martes, 20 de septiembre de 2005
Los piratas no encuentran hogar
Entre los siglos XV y XIX, las potencias de Europa se dedicaron a explorar, descubrir y colonizar el mundo que, hasta entonces, les era desconocido en gran parte. Nunca, como en esa época, los imperios dependieron tanto del mar. Sin la tecnología de nuestros días, marineros rudos, guiados por intrépidos capitanes, conquistaron casi todo el planeta, guiados por las estrellas y empujados por el viento que hinchaba las velas de sus arboladuras.
Las marinas de España, Inglaterra, Holanda, Portugal y Francia, escribieron las páginas más gloriosas de su historia. Pero también fue la edad dorada de la piratería. Las enormes flotas, cargadas de marfil, metales preciosos, joyas, esclavos y especias, eran una presa tentadora para esos marinos sin pertenencia, que reconocían como única patria el mar. Eran mercenarios, que habían vendido sus espadas al liderazgo de su capitán de turno, unidos por la meta común del afán de lucro y la búsqueda de aventuras.
Pero los piratas no eran delincuentes comunes. Tenían un férreo sentido de la disciplina, porque en alta mar, desoír las órdenes del comandante, que puede observar la situación de conjunto, puede significar la muerte de toda la tripulación, si esas valientes fragatas, galeones, corbetas o navíos, se enfrentaban a una tempestad o debían escupir fuego por las bocas de sus cañones durante la batalla. Los buques piratas siempre estaban solos y generalmente tenían que usar de la astucia para enfrentarse a los elementos y escabullirse de las enormes flotas que los cazaban sin piedad. Los errores eran imperdonables, porque podían contar sólo con ellos mismos. Ante algún apuro, nadie podría auxiliarlos.
Si bien es cierto, vivir del robo no es algo muy honrado, estas duras condiciones hacían que el honor entre piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros fuera una cosa muy seria. En ello les iba la vida, ni más, ni menos.
Como le pasa a mucha gente, seguramente los piratas llegaban a ser lo que eran sin proponérselo mucho. Simplemente, eran los naipes que les habían tocado en suerte en el juego de la vida. Y es muy posible que hayan buscado lo que todos quieren: asentarse, tener una familia, vivir tranquilamente sus últimos años, disfrutando del producto de sus rapiñas de piratería, en compañía de una mujer cariñosa y de los hijos que ella les diera.
Pero muy pocos lo conseguían. De partida, en esa profesión, deben haber sido pocos los que morían de muerte natural. Pero también hallamos el frecuente caso del pirata que simplemente envejece…, siendo pirata. Cuya única familia estaba constituida por sus velas, arboladuras, castillos de proa, ruedas de gobierno, anclas, aparejos, mascarones, cañones, espadas, puñales y mosquetes.
Al final, de tanto surcar océanos, no pertenecían a ninguna playa; de tanto avistar tierras, no pertenecían a ningún mar. Su destino estaba escrito por el curso impredecible y caprichoso del viento, que los arruinaba o los colmaba de fortuna, dependiendo del punto cardinal desde el que soplara.
A veces, uno se siente como esos piratas. Que no pertenece. Que ha estado en muchos lugares, bajo muchos soles, pero que no pertenece a nada y, lo que es peor, no pertenece a nadie. En definitiva, como esos piratas, a veces, es como si el único lugar donde encajáramos, fuera en la cubierta estrecha y solitaria de nuestras vidas, barrida por la fuerza de las tempestades y la furia de los huracanes. Esa cubierta por donde van pasando las tripulaciones, pero no se va conociendo a la gente, porque como capitanes de nuestro galeón, la lucha contra las flotas enemigas y contra las tormentas nos consume toda energía y tiempo.
Y en cada puerto en que atracamos, sólo es posible la incursión fugaz, pero nunca la conquista. Como buen pirata, sólo puede hurtar un poco de lo que, en realidad, pertenece a otros pocos antiguos capitanes, que han sido más sabios y han merecido pertenecer al abrigo de una bahía de aguas mansas. Al pirata, luego del breve consuelo de una escala, nada le queda, excepto volver a su alta mar, a sus batallas y a sus tormentas.
¿Cómo saber cuándo corregir el curso? ¿Cómo saber cuándo cambiar la orientación del timón? ¿Cómo darse cuenta de que es momento de recoger los aparejos, esquivar esa tormenta, fijar curso N-NE y encaminarse hacia esa otra batalla, contra esa gran flota? ¿Cómo saber que ésta no es la playa donde nos podemos quedar y hay que buscar otras costas? ¿Cómo saber si ésta costa sí puede ser? ¿Cómo leer los datos de una brújula que no quiere indicar el norte?
