Gracias a Dios, Chile no ha debido entrar en una guerra externa desde hace 127 años... y contando; nuevamente, gracias a Dios. Sin ánimo de ser alarmista, el controvertido proyecto aprobado por el militante Congreso de la hermana República del Perú, puede llevarnos a una situación insospechada; incluso, a lo impensable: a la guerra.
Las escaladas de conflicto suelen ser vertiginosas y, por mucho que uno se sienta preparado, la historia demuestra con pruebas uniformes y abrumadoras, que casi siempre las crisis internacionales avanzan más rápido de lo que actúan los actores diplomáticos y gubernamentales. La única manera de salir airoso de un disputa internacional, es tener un servicio exterior bien preparado y atento y, hasta el momento, aunque estoy lejos de ser un hincha de Ricardo Lagos, reconozco hidalgamente que el Presidente de la República y sus colaboradores, han manejado el asunto de manera correcta.
Segunda opción, la guerra. Poco probable, sí; impensable, ciertamente; horrible, desde luego; imposible, desgraciadamente, no. Cuando, como dijo Lenin, se pasa desde “las armas de la crítica, a la crítica de las armas”, la única forma de estar preparado es haber configurado y mantenido un dispositivo militar disuasivo. En pocas palabras, las Fuerzas Armadas han de tener dimensiones y equipamientos que convenzan a cualquier agresor eventual, de que su ataque le resultará mucho más caro, que cualquier beneficio que pudiera obtener de un conflicto bélico.
En ese sentido, las administraciones recientes, desde el Presidente Pinochet, al Presidente Lagos, ha sido previsoras. Aprovechando las buenas cifras macroeconómicas y la tranquilidad del país, desde 1985, aproximadamente, se ha realizado un profundo proceso de reforma y modernización de las Fuerzas Armadas, que las colocan a la altura de cualquier escenario de confrontación militar externa.
Como ya decía, hace 20 siglos, el autor latino Vergetius, en su “Epitome Rei Militaris”, “si vis pacem, para bellum”: “si quieres paz, prepárate para la guerra”.
Tengo familia con uniforme, de manera que la perspectiva de una guerra, aunque sea corta y limitada, me parece inquietante. Y aunque no fuera así, creo que ningún hombre debiera ver jamás la guerra. Por eso, exactamente, me parece que, tanto en la diplomacia, como en la defensa, deben mantenerse las políticas que han sido tradicionales en Chile. Es decir, mantener una diplomacia vigilante y proactiva, y unas Fuerzas Armadas bien equipadas y modernas.
Muchas son las voces que suelen alzarse en son de protesta cuando se adquieren o se producen armas para la milicia. Estoy de acuerdo en que, de ser posible, sería preferible usar el acero en arados, en vez de usarlo en espadas. La tierra prefiere beber el sudor del obrero, antes que la sangre del soldado. Pero esta crisis, que espero en Dios pueda ser contenida por nuestras autoridades políticas, tal vez termina de convencernos a todos de la necesidad de mantener siempre bien dotados a nuestros regimientos, bases navales y bases aéreas. No vivimos en el Paraíso Terrenal y, gústenos o no, por mucho tiempo estaremos condicionados a vivir junto a vecinos inestables, que pueden sentirse tentados a liberar presión interna, a través de nuestras fronteras.
Otro asunto que me preocupa es la actitud de la gente. Los únicos círculos donde no encuentro histerias chauvinistas y nacionalismos exacerbados, es en los ambientes militares. Ellos saben lo que es la guerra y prefieren evitarla a toda costa. En la vida social, en el mundo del trabajo, en las universidades, en cambio, he percibido un creciente aire de beligerancia y, lo más preocupante, de abierto desprecio a nuestros hermanos peruanos. Que eso son, hermanos; no son indios, no son monos, no son cholos; son nuestros hermanos.
