechos históricos, entre ellos la caída del Muro de Berlín. Tras escasos minutos de inútil orientación por mi parte, me di cuenta de que su problema no era ignorar cuándo había ocurrido aquello; la fuente de su angustia estaba en que no sabía que había existido un Muro de Berlín...
Podría aburrirlos con un largo listado de experiencias similares y más de alguno pensaría: “bueno, es que las cosas humanísticas no son pasión de multitudes, pero las ciencias duras son otra cosa.” Lo siento, pero es también muy usual que una regla simple de tres, la sumatoria de los ángulos interiores de un triángulo o una división con decimales se conviertan en una pesadilla.
Huelga agregar, por último, que en un país como el nuestro, donde grandes cantidades de profesionales apenas hablan castellano, nuestros estudiantes son incapaces de elaborar la más simple frase en inglés o en cualquier otro idioma extranjero.
Desde luego, hay excepciones. Sin embargo, la regla general corresponde al penoso escenario que les he descrito. Si no me creen, echen un vistazo a las informaciones de prensa o a los sitios web relacionados con las tan comentadas pruebas internacionales, como TIMSS y PISA, por no hablar del ya tristemente célebre SIMCE criollo o la PSU.
¿Qué está pasando? ¿Falta dinero? Quizá, pero el factor de recursos económicos no explica el desastre (sí, desastre) por sí solo. La Concertación ha invertido en educación como nadie y la educación nunca ha estado peor en la historia republicana. Por lo demás, si alzamos la vista más allá de la cordillera que nos dio por baluarte el Señor y del mar que tranquilo nos baña, la conclusión tampoco pasa por disponer de más o menos plata.
Por ejemplo, Luxemburgo fue el país europeo peor situado en los resultados de las pruebas internacionales del 2002, aunque presenta el PIB per cápita más alto del mundo; en otras palabras, es el país más rico del planeta, pero sus estudiantes son los más ignorantes de la vieja Europa. De los países desarrollados, el peor situado es Estados Unidos, que sigue inmediatamente a Luxemburgo en términos de producto (35 mil dólares). Alemania, en tanto, el motor económico de la Unión Europea, con una PIB per cápita de casi 24 mil dólares, es superado en conocimientos científicos por Hungría, un Estado en vías de desarrollo, que hace apenas quince años se reintegró al mundo, tras deshacerse de la peor tiranía que ha ideado jamás el ser humano.
El país mejor evaluado es Japón y podría uno pensar que, dadas las cifras macroeconómicas del Imperio del Sol Naciente, la relación entre dinero y resultados es directamente proporcional. No obstante, la teoría se desmorona cuando comprobamos que el segundo lugar lo ocupa Corea del Sur, seguida de Finlandia. El PIB per cápita de los coreanos no llega ni a la mitad del de los alemanes o luxemburgueses y, si bien el de los fineses es casi tan alto como el los teutones, sus espectaculares resultados económicos son demasiado recientes como para explicar sus índices educativos sobresalientes.
En realidad, no he descubierto nada nuevo. Nadie ha afirmado jamás seriamente que el aumento en el gasto signifique mejores resultados (aunque los ministros, muy amigos de las estadísticas inútiles, lo sugieren para las audiencias televisivas). Si tengo más dinero —puede pensarse—, lo natural es que invierta más y, por tanto, que me vaya mejor. No señores, falso; las cifras son elocuentes otra vez: Estados Unidos gasta anualmente más de 7.700 dólares por alumno en niveles de primera enseñanza, mientras que Corea no llega a los 3.600 (en dólares indexados, de acuerdo con la paridad de poder adquisitivo); Suiza destina a dicho ítem casi 10 mil dólares, pero es largamente superada por Irlanda, que apenas se acerca a los 4 mil.
Es claro a estas alturas que el problema no está en aumentar el presupuesto. Debemos buscar otras explicaciones.
A la hora del análisis de otros factores, como el sueldo de los profesores o las horas de clase, hallamos paradojas muy parecidas a las ya mencionadas. Tampoco debe tratarse de recursos materiales e infraestructura. Quizá en los colegios que atienden a niños y jóvenes bajo la línea de la pobreza, la carencia de recursos técnicos en las aulas puede haber incidido, así como el hecho de provenir de barrios hostiles o familias disfuncionales.
