miércoles, 31 de diciembre de 2025

¿Nació realmente Jesús el 25 de diciembre del año 1 a. de C.?

 



Hace poco, leí un artículo de National Geographic, escrito por una supuesta “especialista”, que repetía algunas tonterías, que de tanto ser repetidas, han pasado a ser aceptadas incluso por gente más o menos culta, respecto de la fecha de nacimiento de Jesucristo y, por tanto, respecto de la pertinencia histórica de la celebración de la Navidad el 25 de diciembre.
La Iglesia nunca ha pretendido afirmar con precisión absoluta que el nacimiento de Jesús ocurrió exactamente el 25 de diciembre del año 1 a . de C., como si fuera verdad revelada. Más que nada, es la fecha que tradicionalmente se ha usado en el calendario litúrgico, para conmemorar la Navidad y, de ese modo, contemplar los misterios de Jesús en esta tierra, para seguir el Camino, que es Él mismo. Los Evangelios y la Sagrada Escritura en general remiten a este único propósito: revelarnos al Señor, que se hace hombre en Jesús de Nazaret. No pretenden satisfacer nuestra curiosidad, ni reunir todos y cada uno de los detalles que podrían ser interesantes para un erudito, pero que son irrelevantes si la idea es leer la Escritura como una forma de hacer oración.
Dicho eso, si lo que se quiere es entretenernos en un ejercicio erudito, podemos hacernos la pregunta: ¿nació realmente Jesús el 25 de diciembre del año 1 a. de C. o en alguna fecha muy cercana?
1. A menudo, oímos que la Navidad es “pagana”, debido a la coincidencia con el solsticio. En realidad, el solsticio es el 21, de modo que la objeción tiene poco asidero. También se dice que la Iglesia “inventó” la fecha, para continuar con la tradición de las Saturnales, una festividad dedicada al dios Saturno. De nuevo, incorrecto. Los datos que aportan las fuentes sobre las Saturnales son escasos e inconexos, y no permiten afirmar más que cierta cercanía en las fechas, pues las Saturnales se iniciaban el 17 de diciembre. A lo largo de la prolongada historia de la Roma republicana e imperial, la festividad se movió y amplió, debido a los cambios en las costumbres y los calendarios, pero ninguna fuente permite afirmar continuidad entre la festividad dedicada a ese dios pagano y la Navidad. Durante un breve tiempo, al final de la República, el festival llegó a durar siete días, hasta el 25 de diciembre, pero Calígula lo comprimió nuevamente a solamente cinco días de festividad (Suetonio, “Vida de Calígula”, 17).
2. También se ha dicho que la fecha coincidía con el “Dies Natalis Solis Invicti” (“Natalicio del Sol Invicto”), festividad pagana dedicada al dios Sol. El Imperio cristianizado (a través de Constantino el Grande, “el sospechoso de siempre”) se habría “robado” la fecha para su Navidad. Sin embargo, fue recién el Emperador Aureliano (r. 270-275) quien dejó bien establecida la fiesta, mientras que los testimonios de la Navidad identificada con el 25 de diciembre son más antiguos y para el momento en que Aureliano estableció la fiesta del Sol, los cristianos hacía tiempo que tenían fija la fecha de la Navidad en el calendario litúrgico (cf. punto 6. más adelante, sobre Hipólito de Roma).
3. Todo lo que dicen los Evangelios de la fecha del nacimiento viene dado por el censo que ordenó un “edicto de César Augusto” (Lc 2, 1), promulgado “cuando Quirino era gobernador de Siria” (Lc 2, 2). Augusto fue la figura más poderosa de Roma durante más de cincuenta años, así que un “edicto de César Augusto” es una referencia demasiado amplia. En cuanto al gobernado Quirino, el historiador judío, Flavio Josefo, registra como único censo bajo su gobierno uno ocurrido en 6 d. de C. (“Antigüedades Judías, XVIII, 26). Sin embargo, otros testimonios, incluyendo una inscripción hallada en el siglo XVIII, indican que Quirino tuvo puestos de responsabilidad, al menos, durante dos períodos y que, entre los años 12 y 2 a. de C. ejerció un mando militar en la zona. Por tanto, pudo ordenarse un “primer empadronamiento” (Lc 2, 2) en torno al año 1 a. de C., distinto del que registra Josefo, varios años después del nacimiento de Jesús. El mismo evangelista, al referirse a la posición de Quirino, usa la expresión griega “hegemoneuo”, que puede traducirse muy ampliamente como “jefe” con mando militar. Recordemos que Tierra Santa no era todavía una provincia romana del todo y que, por tanto, las atribuciones de los funcionarios romanos eran muy variables y cambiantes.