Estoy de acuerdo en que hay que ser firmes. Ya hubo un tratado y el Perú tendrá que respetarlo. Si no lo hace y sufrimos una agresión, bueno, habrá que defenderse. Y estoy seguro de que lo haríamos con éxito, es decir, con la victoria. Paños fríos, sostenidos con manos firmes.
Pero no está bien contribuir al ambiente belicista con comentarios despectivos o con actitudes soberbias. En los últimos años, muchos chilenos se pasean por el mundo haciendo alarde de una de las peores formas de ordinariez, que es pensar que todos en el continente, menos nosotros, son bárbaros atrasados, mientras que nosotros, poco menos, que somos miembros del Primer Mundo. Es cosa de ver una población como la Costanera, entrar en las calles de Hualpencillo o la Emergencia, para ver que nos queda mucho por recorrer. Además, lo que nos hizo “grandes en la América Austral”, como dice el himno de la Escuela Militar, fue la sobriedad y la humildad, no la soberbia vulgar de "nuevo rico".
Una reflexión a modo de recuerdo. Trabajé seis meses en Estados Unidos, en el centro de esquí “Dodge Ridge”, en Cold Springs, California. Entre los muchos amigos que hice, se contaban varios peruanos. Recuerdo especialmente a las dos preciosas Úrsulas y a la no menos bonita Daniela. Al buen Piero y, en fin, a tantos otros. Por cierto, si mi país llamara, seré el primero en la frontera y, de ser necesario, ofrendaría mi vida en las sagradas aras de la Patria; siempre he estado dispuesto a dar mi sudor y mi sangre por aquellos que amo; quienes me conocen, me han visto hacerlo. Y yo amo a mi país. Pero preferiría no tener que hacerlo, porque mi naturaleza se rebela de sólo pensar que hombres con nuestro uniformes o hasta yo mismo, pudiéramos cercenar la vida de una de estas personas o destruir sus hogares.
Eso, precisamente, es la integración. Conocer al “otro” e internalizar que son personas, dignas de nuestro respeto y hasta afecto, en el caso de estos amigos míos peruanos (incluso amor, porque la Úrsula es muy linda, pero eso puede dar para otro blog; pero, en serio, una limeña preciosa). Por eso estos viajes y la permeabilización de las fronteras son procesos que es necesario alentar.
Conozco a mucha gente en muchas esferas y soy muy preguntón. Y muchos me han confidenciado que “la cosa podría ponerse fea”. Esperemos que no llegue a eso. Grau y Bolognesi, Prat y Carrera Pinto, fueron hombres grandes, que legaron un ejemplo imperecedero de abnegación y sacrificio por el amor de la patria y por amor de los nobles pueblos de Chile y del Perú; incluso, el sacrificio máximo. Pero su entrega por ese amor, ha de recordarnos que dicho amor debe ser más fuerte que el resentimiento que puede surgir frente a los que podemos creer, erróneamente, que son nuestros enemigos. Si todos amáramos a nuestras patrias, más de lo que detestamos a nuestros adversarios, la guerra no existiría en el mundo; si amáramos a nuestros niños, más de lo que odiamos a los enemigos que nos creamos, podríamos convertir todos los sables y bayonetas en herramientas de labranza. Ruego a Dios que ese día llegue. Y ruego a Dios que no llegue el día en que esta crisis se convierta en algo peor.
Frase de Hoy: La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que sí se conocen, pero que no se masacran (Paul Ambrose Valléry)
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Hola Lindo!!!!, siempre tan asertado con tus post, interenates y llenos de contenido... me encantan....
ResponderEliminarComo puedes ver lindo leonidas regresé y ésta vez para quedarme amigo... bueno, cosas de mujeres, que en ciertos meses, uf, mejor ni te digo, nos ponemos "algo" sensibles...
Gracias leoncito por tu profundo post, lo llevo guardado en mi corazón, haciéndome sentir que éste mundo, aunque virtual, es sencillamente maravilloso y veo que el el es bastente el aporte que tu haces para hacerlo así.......