Cabría suponer, entonces, que los alumnos extraídos de sectores medios y altos, deberían llegar bien preparados, pero todo profesor universitario (sus discípulos provienen mayoritariamente de este segmento) sabe que no es así. Estos jóvenes nunca han pasado frío o hambre, fueron criados con cariño y como ninguna generación antes que ésta, han tenido a su disposición medios audiovisuales y textos abundantes y de buena calidad. En efecto, estos avances sorprendentes eran algo de cuya existencia mi generación (y no soy tan viejo, tengo 30) no sospechaba.
“Siempre negativo este tipo —dirán ustedes—, si no se queja por los abortos, la guerra o la contaminación, viene con los problemas educacionales; constantemente quejándose, nunca proponiendo nada.” Concedido, a veces puedo ser un poco negativo, así que veamos si consigo hilvanar un par de ideas constructivas.
Hay que partir por recuperar a los buenos profesores. Las escuelas de pedagogía deben esforzarse por captar a los mejores. Para que eso ocurra, deben conseguirse tres cosas. Primero, las facultades deben dotarse con los mejores docentes, ojalá, personas dedicadas vocacionalmente y a tiempo completo a la enseñanza y a la investigación académica.
Segundo, resulta indispensable un aumento generalizado en las remuneraciones de los profesores básicos y secundarios. Tenemos claro que nunca un profesor se hará rico, pero deben tener sueldos dignos y, sobre todo, deben pagárseles apropiadamente las horas de estudio y corrección de evaluaciones.
Tercero, la sociedad debe mirar otra vez a los profesores con el respeto y, me atrevería a decir, la veneración que les profesaba la generación de nuestros padres y abuelos. Tal vez fue mala idea masificar la enseñanza de la pedagogía. Es verdad que antes educábamos sólo a la elite, pero también lo es que ahora agregamos al pueblo a las aulas, pero no le enseñamos casi nada... y también perdimos a la elite.
Bajo condiciones profesionales justas, debidamente supervisadas por las autoridades, creo que es posible que los profesores nos devuelvan esa educación de excelencia que hizo célebre a Chile en la América austral. Estoy de acuerdo con la evaluación docente, siempre y cuando se extiendan mecanismos de medición para las numerosas escuelas nuevas de educación y se mensuren, asimismo, las condiciones de trabajo, pago e infraestructura de muchos colegios que, cobrando cifras astronómicas de matrícula, dejan mucho que desear en el servicio que prestan y en la forma en que tratan a sus profesores y trabajadores.
Estas no son recetas, son sólo ideas de un lego en educación, aunque sospecho que iniciativas como éstas podrían resultar útiles incluso para los países desarrollado, que también deben estar inquietos y tal vez más que nosotros.
Sólo tomándonos la educación en serio, podremos reencantar al alumno de pedagogía y convencerlo de que no hay tarea más noble que recibir un niño o niña y hacer de él o ella un hombre o mujer de bien, al servicio de su patria y de sus semejantes. Y de que vale la pena vivir esa labor con la fogosidad del apóstol, porque, insisto, por mucho que arreglen los sueldos, nunca conoceremos maestros millonarios y no tendríamos por qué conocerlos tampoco. Enseñar es y será siempre un apostolado.
Todavía recuerdo con cariño algunos profesores que me inspiraron para estudiar y, en general, para ser un mejor hombre. Así como trato de olvidar algunos que me alejaron para siempre de algunas disciplinas. No quiero generalizar, pero siempre he sospechado que mis profesores de matemáticas, física, química y biología, en demasiadas ocasiones, casi se empeñaban en que detestara las ciencias duras.
Bueno, finalmente, no olvidemos a las familias. El ambiente de los niños y jóvenes, en lo inmediato, no es sólo la escuela, es también su hogar. No podemos consentir que los padres sean figuras ausentes. Siempre tiene que haber tiempo y energía para estar con los hijos, aunque uno este cansado; para conversar con ellos y ayudarlos a estudiar. No puede ser que muchos lleguen del trabajo nada más que a esgrimir el control remoto (¡cómo me desagrada la televisión!) o a dormir. Los hijos y la familia están primero; a no olvidar que, como alguien dijo, tener un hijo no te convierte automáticamente en padre, así como tener un piano no te convierte automáticamente en pianista.