4. Suele afirmarse que Jesús no nació el Año 1 y que tampoco nació el 25 de diciembre de ese año. Con el nivel actual de conocimiento, no podemos afirmar, ni negar tajantemente dicha afirmación. Sin embargo, existen argumentos contundentes para sostener la verosimilitud de la fecha tradicional de la Natividad como real, a partir de diversas fuentes, incluyendo los evangelios (especialmente el de San Lucas, cuando se trata de conocer la infancia de Jesús).
5. Tenemos testimonios tan antiguos como el de Ireneo de Lyon, quien vivió en los siglos I y II. Hasta donde se sabe, es el primer estudioso cristiano en datar el nacimiento de Jesús, después de los evangelios. En su obra, “Adversus Haereses”, Ireneo afirma que el nacimiento del Señor se produjo alrededor del año 41° del reinado de César Augusto (Blumell y Wayment, 2012). Ireneo no está contando desde la Batalla de Actium (30 a. de C., cuando eliminó a sus rivales, Marco Antonio y Cleopatra), ni tampoco cuando el Senado le otorgó el título de Augusto (27 a. de C.), pues ambas son fechas funcionales a nuestra historiografía moderna, que comprende que sólo entonces se convirtió en el amo indiscutido del Imperio. Ireneo está haciendo el cálculo desde el momento en que se convierte en heredero de Julio César (asesinado el 44 a. de C.) o desde el momento en que Augusto fue nombrado cónsul (43 a. de C.). El autor indica la fecha como “cerca de”, “alrededor de” (“circa”). No pretende ser minucioso, porque quiere conectar el nacimiento con el hecho histórico del gobierno de Augusto, más que dar con una fecha exacta, que importaba y sigue importando poco.
6. Clemente de Alejandría, filósofo y teólogo cristiano de los siglos II y III d. de C., escribe que, en su época, se aceptaba que Jesús había nacido el año 28° de Augusto. Es imposible que siguiera el mismo cómputo que San Ireneo, porque tendría que acercarse al año 16 o 15 a. de C., lo que es demasiado temprano, incluso para una época tan lejana en el tiempo y difícil para la cronología. Como escribe desde Alejandría, Egipto (aunque era ateniense de nacimiento), Clemente está haciendo la contabilidad desde la Batalla de Actium, cuando Egipto se convirtió efectivamente en provincia romana. Hipólito de Roma, en su comentario a la profecía de Daniel, en 205 d. de C., escribe que Jesús nació el 25 de diciembre del año 42° del reinado de Augusto. Tertuliano (siglo III), Eusebio (siglo IV) y Epifanio (siglo V) coinciden en que Jesús nació en el año 42° del reinado de Augusto. Los tres están contando los años desde la perspectiva romana y no egipcia, es decir, desde el consulado de Augusto o desde el momento en que Octavio se convierte en heredero de Julio César y se transforma en quien conocemos, hasta hoy, como César Augusto (Blaha, 2018). De todos estos testimonios, concluimos que, desde los primerísimos y más antiguos tiempos del cristianismo, se aceptaba la fecha tradicional del 25 de diciembre y el año de nacimiento durante o muy cerca de lo que actualmente denominamos año 1 d. de C.
7. El Evangelio de San Lucas y otras fuentes históricas permiten hacer otras precisiones y hacer más aceptable todavía la fecha del 25 de diciembre del año 1 d. de C. como la correcta. El estudioso checo, Jan Pouc, sacerdote, catequista e historiador de mediado del siglo XX, realizó un profundo estudio de la cronología neotestamentaria. Como vivió gran parte de su vida bajo la tiranía comunista, su trabajo se tuvo que publicar de manera póstuma. Su obra se basa en los pocos datos cronológicos aportados por la Sagrada Escritura, así como otras fuentes judías y datos aportados por otras culturas, respecto de la observación de los ciclos de la luna, tan importante en los calendarios antiguos. Durante mucho tiempo, se especuló que Jesús había nacido en torno a los años 4 y 6 a. de C. y que, por tanto, el cálculo del monje y matemático, Dionisio el Exiguo (siglos V y VI), era erróneo. La confusión se origina en suponer que Herodes murió alrededor del año 4 a. de C., para que esta fecha cuadrara con una alineación de planetas ocurrida en el año 7 a. de C., supuestamente conectada a la Estrella de Belén, y un eclipse lunar ocurrido el año 4 a. de C., conectado con la muerte del Rey Herodes (Pouc, citado por Blaha, 2016, y Glaser, 2015).