Un gran abrazo a la distancia, te estaré visitando
ojalá esto de perú y CHILE pase luego al olvido.... nos conviene a todos....
ResponderEliminarsalu2...
siempre con sus informados y buenos post¡
ResponderEliminary nada.. paz¡¡ peru gran país.. linda gente.
cuidate¡
Estremecedor tu post, imagínate yo que vivo en Arica, aquí hay mucha gente que transita la frontera a diario por diversas razones, principalmente de trabajo y comercio. Es de esperar y confiar en las autoridades de ambos países que se respeten los Tratados. Lindo tu blog, te estaré vivistando, saludos
ResponderEliminarImpresionante crónica que muestra los peligros ocultos. El exceso de intereses creados por el hombre y sus depredadores.
ResponderEliminarMe gusta decir con el poeta Félix Grande: No hay más patria que una mujer.
No hay más patria que amar.Un abrazo, amigo.
muchos-muchos-muchos paños frios...
ResponderEliminarexcelnte post, felicitaciones.-
Pasaba solo a saludar...
ResponderEliminar:·)
Pasé a saludarte y a dejarte cariños.
ResponderEliminarAtcharya... es una palabra en "sánscrito", idioma sagrado originario de la India....
ResponderEliminarme gustó su sondido que emito al pronunciarlo, lo adquirí para éstos fines....
Su significado, lo supe "depués", te lo digo, ya que no me siento para nada eso.... significa maestro (a)...
:·)
Wow...
ResponderEliminarTodo tu post se resume en la frase del día..
Como siempre MAESTRO!!!
La guerra es un mal para todos sin distinción.Si bién se pueden generar tensiones creo firmemente que la cordura se mantendrá.Si bién el problemas de las 200 millas marítimas no es fácil de solucionar,y en mi opinión,el reclamo Peruano tiene una cierta lógica de justa protesta. Es cosa de ver los mapas y trazar las 200 millas de manera tangencial a sus costas y a las nuestras.Trazar una paralela entre los "paralelos 18º y 19º" favorece la balanza a Chile, y además que lo favorecen los tratados internacionales que avalan dicho criterio de fronteras marítimas.
ResponderEliminarExcelente post (como siempre).
ResponderEliminarCada vez que afirmo que necesitamos a nuestras Fuerzas Armadas y que no podemos reducir su presupuesto, alguien me mira con cara de odio. Pocos entienden lo que planteas tú (en lo que coincido) y es que probablemente una de las razones por la que este conflicto se podría resolver de manera diplomática se debe justamente a ese presupuesto, que hace al potencial enemigo repensar a conveniencia de ir a la guerra con nosotros.
Siento una vergüenza horrorosa cada vez que escucho a un compatriota insultar a los peruanos (o bolivianos, otro blanco favorito), como si fueran seres inferiores sólo por el color de su piel y encontrarse en una economía inestable... tanto que odiábamos a los argentinos por su arrogancia y ahora estamos peor que ellos. Se nos olvida que nuestro vecino al otro lado de los Andes 10 años atrás era la envidia de Latinoamérica y ahora está como está. No nos vaya a suceder a nosotros lo mismo por pedantes.
No sé si es idea mía o como que se calmó la histeria colectiva por un posible conflicto armado... parece que los ojos pasaron a Fujimori.
ResponderEliminarSea como sea, ojalá nunca estemos metidos en una guerra, contra nadie.
Saluditos :)
Hola hoy solo les pido leer y participar de mi crítica al debate!!
ResponderEliminarhttp://tvchanta.blogspot.com
Y si tienen tiempo votar por mí en los Atina Blog Awards!!
Muchas gracias
Excelente la "frase de hoy" demasiado directa.
ResponderEliminarHola Leoncito!, viste anoche el vilipe... osea debate?...
ResponderEliminarPués, espero su clara visión en mi blog eufemismo....
Un abrazo y un beso