Tal vez, si lo miramos como una historia, nuestro capitán lleva demasiado tiempo en esos mares. Tal vez ha soñado mucho, mirando las estrellas para orientar su navegación, esperando que lleguen aguas buenas a su borda. Tal vez es hora de que cambie sus costas por mares nuevos. Tal vez no le quede alternativa, porque mientras no pertenezca a nadie, sólo le resta quedarse navegando y buscar para siempre su propio puerto, donde siempre el cielo, con sus estrellas, le diga: “es tuya esta bahía, suyo eres también, detén tu batalla eterna, marino; vive en paz.”
Frase de Hoy: El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas. (William George Ward)
viernes, 16 de septiembre de 2005
18
Me encanta el 18, me encantan las Fiestas Patrias. Creo que son la mejor fiesta del año. A lo mejor no tienen toda la calidez de la Pascua y toda la farra del Año Nuevo, pero están desprovistas de esa carga melancólica de las fiestas de fin de año. En el “18”, todo el mundo agarra fiesta sin cuestionárselo mucho.
También es mejor que los cumpleaños, que tienen el inconveniente de ser plazos y llamar a los balances, y esa clase de pensamientos no siempre le hacen bien al espíritu. El único balance del “18”, si es que lo hay, sería una reflexión a nivel nacional, que nadie va a hacer, porque todo el mundo está muy ocupado comiendo empanadas, engullendo asados y tomando vino.
Y la primavera, explota. Ése es el mejor término, revienta en un millón de formas multicolores y hasta tiene un olor distinto. Casi todos los días cruzo los puentes sobre el Bío Bío. Son dos kilómetros de seis pistas tendidas sobre un enorme brazo de agua. Ahí se conjuga el aroma del mar, traído por una brisa suave, mezclado con el olor de la arena húmeda del lecho fluvial. Y, por todos lados, el verde de los bosques se matiza con el amarillo de los arrayanes, el morado de los duraznos y el tricolor de lo volantines ¡Si hasta los odiados plátanos orientales me parecen simpáticos, entre estornudo y estornudo!
Y todos los chilenos, por una vez al año, estamos de acuerdo en algo. Sólo la Teletón y las Fiestas Patrias concitan el acuerdo de todas las voluntades nacionales. A lo mejor no tenemos identidad, por ser un país muy joven, pero parece que para ayudar en la Teletón y juntarnos a celebrarle el cumpleaños a Chile, todos estamos en la misma onda. No falta el seudointelectual que dice que no se compra la efeméride, que hemos cambiado la dominación imperial española por la dominación capitalista, que es un pretexto para emborracharse y cometer el “crimen” de comer animales. Pues yo les digo, no sean lateros. Pásenlo bien y atráquense una buena empanada y, si se ponen a pensar mucho, ahoguen esa operación cerebral, permanente durante el año laboral, con una deliciosa copa de los mostos de nuestra tierra bienamada, bendecida con tantas y tan buenas viñas. Beban de las copas, cual cáliz de ambrosía. Piensen que nuestra patria es como una bella mujer, que viene a besar nuestras bocas con el fruto de las vides de su tierra, bella, feraz, rebelde y generosa, como todas las amadas buenas.
Moros y cristianos, judíos y palestinos, griegos y troyanos, católicos y protestantes, colocolinos y chunchos, socialistas y derechistas. Por un día, abrácense y piensen en las cosas buenas de esta tierra: sus sabrosos vinos (sí, me gusta el vino, parece que quedó claro), sus variados y bellos paisajes, sus hermosísimas mujeres, su ambiente de paz, su historia sobresaltada, pero razonable; y, sobre todo… ¡¡¡SU 18 DE SEPTIEMBRE!!!
¡¡¡VIVA CHILE!!!
Frase de Hoy: Mi alma, a Dios; mi corazón, a mi amada; mi vida, a mi patria.
Frase de Hoy (Chile se merece dos): El que no ama a su patria, no puede amar nada (Lord Byron).
También es mejor que los cumpleaños, que tienen el inconveniente de ser plazos y llamar a los balances, y esa clase de pensamientos no siempre le hacen bien al espíritu. El único balance del “18”, si es que lo hay, sería una reflexión a nivel nacional, que nadie va a hacer, porque todo el mundo está muy ocupado comiendo empanadas, engullendo asados y tomando vino.