Hago un llamado a todos los padres para que los más jóvenes nos vean esforzarnos con alegría en nuestro trabajo y aprovechar el tiempo libre, aunque sea parcialmente, en aumentar nuestra cultura con lecturas edificantes. Ojalá todas las casas dediquen grandes espacios a los libros, porque los niños aprenden, sobre todo, con los buenos ejemplos. Y, de pasada, exijo nuevamente que los libros estén exentos de todos los impuestos.
Eso es, ya no los aburro más, pero como ahora escribo tan poco aquí y este asunto es relevante, me pareció que podían excusarme si me extendía mucho.
Frase de Hoy:
El que sabe y sabe que sabe, es un sabio; seguidle.
El que sabe y no sabe que sabe, está dormido; despertadle.
El que no sabe y no sabe que no sabe, es un necio; evitadle.
El que no sabe y sabe que no sabe, es un niño; enseñadle.
(Versos atribuidos a Mahoma)
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¡Qué requetebueno que hayas regresado! te he hecho tanta propaganda, que ya me sentía "manager de un finado...."
ResponderEliminarTe leeré con "calma y tiza": te tengo en mis bloglines y te seguiré de cerca. Bkn tu sitio :)
Querido mío, sé muy bien a qué te refieres en este post, porque soy profesora y vivo la realidad que aca desribes diariamente.
ResponderEliminarClaro esta que el tema no da para ser discutido en un post ni menos en un comentario, pero em atreveria a desmentir algunas variables que propones, por ejemplo el de el uso de la tecnologia y la infraestructura en los colegios, al igual que el sueldo de los profesores (tema que tambien conozco de cerca porque gano una miseria, pero no es ese el obstaculo para enseñar bien y con ganas).
Todo lo que propones es un problema de país, de nuestros compatriotas y más que eso, de nuestra idiosincracia, cariños
en el plano de la educación secundaria, dentro de todo y de los muchos problemas que has expuesto, mi queridísimo germán, creo que el primero y más prioritario es cambiar la mentalidad de los profesores en cuanto a enseñar contenidos (materia y más materia).
ResponderEliminarlo primordial es entregarle al estudiante las herramientas necesarias para que desarrolle sus capacidades, habilidades y competencias que le permitirán desenvolverse en el ámbito académico (y otros más).
el profesor promedio no entiende (aún) que debe otorgarle al alumno la ayuda y guiarlo para que éste siga estudiando, sino muy por el contrario, el docente (no todos) pretende bombardearlo con materia soñando que de cuarto medio egrese un neruda o una mistral.
¡por favor!
un abrazo, te leo.
Que bueno que estás de regreso!
ResponderEliminarte extrañaba de verdad.
Es complicado el tema y la mayoría prefiere taparse los ojos y sólo desear por algo mejor. El problema de la mayoría d elos chilenos es que esperan que las cosas las arregle otro o vengan listas.Muy pocos se esfuerzan por ser mejores.
Complicado este tema porque no se puede discutir en un blog, pero es loable que al menos se toque para reflexionar acerca de qué es lo que hago yo, para ayudar a cambiar esto.
saludos,
Cony
German, soy Rocio (UDD), cariños
ResponderEliminarEstás hablando de Chile. Yo te leo en la Argentina, ¡y estamos iguales!
ResponderEliminarLa verdad que creo que lo que han cambiado son los valores. Y no porque sí. ¡Ojalá despertemos pronto! Todos.
Amigo: Tocas lo profundo de mi alma con este tema, no te imaginas cuántas noches y días he pasado tratando de encontrar la respuesta a este misterio. Yo pienso que, como dijo la Hna. Josefina, es una cuestión de VALORES, pero también agregaría que es una cuestión de forma. Seguimos teniendo una educación casi por completo enciclopedista, y muy a pesar de la reforma, se sigue priorizando los conocimientos memorísticos por sobre la capacidad de argumentar, y de desarrollar el pensamiento lógico. También se ha dejado de lado lo técnico.... me gustaría que se hiciera una investigación para saber si los chicos que estudian en colegios agrícolas (por ejemplo) tienen mejor desempeño, y así saber si mi teoría es o no correcta.
ResponderEliminarPerdón, me alargué un poco. ;D
Cariños
Tuve profesores maravillosos que me inculcaron el amor por las Letras y otros un tanto desastrosos que me inculcaron la fobia a otras disciplinas...
ResponderEliminarDe verdad que hay tantos factores queinciden en este problema que es difícil abarcarlos, pero creo que hay un par de cosas básicas.