8. Cuando Dionisio el Exiguo recibió el encargo de datar las fechas desde el nacimiento del Señor, su tarea se reducía simplemente a repetir un hecho indiscutiblemente aceptado por toda la Cristiandad hasta ese momento: que Jesús había nacido el 25 de diciembre del año 752 AVC (AB VRBE CONDITA, “Desde la Fundación de la Ciudad”, es decir, desde la fundación de Roma) y que, por tanto, la “Era Cristiana”, se iniciaba el 1 de Enero del 753 AVC, que todavía conocemos como año 1 d. de C. Pouc sostiene que Dionisio recogió un cálculo correcto, basado en los datos que aporta Josefo, donde se menciona una interacción entre Herodes y cierto Sumo Sacerdote, llamado Matías, que ocurrió el mismo día en que hubo un eclipse y en el cual los judíos observaban un ayuno. En 1990, el astrónomo J. P. Pratt descubrió que se produjo un eclipse, visible en Jerusalén el 29 de diciembre del año 1 a. de C. En cuanto a la Estrella de Belén, no hay fenómeno astronómico con el que se pueda hacer coincidir, salvo que Herodes haya muerto el año 4 a. de C. y no el año 1 d. de C., como afirma Pouc. La conclusión es que la estrella que guio a los magos venidos desde Oriente fue un fenómeno celeste que no hemos podido reconstruir históricamente o un fenómeno milagroso, que tal vez pudo ser visible sólo para los magos y su séquito. Posiblemente nunca lo sabremos a ciencia cierta (Blaha, 2016).
9. La fecha del 25 de diciembre también es aceptable, si la calculamos en base a lo que sabemos de la concepción de San Juan Bautista, transmitida por San Lucas. El evangelista nos presenta a los padres del Bautista como “un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, cuya mujer, descendiente de Aarón, se llamaba Isabel. Los dos eran justos ante Dios y caminaban intachables en todos los mandamientos y preceptos del Señor; no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos de edad avanzada” (Lc 1, 5-7). Según Lucas, a Zacarías le fue anunciado el nacimiento de su hijo por el arcángel Gabriel, “cuando le tocaba el turno” (Lc 1, 8 ). Una tradición oriental antiquísima y persistente conmemora el anuncio angélico a Zacarías cada 23 de septiembre, y la fecha tiene cierto asidero. En 1958, el académico israelí, Shemaryahu Talmon, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, fue capaz de reconstruir el sistema de turnos sacerdotales del Templo en tiempos neotestatmentarios, a partir de datos hallados en los Rollos del Mar Muerto. Gracias a estos hallazgos, sabemos que el grupo de Abías servía dos veces al año en el templo y uno de esos dos turnos abarcaba al día 23 de septiembre. Esta conclusión quedó reforzada por los estudios hechos paralelamente por la investigadora francesa, Annie Jaubert (Blaha, 2016).
10. El 23 de septiembre del 2 a. de C. cayó martes. Por tanto, el servicio de Zacarías en el templo para ese turno ocurrió desde el sábado 20 de septiembre, hasta la tarde del sábado 27 de septiembre. Lucas continúa diciendo que “cuando se cumplieron los días de su ministerio, se marchó a su casa. Después de estos días Isabel, su mujer, concibió” (Lc 1, 23-24). Es decir, la concepción de San Juan Bautista ocurrió el 27 de septiembre o los días inmediatamente siguientes, es decir, durante los últimos días de septiembre del año 2 a. de C. San Lucas prosigue: “En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David. La virgen se llamaba María” (Lc 1, 26-27). Es decir, la Encarnación del Redentor se produjo a fines de marzo del año 1 a. de C. Para reforzar la referencia temporal, San Lucas relata que el arcángel Gabriel reveló a la Virgen que Isabel, esposa de Zacarías y madre del Bautista, prima de María, “en su ancianidad ha concebido también un hijo, y la que llamaban estéril está ya en el sexto mes” (Lc 1, 36). Y si contamos nueve meses de embarazo de María desde fines de marzo, llegamos a fines de diciembre del año 1 a. de C.
Conclusión 1: es posible que Jesús haya nacido efectivamente el 25 de diciembre de lo que identificamos actualmente como el año 1 a. de C.
Conclusión 2: conocer la fecha exacta es imposible con absoluta certeza y no tienen ninguna importancia si uno lee la Sagrada Escritura como forma de oración. Los ejercicios eruditos son divertidos, pero no ayudan al perfeccionamiento espiritual necesariamente.
¡Feliz Navidad!
Referencias:
• Santos Evangelios, Ediciones Universidad de Navarra, Pamplona, 2017
• Flavio Josefo, “Antigüedades Judías”, Akal, Madrid, 1997
• Cayo Suetonio Tranquilo, “Vidas de los Doce Césares”, Gredos, Madrid, 1992
• Blaha, Vladimir y Glaser, Milan; “The Great Testimony of Flavius Josephus for the years 63 BCE to 70 CE”, Academia.Edu, 2016
• Blaha, Vladimir; “When was Jesus Christ actually born?”, Academia.Edu, 2018
• Blumell, Lincoln y Wayment, Thomas; “When Was Jesus Born? A Response to a Recent Proposal”, Brigham Young University Studies Quarterly, vol. 51, núm. 3, artículo 3 • Crédito de la imagen: istockphoto.com, usuario: Iosw

¿Nació realmente Jesús el 25 de diciembre del año 1 a. de C.?

  Hace poco, leí un artículo de National Geographic, escrito por una supuesta “especialista”, que repetía algunas tonterías, que de tanto se...