Y la primavera, explota. Ése es el mejor término, revienta en un millón de formas multicolores y hasta tiene un olor distinto. Casi todos los días cruzo los puentes sobre el Bío Bío. Son dos kilómetros de seis pistas tendidas sobre un enorme brazo de agua. Ahí se conjuga el aroma del mar, traído por una brisa suave, mezclado con el olor de la arena húmeda del lecho fluvial. Y, por todos lados, el verde de los bosques se matiza con el amarillo de los arrayanes, el morado de los duraznos y el tricolor de lo volantines ¡Si hasta los odiados plátanos orientales me parecen simpáticos, entre estornudo y estornudo!
Y todos los chilenos, por una vez al año, estamos de acuerdo en algo. Sólo la Teletón y las Fiestas Patrias concitan el acuerdo de todas las voluntades nacionales. A lo mejor no tenemos identidad, por ser un país muy joven, pero parece que para ayudar en la Teletón y juntarnos a celebrarle el cumpleaños a Chile, todos estamos en la misma onda. No falta el seudointelectual que dice que no se compra la efeméride, que hemos cambiado la dominación imperial española por la dominación capitalista, que es un pretexto para emborracharse y cometer el “crimen” de comer animales. Pues yo les digo, no sean lateros. Pásenlo bien y atráquense una buena empanada y, si se ponen a pensar mucho, ahoguen esa operación cerebral, permanente durante el año laboral, con una deliciosa copa de los mostos de nuestra tierra bienamada, bendecida con tantas y tan buenas viñas. Beban de las copas, cual cáliz de ambrosía. Piensen que nuestra patria es como una bella mujer, que viene a besar nuestras bocas con el fruto de las vides de su tierra, bella, feraz, rebelde y generosa, como todas las amadas buenas.
Moros y cristianos, judíos y palestinos, griegos y troyanos, católicos y protestantes, colocolinos y chunchos, socialistas y derechistas. Por un día, abrácense y piensen en las cosas buenas de esta tierra: sus sabrosos vinos (sí, me gusta el vino, parece que quedó claro), sus variados y bellos paisajes, sus hermosísimas mujeres, su ambiente de paz, su historia sobresaltada, pero razonable; y, sobre todo… ¡¡¡SU 18 DE SEPTIEMBRE!!!
¡¡¡VIVA CHILE!!!
Frase de Hoy: Mi alma, a Dios; mi corazón, a mi amada; mi vida, a mi patria.
Frase de Hoy (Chile se merece dos): El que no ama a su patria, no puede amar nada (Lord Byron).
jueves, 8 de septiembre de 2005
La Vida en el Bolsillo: Tecnologías Pequeñas Para Problemas Grandes (Juguetes Pequeños Para Niños Grandes)
Hasta hace pocos años, tener siempre a mano la información del trabajo y mantenerse en contacto con los colegas, amigos y clientes, era una tarea difícil. Algunos más organizados, se las arreglaban para cargar la clásica agenda de cuero llena de anotaciones jeroglíficas, garrapateadas bajo el permanente apuro de esta vida que no da respiros. Bueno, todavía algunos tradicionalistas siguen cargando esas enormes libretas forradas en cuerina, con el nombre grabado, junto al año en cuestión; pero el gran espacio que ocupan las convierte en imprácticas e incómodas.
Y si habías escrito apurado, estaba el desafío de descifrar qué diablos habías querido decir con esa palabra donde las “l” parecían “j” y las “m” parecían “n” (o "h" o "ñ" o lo que fuera...).
Las cosas sin duda han avanzado hacia optimizar y centralizar el manejo de nuestros datos
vitales y de trabajo. No hace demasiado tiempo, junto con la agenda de cuero, regalada religiosamente cada fin de año, uno cargaba una libreta más pequeña para cosas importantes y andaba con docenas de papelitos donde había anotado multitud de cosas distintas. Y desde luego, siempre se quedaba algo en la casa, donde teníamos anotado o registrado algo importante. No existía la posibilidad de salir pegando con ese teléfono de la casa, grande y pesado, con un disco al medio, que demoraba la vida en marcar un número de seis dígitos. Claro, además habría sido inútil salir con el embeleco que no tenía pantallitas líquidas con un sistema de almacenamiento electrónico para números y nombres.
Si uno salía de la casa, sencillamente no era ubicable y no podía ubicar a nadie. A lo mejor por eso la gente era más puntual o tal vez no, pero como ahora uno anda más apurado, los retrasos se notan más.
Ahora, la cosa sería imposible. Imagínense “discar” (sí, así se llamaba, estaba incluso el “DDD”, “Discado Directo Distante”) un celular de no sé cuántas cifras o los benditos “carrier”. Que meter el dedito en el cero y tatatatata, de vuelta el disco; que el 9 y tatatatata, de vuelta el disco y así sucesivamente.
