domingo, 11 de octubre de 2015

Hace 100 años. 11 de octubre de 1915. Primera Guerra Mundial



Hace 100 años

11 de octubre de 1915
Primera Guerra Mundial

Antes de terminar la primera quincena de octubre, la Batalla de Loos, en el marco de la ofensiva de otoño de la Entente en el Frente Occidental, se puede considerar terminada, sin haber producido mayores cambios en el la situación general. Un nuevo intento por romper el empate sangriento de las trincheras se salda en fracaso.

Los acontecimientos más relevantes de estos primeros días de octubre ocurren en la Península de los Balcanes, donde Bulgaria, Serbia, Montenegro y Grecia viven horas decisivas. El 5 de octubre de 1915, los aliados desembarcan fuerzas considerables en Salónica, que llegarán a sumar dos divisiones en pocos días. Su objetivo declarado era colaborar son los serbios en repeler la inminente ofensiva que los Imperios Centrales, ahora apoyados por Bulgaria, estaban a punto de desatar. Las tropas anglo-francesas que llegaron a Salónica prácticamente fueron invitadas por el Primer Ministro heleno, Eleuterio Venizelos, acción a la que se opuso tenazmente el Rey Constantino, partidario de mantener la neutralidad, al igual que la mayoría de los altos mandos.

Aunque la posición del monarca griego era constitucionalmente ambigua, forzó a renunciar a Venizelos y, en su lugar, se formó un nuevo gobierno encabezado por Alexandros Zaimis, alineado con el Rey en su oposición al desembarco de tropas aliadas que, sin el consentimiento oficial del gobierno griego, equivalía a una invasión y a un quebrantamiento de la neutralidad de un país, tan grave como el perpetrado por Alemania en 1914, respecto de Bélgica. El conflicto entre el Rey Constantino y Venizelos se ahondaría al punto de causar una guerra civil larvada entre los griegos.

Los griegos, sin embargo, no podían hacer mucho más que protestar y movilizar a sus fuerzas armadas, que es lo que efectivamente hicieron. No tenían manera de hacer frente a los cañones de las potentes escuadras francesas y británicas, que apuntaban a sus puertos y ciudades. Incluso si no se producía una confrontación abierta con la Entente, Grecia dependía de las importaciones por mar para abastecer a su población de los elementos más básicos, incluyendo alimentos, de modo que un bloqueo prolongado podía significar un desastre para el país. De momento, los griegos tuvieron que aceptar que una parte de su territorio se convirtiera en campo de batalla.

Las tropas aliadas desembarcadas en Salónica, sin embargo, no pudieron hacer mucho, dada la indefinición de Grecia y dado el hecho de que Francia, Gran Bretaña y Rusia no tenían realmente tropas ni recursos que pudieran distraer de otros frentes en número suficiente para ayudar a los serbios. Así, el 6 de octubre de 1915, tropas austrohúngaras y alemanas iniciaron la segunda invasión de Serbia. Recuérdese que el primer intento de invasión austriaco, en 1914, se saldó en fracaso para Austria-Hungría.

Ya en esta invasión de Serbia, se nota que el poder dominante entre los Imperios Centrales es Alemania. Austria, Turquía y Bulgaria siempre terminarían plegándose a las políticas dictadas desde Berlín. Para los alemanes, conquistar Serbia significaba controlar una ruta terrestre que uniera Alemania, a través de Austria, con el Imperio Otomano, que podía recibir refuerzos y suministros por ferrocarril. Si agregamos a eso el ingreso de Bulgaria en la guerra, los Imperio Centrales se presentaban como una alianza sólidamente unida por tierra, como un solo gran bloque territorial.

Para el 7 de octubre, los austro-alemanes habían cruzado el Drina y el Danubio, tras de lo cual se dirigieron inmediatamente hacia Belgrado, la capital de Serbia, que cayó el 9 de octubre, luego de feroz lucha callejera. El 11 de octubre, ante la insistencia de los alemanes, Bulgaria atacó a Serbia, que tenía que enfrentar la invasión de su territorio desde tres direcciones. La suerte de los valerosos serbios, aislados de sus aliados y faltos de suficientes abastecimientos, estaba echada. Era sólo cuestión de tiempo antes de que todo el país cayera bajo la bota de sus enemigos.

En la fotografía, un monumento erigido ese mismo año de 1915, por orden del mariscal de campo alemán August von Mackensen, quien dirigiera la campaña de Serbia. En la inscripción, en serbio y en alemán, se lee: “Aquí descansan héroes serbios”. La determinada resistencia de los serbios les granjeó un profundo respeto de parte de sus enemigos, que sufrieron 10.000 bajas sólo en el asalto final sobre Belgrado.

Imagen tomada de http://40.media.tumblr.com/c51e66aacd4f04e2409a2200fe404a0a/tumblr_miqtuiArVa1rmlmg3o1_500.jpg


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