Por una parte está la estandarización de la educación, que en sí mismo no es algo negativo, pero llevada a extremos es altamente perjudicial. Trabajé un par de meses en un colegio ultra-top (también soy profesora) y no te imaginas mi sirpresa cuando, a fines de año, me dijeron casi textual "ah, pero no te preocupes porque X e Y no aprendan... son 2 nomás, tú preocúpate de pasar los contenidos". Fue una de las cosas que me llevó a retirarme de la pedagogía formal.
Recuerdo a Oscarito, uno de mis profesores regalones del colegio y quien de hecho ahora es un buen amigo. Me empezó a hacer clases en 2º Medio y nunca olvidaré cuando llegó con la lista de lecturas para el trimestre y yo le comenté que ya los había leído todos. Después de una extensa conversación repecto de las novelas, surate la cual le quedó clarísimo que de verdad las había leído y las conocía casi de memoria, él decidió manipular un poco las reglas -y le salió pelea al hacerlo- para que le permitieran darme una lista alternativa, con los objetivos de (1) que no me aburriera; (2) presentarme nuevos autores y visiones.
Cuando entré a estudiar Literatura, creo que nadie se alegró más que él.
Eso por ahora, porque además trabajé como profesora en un colegio fiscal y en un colegio ultra-top, así que mi opinión exhaustiva no da para un coment. :P
Qué bueno tenerte de nuevo por estos lados :D
Haz puesto el dedo en la llaga,la educación es donde más debieramos centrar nuestra mirada como País.
ResponderEliminarLa enseñanza requiere una mirada más humana,con más dedicación y menos masificada.
Acabo de conocer los colegios en Cuba,todos con 15 alumnos por aula,eso en mi opinión es básico para emprender transformaciones mayores.
Holaaa, totalmente disculpado! jejeje
ResponderEliminarOjala tengas una semana mas relajada entonces!!! ;)
Un abrazo!!
Como siempre tiens razón...he reflexionado sobre el mismo tema desde mi propia incultura...de esa vergüenza que me da no tener la cultura que debería habiendo estado en un colegio tan bueno. Con mi hermano repasamos...¿podemos hablar de pintura, de filosofía, de artes, de historia realmente???
ResponderEliminarLa enseñanza quizás fue suficiente, pero me parece que estamos en un país donde pesa demasiado el valor del dinero.
Sigues siendo mi mejor amigo.
Pasaba a saludar, no más. La educación....mientras más libre creo que mejor, pero hay ¡cada inescrupuloso! que hacen difícil encontrar un ideal entre rayado de cancha y alas para volar.
ResponderEliminarSaludos.
mi madre es profesora de historia, mi padre un lector por naturaleza, creci entre libros y me enamore al punto que no puedo andar sin un libro, es mi escape, y en ese ambiente ya a los 14 años en mi colegio era un bicho raro, hablaba raro para mis compañeras, y no me pescaban por que hablaba de otros temas , me llegue a frustar de no ser de las demas, que no les importa aprender , pero mi padre me dijo que un dia tendria recompensa , y hoy la tengo , estudie lo que me gusta y leo a raudales , comprendo y no me cuesta, pero no logro hacer entender a sobrinas lo importante que es desarrollar la testa desde los primeros años , no me rindo , y las lleno de libros , los miran raro pero ya no los dejan de lado por lo menos los hojean.
ResponderEliminarun gusto volver a leer tus post que siempre me dejan pensando que no soy un bicho raro
saludos
entre las tres ideas constructivas que has dado me ha gustado la primera, pero las otras dos? mas dinero para los presores? respeto para los profesores?
ResponderEliminarla calidad la dará subir el sueldo a los profesores? el respeto? no habrá que hacerse respetar?
El problema está en los planes de estudio, a lo que se tiende según pasan los años es a bajar y bajar el nivel, como sigan bajando no solo no sabrán qué es el muro de Berlín, si no que no sabrán ni donde está Teruel.
Hay un problema en los planes de estudio de querer establecer las bases culturales sin material para seguir edificando los pilares del desarrollo personal.
Se necesita una enseñanza que motive, y creo que si hay un gremio que debe ser profesional en esta vida es el del profesorado, y que poquitos lo son.
Que dejen de echar la culpa a los padres, al dinero, al entorno y los profesores. Es un problema de raíz, es un problema de los planes de estudios.
Formemos personas profesional, no solo profesionales.
Un saludo.
Natalia