¡Ah! Y los computadores lo cambiaron todo. Cuando yo estaba en enseñanza media, sólo unos pocos privilegiados tenían los viejos “486”. El resto, nos arreglábamos para los trabajos del colegio golpeando sobre las teclas de las máquinas de escribir “Olimpia”. Tactactactac… raaaaaaaa, de vuelta el carro; "¡mier…, reconch…, la que te parió...; me equivoqué!" Y vamos usando corrector o papelitos “Tipp-ex”.
Para entretenerse, estaban los “flipper”, que costaban $30 la ficha y, más que nada, los salones de pool (¿hay alguien de colegio que todavía vaya a jugar pool? ¿existe algo que cueste $30?). Nada más sacarme el uniforme, era todo partir al centro a jugarse unas mesitas. Nada de juegos en computadores. Por ahí, uno que otro Nintendo, que fueron las primeras consolas más o menos masivas ¿Juegos en un teléfono? Ni pensarlo; si apenas uno veía unas cuantas maletas-teléfono, que con suerte tenían agenda y que, además, la gente mostraba poco, porque andar con celular era signo de siutiquería.
Y luego de la masificación del PC, llegó el Notebook. Estas maravillas portátiles, que, de la mano del “Powerpoint” y los proyectores, cambiaron para siempre las clases, conferencias, charlas, seminarios, etc. Y todo cada vez más pequeño, liviano y polifuncional.
Lo genial es que ahora estamos en proceso de unificar todo. Los computadores son sistemas de entretenimiento, trabajo e información; todo en uno. Se puede hacer de todo con ellos. Y cada vez son más portátiles y pequeños. Y se van fusionando con los celulares, cada vez más pequeños, frágiles y fáciles de perder. Y con las PDA, que son la última tendencia.
Y es que si creen que pueden andar por la vida con un celular que sirva apenas para hablar por teléfono, estoy a punto de ponerlos al día. Los avances van mucho más allá. Ya no es meramente pasearse con el “notebook”, ni siquiera con las “Palm” o las “iPaq”. La tendencia apunta a reunirlo todo en un dispositivo que cabe en el más discreto apartado del maletín. Mantenerse en contacto, guardar información, sacar fotos, ver videos, acceder a internet y escribir un "blog", todo al mismo tiempo y con el mismo aparatito.
Las distintas marcas de telefonía móvil presentan avances para cubrir todas las necesidades. Algo me he informado y como ejemplo, aquí van algunas novedades. Y hablo especialmente del teléfono, porque en poco tiempo, en ese aparatito vamos a unificarlo todo: televisión, computador, equipo de música, GPS, navegador, etc.
Para el tercer trimestre de 2005, Nokia anunció el lanzamiento de su último “juguete” en este estilo: el modelo 770 Internet Tablet. En pocas palabras, es un computador de bolsillo, que mide apenas 14 centímetros. Además de almacenar gran cantidad de datos, permite conectarse a la red por banda ancha inalámbrica
Sony Ericsson, por su parte, destaca el S700. La conexión a internet es más limitada, aunque es capaz de sincronizarse con un computador personal, en la misma forma en que se traspasa información desde y hacia las agendas electrónicas. En todo caso, la incorporación de las nuevas tecnologías, permite hacer todos estos traspasos por vía inalámbrica.
Motorola también le dice adiós a los cables para los traspasos. El RAZR V3 es capaz de almacenar una respetable cantidad de datos personales y, para deleite de los que tienen vocación audiovisual, además de sacar fotografías, permite descargar y ver videos. Y los cables desaparecen del todo, porque el manos libres, también es inalámbrico.
Samsung, finalmente, se la juega por las fotos. Y no sólo para andar por ahí inmortalizando momentos. Si no basta con tener tonos personalizados y con ver en pantalla un nombre, el Samsung SGH-E316 despliega la imagen de quien llama en una pantalla digital de alta resolución.
Sólo para que vayan cachando de qué se trata, la primera imagen, arriba a la izquierda…, es de un teléfono. Lindo juguetito ¿ah?
Los precios varían, dependiendo de los planes y del operador de telefonía que los ofrezca. En todo caso, si alguien se tentó con estas líneas y llega a comprarse una de estas maravillas, no lo vayan a extraviar y tengan cuidado con los robos, porque además de una considerable suma de dinero, van a perder valiosa información, si es que se acostumbraron a llevar toda su vida en un solo y pequeño bolsillo.
Frase del día: La palabra "progreso" no tiene ningún sentido, mientras haya niños infelices (Albert Einstein).
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